Las joyas del Mare Nostrum
El paraje de Maro-Cerro Gordo (M¨¢laga-Granada), protegido a escala internacional
De forma casi milagrosa, un peque?o tramo de la masificada Costa del Sol ha conseguido mantenerse libre de urbanizaciones, convirti¨¦ndose as¨ª en el ¨²nico, y ¨²ltimo, reducto virgen de este tramo del litoral andaluz. Entre los municipios de Nerja (M¨¢laga) y Almu?¨¦car (Granada), justo en el l¨ªmite administrativo entre estas dos provincias, se localiza el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, 12 kil¨®metros de costa pr¨¢cticamente intactos. Un paisaje de abruptos farallones rodeados de cultivos en terraza. Balcones rocosos que se asoman a peque?as playas y calas, cada vez m¨¢s codiciadas por un turismo que huye del hormig¨®n y el asfalto.
A la protecci¨®n que en su d¨ªa le otorg¨® la Junta de Andaluc¨ªa ha venido a sumarse la reciente distinci¨®n como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterr¨¢neo (Zepim), figura que est¨¢ tutelada por un protocolo internacional inspirado en la Convenci¨®n de Barcelona. ?ste fue un acuerdo suscrito, hace ya 27 a?os, por 15 pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo y por la propia Uni¨®n Europea, que en sus or¨ªgenes estaba orientado, en exclusiva, a frenar la contaminaci¨®n de las aguas exteriores. Con el paso del tiempo, el convenio ha ido incorporando nuevos instrumentos destinados a conservar la biodiversidad de este mar. As¨ª nacieron las Zepim que se regulan de acuerdo a una normativa propia a la que Espa?a se adhiri¨® en 1998.
En su d¨ªa el Gobierno central propuso siete enclaves como aspirantes a esta selecta n¨®mina de territorios singulares, enclaves que, en su totalidad, fueron aprobados por los signatarios de la Convenci¨®n de Barcelona a finales de 2001. De esta manera, Espa?a se convirti¨® en el pa¨ªs que m¨¢s territorios marinos aportaba a este cat¨¢logo, y Andaluc¨ªa en la regi¨®n donde se localizaban la mayor¨ªa de estas ZEPIM. Los siete enclaves espa?oles son las islas Medas (Girona), las islas Columbretes (Castell¨®n), Cabo de Creus (Girona), Mar Menor y costa oriental de Murcia, Cabo de Gata-N¨ªjar (Almer¨ªa), fondos marinos del Levante de Almer¨ªa e isla de Albor¨¢n, a los que se unieron, a mediados del pasado mes de noviembre, el Parque Nacional de Cabrera (Baleares) y el citado paraje de Maro-Cerro Gordo.
Para explicar el accidentado relieve que muestra este sector de la costa se puede decir que aqu¨ª la cercana Sierra Almijara se ba?a en el Mediterr¨¢neo, ya que esta sucesi¨®n de farallones calizos, de hasta 80 metros de altura, constituyen las ¨²ltimas estribaciones de esta comarca. Paredes que han sido modeladas, pacientemente, por la erosi¨®n marina, lo que explica la existencia de numerosas cuevas y grutas submarinas, como la cueva de los Genoveses y la cueva de la Cajilla.
Presi¨®n tur¨ªstica
El paraje natural comprende una superficie de 395 hect¨¢reas, a la que debe sumarse la franja marina, de una milla de anchura, que tambi¨¦n se encuentra protegida. En tierra firme la vegetaci¨®n est¨¢ compuesta por algunas manchas de pino carrasco, a las que acompa?an masas de matorral mediterr¨¢neo, en el que abundan el lentisco, la jara, el romero, la aulaga y el palmito.
En las zonas menos accesibles de los acantilados y roquedos crece la siempreviva malague?a (Limonium malacitanum), endemismo del que s¨®lo se conservan 11 peque?as poblaciones localizadas en este sector de la costa. La presi¨®n tur¨ªstica podr¨ªa llevar a la extinci¨®n de esta especie protegida que, por sus llamativas flores, suele ser recolectada de manera ilegal.
En las laderas que no han sido ocupadas por los cultivos tambi¨¦n encontramos algunas encinas, coscojas, algarrobos, olivillas y bay¨®n. Este escenario bot¨¢nico, t¨ªpico de las ¨¢reas mediterr¨¢neas, presta refugio a algunos mam¨ªferos como el zorro, el gato mont¨¦s, la comadreja, la gardu?a, el erizo, el tej¨®n y el lir¨®n careto. Entre los reptiles destaca el camale¨®n com¨²n, que mantiene en este enclave una reducida poblaci¨®n, as¨ª como la esquiva salamanquesa costera.
Por el n¨²mero de individuos que concentra es el grupo de las aves el m¨¢s numeroso, sobre todo debido a la multitud de gaviotas (re¨ªdora, arg¨¦ntea y sombr¨ªa) que frecuentan el paraje. Tambi¨¦n es posible ver sobrevolando los acantilados a la garza real y el alcatraz, mientras que rapaces como el milano negro, el ¨¢guila culebrera, el ¨¢guila perdicera, el ratonero com¨²n o los cern¨ªcalos acuden a este territorio en busca de sus presas.
En cuanto al sector marino, sobresalen las agrupaciones de Posidonia oceanica, planta con flores que se extiende a lo largo de los fondos someros creando aut¨¦nticas praderas. En estos bosques sumergidos habitan un sinf¨ªn de animales y vegetales buscando protecci¨®n y alimento, lo que las convierte en uno de los paisajes m¨¢s valiosos y espectaculares que pueden encontrarse en las costas andaluzas.
sandoval@arrakis.es
Calas demasiado apetecibles
Aunque se haya mantenido libre de urbanizaciones, el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo recibe una creciente afluencia de visitantes que, sobre todo en verano, buscan la tranquilidad de sus calas. Los responsables de este espacio protegido se ven obligados a limitar el acceso de ba?istas cuando se rebasa la capacidad de carga de este fr¨¢gil paraje. Asimismo, se han levantado algunas zanjas y otros obst¨¢culos que impiden el acceso de veh¨ªculos, aunque estos recursos no siempre son efectivos ya que las personas menos concienciadas tienden a sortearlos. La acampada est¨¢ prohibida y, a¨²n as¨ª, raro es el periodo festivo en el que la guarder¨ªa no se ve obligada a actuar contra aqu¨¦llos que ignoran esta norma.
Este pulso ha provocado el malestar de algunos ayuntamientos de la zona, empe?ados en facilitar el acceso, sin tantas limitaciones, a las playas protegidas, mientras que la Consejer¨ªa de Medio Ambiente se ha mostrado dispuesta a organizar sistemas de transporte p¨²blico que eviten el tr¨¢nsito incontrolado de veh¨ªculos.
Tensiones similares se manifiestan con los pescadores ilegales, ya sean barcos arrastreros que se introducen a faenar en la milla protegida o aficionados al submarinismo que igualmente violan el territorio vetado. Precisamente ¨¦ste ha sido uno de los primeros enclaves marinos protegidos de Andaluc¨ªa en los que se ha puesto en marcha un sistema de vigilancia submarina.
Para los que quieran conocer el paraje no resulta dif¨ªcil localizar los carriles y senderos que permiten el acceso peatonal a las playas y calas que salpican este tramo litoral , aunque, si antes se quiere disfrutar de una buena y espectacular panor¨¢mica, lo mejor es acercarse a la Torre de Maro.
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