10 mercados permiten intercambiar todo tipo de objetos en Barcelona
Hay espacios de trueque en Gr¨¤cia, Poblenou, Nou Barris, Eixample, Sant Andreu y Ciutat Vella
Las compras de Navidad no tienen por qu¨¦ suponer ning¨²n gasto. Al menos monetario. Para estas fechas, varias asociaciones sociales han preparado una decena de mercados de trueque en los que se podr¨¢ intercambiar, por ejemplo, unas zapatillas por un pantal¨®n. Para participar en ellos s¨®lo son necesarios dos requisitos: olvidarse de que el dinero existe y llevar objetos para poder adquirir otros. Adem¨¢s, si se dispone de alguna habilidad que ofrecer, tambi¨¦n podr¨¢ canjearse por otros servicios, como clases de idiomas, trabajos de lampister¨ªa y horas de canguro.
"El canje de un jersey por otro funciona, pero es m¨¢s dif¨ªcil acordar cu¨¢nto vale un masaje"
En el mercado de trueque de la plaza de la Virreina, que organiza la Red de Intercambio de Gr¨¤cia (Xaingra), se puede encontrar todo tipo de productos: ropa, libros, m¨²sica, bombillas y hasta un ordenador. Eul¨¤lia ha montado su puesto alrededor de las once de la ma?ana. A la una, ya ha cambiado una botella de vino y una cesta de mandarinas por un juego de ajedrez de madera, varios libros y un jersey de lana. "En casa se nos suelen acumular cosas que llevan tiempo sin ser usadas. ?Por qu¨¦ no cambiarlas? Para m¨ª, es una forma de obtener art¨ªculos que me van a resultar m¨¢s ¨²tiles, pero tambi¨¦n una v¨ªa de alejarme del ambiente consumista", explica.
Xaingra organiza trimestralmente mercados de intercambio de bienes; pero en Barcelona al menos cinco colectivos m¨¢s de Poblenou, Sant Andreu, Nou Barris, el Eixample y Ciutat Vella montan con regularidad espacios para el trueque de productos y servicios.
Ester Lluc y un grupo de amigos fraguaron la Red de Trueque de Barcelona despu¨¦s de acudir a la presentaci¨®n del libro Mi vida sin
dinero, de la alemana Heidemarie Schwermer, a la que asistieron miembros de la Red Global de Intercambio de Argentina. "En mi caso, me apunt¨¦ al trueque por necesidad. Con mi presupuesto no alcanzo para comprar productos que son b¨¢sicos, como unas botas para el invierno que al final consegu¨ª a cambio de una hogaza de pan".
Aunque el trueque era la forma de participar en el mercado antes de que apareciera la moneda, estos mercados toman como referencia los sistemas de comercio que surgieron a mediados del siglo XX en varias regiones de Canad¨¢. El cierre de unas minas que daban trabajo a pueblos enteros supuso que estas regiones se vieran abocadas al intercambio. Unos 50 a?os despu¨¦s, el trueque volvi¨® a aparecer en Buenos Aires a causa de la crisis econ¨®mica que sufri¨® el pa¨ªs.
Siguiendo el ejemplo bonaerense, la veintena de personas que dibujaron su propia sociedad de trueque junto a Lluc decidieron inventar una moneda virtual para dar valor a los bienes y servicios que intercambian. Cada miembro recibe s¨®lo por entrar en el grupo una renta b¨¢sica de 50 soles con los que pod¨ªa ingresar en este peque?o mercado, en el que cada uno establece el precio que cree m¨¢s justo para sus bienes. "El canje de un jersey por otro, por ejemplo, funciona perfectamente. Pero es m¨¢s dif¨ªcil ponerse de acuerdo sobre cu¨¢nto vale un masaje, puesto que tenemos como referencia los precios de mercado", lamenta Lluc.
La euforia con la que se inici¨® el proyecto ha disminuido, y las citas que se llevan a cabo semanalmente en el Pati Llimona, en la calle de Regomir de Barcelona, a veces no registran la afluencia necesaria y acaban siendo suspendidas. "Hay mucha gente que dispone de recursos para comprar en tiendas convencionales. Cuando las necesidades no son reales, el trueque no funciona", dice Lluc.
El proyecto Banco del tiempo, en el que trabajan vecinos del barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia junto al Ayuntamiento de la ciudad, procurar¨¢ que se puedan intercambiar servicios cuantificando el tiempo. Es una f¨®rmula que ya funciona en el grupo de Nou Barris, donde las clases de ingl¨¦s pueden ser canjeadas por lecciones de castellano.
Pese a que hay mercados que acusan un cierto desgaste, algunos se han convertido en citas multitudinarias. Es el caso del que se lleva a cabo en Mieres (Garrotxa), que este a?o ha llegado a su decimoctava edici¨®n. Al fin y al cabo, para que haya trueque basta que dos personas se pongan de acuerdo.
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