De otra galaxia

Si el Real Madrid, adem¨¢s de tener un equipo de f¨²tbol, administrase con la misma filosof¨ªa uno de cantantes, para una hipot¨¦tica competici¨®n, fichar¨ªa probablemente al contratenor alem¨¢n Andreas Scholl. De entrada, es un gal¨¢ctico desde las propias caracter¨ªsticas de una voz en los confines de lo irreal. Lo alinear¨ªa seguramente en el centro del campo, como a Beckham, para hechizar a los contrincantes. Para meter goles a lo Ronaldo es m¨¢s propio un Juan Diego Fl¨®rez o una Natalie Dessay, pongamos por caso. Lo cierto es que Scholl, bromas aparte, ha sido el primer contratenor que se ha colado en estos sustanciosos ciclos de lied rom¨¢ntico puro y duro, y lo ha hecho con unas agradables canciones alemanas del XVII, un par de maravillas de Purcell y una selecci¨®n de canciones populares tradicionales. ?Y qu¨¦ ha pasado? Pues sencillamente, que nos ha dejado cautivados.

Las voces de contratenor est¨¢n en un buen momento. En parte por el auge de la interpretaci¨®n de la m¨²sica antigua con criterios m¨¢s o menos fidedignos a la ¨¦poca de composici¨®n, y en parte por la creciente atracci¨®n que despierta el valor de lo diferente. Hay periodos en que lo m¨¢s apreciado ha sido el tipo de voz cercana a lo cotidiano, las mezzosopranos o bar¨ªtonos, por ejemplo. Actualmente los gustos est¨¢n menos definidos. Lo que importa, en cualquier caso, es que Scholl es uno de los contratenores de referencia de las ¨²ltimas generaciones. Evita con maestr¨ªa la sensaci¨®n de artificialidad, tiene una t¨¦cnica asombrosa y, por encima de todo, posee una musicalidad que convierte en oro casi todo lo que toca.