Tiro al blanco contra la polic¨ªa iraqu¨ª
Desde el final oficial de la guerra han muerto 260 agentes, m¨¢s que soldados de Estados Unidos, en ataques e incidentes armados
El anuncio de la captura de Sadam Husein eclips¨® el 14 de noviembre la noticia del atentado contra la comisar¨ªa de polic¨ªa de Jalidiya, 60 kil¨®metros al oeste de Bagdad. Aunque los coches bomba se han convertido en un hecho cotidiano en Irak, aquel ataque suicida result¨® especialmente sangriento: provoc¨® 20 muertos y 32 heridos.
Desde que Bush dio por concluidos los combates, el pasado 1 de mayo, 200 soldados estadounidenses han perdido la vida a manos de la resistencia. Los polic¨ªas muertos pasan de 260. A diferencia de las bases estadounidenses, fortalezas inexpugnables a las afueras de las ciudades, hay una comisar¨ªa en cada barrio y su protecci¨®n se limita a algunos sacos terreros y bloques de cemento para impedir el aparcamiento. Sus ¨²ltimos ca¨ªdos son tres agentes a quienes soldados estadounidenses mataron el viernes a las afueras de Kirkuk al confundirles con bandoleros.
"La gente dice que colaboramos con los americanos. Escriba usted que no es cierto", afirma el comisario de Latifiya, la localidad donde fueron detenidos 41 vecinos por la muerte de los siete agentes espa?oles el 29 de noviembre. "El comisario miente. Sin su ayuda no hubiera podido llevarse a cabo la redada", dice el teniente coronel Pete Johnson, responsable de las tropas de EE UU en la zona. El comisario de Latifiya tiene miedo. Su antecesor fue asesinado el mes pasado y el imam del pueblo clama contra los "traidores" que ayudan a las fuerzas de ocupaci¨®n.
En la decena de comisar¨ªas visitadas por este enviado especial no hay tel¨¦fonos, ni ordenadores, ni laboratorios de investigaci¨®n, s¨®lo una caja fuerte en el despacho del comisario, para guardar el dinero, y algunos walkie-talkies. Los oficiales llevan pistola y los agentes un fusil Kal¨¢shnikov como el que la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes guardan en casa.
Visten un pantal¨®n azul marino, una camisa celeste y un brazalete con las siglas IP (Polic¨ªa Iraqu¨ª). Pero no hay ropa para todos, por lo que muchos van en vaqueros y, en las zonas m¨¢s conflictivas, se cubren el rostro con pasamonta?as para que no les reconozcan sus vecinos.
Ahmed Ubeies Saalem, de 43 a?os, comisario del barrio bagdad¨ª de Al Saidia, se lamenta de que la polic¨ªa tenga "ahora menos autoridad, quiz¨¢ porque las leyes que debemos aplicar son demasiado blandas". En cambio, Fadei Fareg, de 29 a?os, asegura que en tiempos de Sadam se ve¨ªa obligado a cumplir encargos del partido Baaz que no ten¨ªan nada que ver con su funci¨®n de cuidar la seguridad de los ciudadanos.
La polic¨ªa iraqu¨ª, igual que el Ej¨¦rcito, se disolvi¨® tras la ca¨ªda del r¨¦gimen, el 9 de abril, pero muchos se reincorporaron en mayo. S¨®lo los mandos m¨¢s identificados con el r¨¦gimen han sido depurados, mientras que a los dem¨¢s se les cambi¨® de destino, para evitar venganzas, lo que ha provocado una ignorancia notable del terreno que pisan.
Pese a la continua sangr¨ªa de bajas, a la polic¨ªa no le faltan voluntarios. Muy pocos j¨®venes tienen trabajo y el salario resulta atractivo: 300.000 dinares mensuales (150 d¨®lares) los oficiales y 200.000 los agentes. Casi el doble que los militares y diez veces m¨¢s de lo que ganaban con Sadam. "Nadie se muere cuando no le toca", contesta resignado Ahmed Ubeies, cuya comisar¨ªa est¨¢ en ruinas por la explosi¨®n de un coche bomba.
La mayor¨ªa de los 60.000 agentes ya eran polic¨ªas antes de la guerra y el resto se ha incorporado tras un cursillo de s¨®lo una semana. "Es suficiente", alega Fareg, "porque todos los aspirantes han pasado por el Ej¨¦rcito y saben disparar y obedecer, lo m¨¢s importante". La polic¨ªa, como todas las instituciones del pa¨ªs, depende de la Autoridad Provisional de Coalici¨®n (CPA), el Gobierno de ocupaci¨®n dirigido por Paul Bremer. Los detenidos por delitos comunes son conducidos ante un juez local, mientras que los sospechosos de formar parte de la resistencia los entrega a los militares estadounidenses.
Pero el mayor servicio que la polic¨ªa iraqu¨ª presta a EE UU consiste en su propia presencia en la calle, que permite a los soldados recluirse en los cuarteles, reducir el n¨²mero de patrullas y exponerse menos a los ataques. La resistencia lo sabe y descarga sobre ella los golpes que no alcanzan a las tropas de ocupaci¨®n.
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