El patriotismo partidista
No creo que resulte f¨¢cil definir hoy d¨ªa con exactitud qu¨¦ entendemos por patriotismo. Entre los que dicen que es una manera activa de expresar la responsabilidad colectiva sobre los asuntos compartidos y los que lo consideran simplemente el ¨²ltimo refugio de los sinverg¨¹enzas, caben muchas interpretaciones. Los neoconservadores estadounidenses han ido jugando con el patriotismo como palanca en la que asentar la implacable puesta en pr¨¢ctica de su programa. Y no les ha temblado la mano al bautizar como "Patriot Act" una ley sospechosamente sesgada en la forma como permite restringir los derechos individuales y colectivos para hacer frente a los enemigos de la "patria". En Espa?a, el Partido Popular ha descubierto asimismo la gran cobertura que proporciona la patria como remedio curalotodo. Ante cualquier problema s¨®lo es necesario esgrimir a la "patria en peligro" y todos firmes. El problema es que, por ese camino, lo que deber¨ªa entenderse como un marco de "lealtad a los principios" acaba reduci¨¦ndose a una mera "obediencia a la autoridad" que va interpretando a su antojo lo que es patri¨®tico o lo que es constitucionalmente aceptable. Ni el antiterrorismo ni el patriotismo, por su propia esencia, deber¨ªan ser entendidos como un arma partidista a utilizar contra cualquiera que pretende poner en cuesti¨®n alg¨²n elemento concreto de la pol¨ªtica que sigue el partido en el gobierno. Ya que, si tales principios se usan de manera polarizada y como simple instrumento para achicar espacios y evitar que exista una oposici¨®n real, lo ¨²nico que acabar¨¢s consiguiendo es pervertir esos principios, inutiliz¨¢ndolos para usos posteriores. Sin duda conseguir¨¢s resultados (electorales) a corto plazo, pero el da?o que producir¨¢s a la credibilidad y legitimidad de tales argumentos ser¨¢ irreparable.
No estoy hablando de futuribles m¨¢s o menos lejanos. La pol¨ªtica miope y antagonista de los populares y su empecinamiento en la guerra de Irak o su negativa ante cualquier atisbo de di¨¢logo en el Pa¨ªs Vasco ha conseguido que mucha gente, cuando oye hablar de antiterrorismo y Constituci¨®n, s¨®lo entienda Partido Popular y Aznar. Y, si de eso se trataba, el error es a¨²n m¨¢s grave. De hecho, se usa cualquier excusa, ll¨¢mese elecci¨®n de la presidencia en la Federaci¨®n de Municipios o las elecciones catalanas, para "salir de maniobras" y, repartiendo amenazas o anticipando riesgos, reclamar la unidad nacional contra el enemigo real o inventado. Ese uso privatista y sesgado del patriotismo acaba siendo, de hecho, profundamente antipatri¨®tico. Ahora se aprueba una reforma del C¨®digo Penal que sit¨²a en el campo del delito a quien quiera ejercer su capacidad de autogobierno para consultar a sus conciudadanos. Estamos al borde de considerar que cualquier opositor a la pol¨ªtica del Gobierno es presuntamente anticonstitucional y susceptible de connivencia con el terrorismo. Sinceramente, si ya resultaba grotesco y criticable el utilizar la propuesta presentada por Ibarretxe como arma arrojadiza para arrinconar al PSOE y machacar sus pocas oportunidades en marzo, lo que ya resulta insoportable es acabar generando una din¨¢mica de "sociedad espa?ola (versi¨®n PP) contra sociedad vasca", tratando de que cualquier reuni¨®n empiece con la condena a la propuesta del Ejecutivo vasco y acabe todos en pie saludando a la bandera patria.
?No deber¨ªamos alzar una protesta civil ante esa apropiaci¨®n privatista y totalitaria por la que s¨®lo existir¨ªa una forma de ser espa?ol? Es tan grave el da?o que se est¨¢ haciendo a la cada vez m¨¢s remota posibilidad de construir una Espa?a plural y orgullosa de su diversidad, que impide el burlarse de una manera de entender el patriotismo y el papel del Estado-naci¨®n, que es simple y pat¨¦ticamente obsoleta. La paranoia partidista del PP nos est¨¢ llevando a situaciones muy preocupantes en las que acaba enredando a personas muy alejadas de sus posiciones pol¨ªticas. S¨®lo hace falta leer y escuchar los recientes comentarios sobre las elecciones catalanas para sentir verg¨¹enza ajena. ?C¨®mo puede calificarse como "poco apropiada" o como "peligrosa" para la estabilidad constitucional una alternativa de gobierno en Catalu?a que incluya a Esquerra Republicana? ?Se est¨¢ insinuando que ERC es en Catalu?a lo que Herri Batasuna es en el Pa¨ªs Vasco? Se empiezan a tergiversar las cosas de tal manera que, sin preocuparse para nada de la din¨¢mica de cambio leg¨ªtimo que ha expresado Catalu?a, se acaba apostando por combinaciones de gobierno que eviten una "crisis constitucional" que ha nacido y se ha desarrollado en las mentes calenturientas de quien sabe que s¨®lo jugando con el miedo se acaba acallando al pluralismo pol¨ªtico.
Nos conviene una cura de "patriotismo m¨²ltiple". Los que van por el mundo diciendo que son s¨®lo espa?oles, s¨®lo catalanes o s¨®lo de Moratalaz son y ser¨¢n una minor¨ªa insensata. Somos de muchos sitios a la vez. Y lo seremos cada vez m¨¢s. Y les aseguro que, si nos siguen golpeando con la Constituci¨®n para que renunciemos a las pompas de Carod, Ibarretxe o Maragall, s¨®lo conseguir¨¢n ir deteriorando y poniendo en peligro lo que deber¨ªa ser un texto abierto, de interpretaciones m¨²ltiples y con las suficientes ambig¨¹edades para ir capotando en mares tormentosos. De ese ejemplo ¨²nico en la historia constitucional espa?ola por el que se logr¨® un texto que no fuera desde el principio atribuible a una de las partes implicadas estamos pasando d¨ªa a d¨ªa a una Constituci¨®n patri¨®ticamente partidista, con la que se quiere construir el monopolio que permita atribuir o denegar certificados de buena conducta y de lealtad constitucional. Y si no, al tiempo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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