El pentagrama vasco
La ¨²ltima nota del nacionalismo en el pentagrama vasco ha sonado como los tonos graves de aquella canci¨®n titulada Another brick in the wall. Un nuevo y quiz¨¢ definitivo ladrillo en la consumaci¨®n del muro de separaci¨®n que el nacionalismo, miedoso de la libertad, est¨¢ construyendo en el coraz¨®n mismo de la tradici¨®n pactista vasca.
La nota atenta contra su propia historia, la que le llev¨® al principio del recorrido democr¨¢tico a trabajar por la articulaci¨®n de un marco de convivencia de identidades diferenciadas pero complementarias, que se visualiz¨® y qued¨® establecido en el Estatuto de Autonom¨ªa vasco de 1979. La nota comprende el argumento pol¨ªtico que subyace en el "condenable" pero "comprensible" atentado estructural de ETA contra los ciudadanos y contra la libertad, contra el pacto entre vascos y contra los anhelos de convivencia del conjunto de la sociedad. La nota, un MI sostenido, no se escucha en los territorios colindantes de la esperanza, all¨ª donde duelen las v¨ªctimas de ETA, como primer paso para una mejor comprensi¨®n del agujero negro, del Estado fallido que es Euskadi. Pa¨ªs extra?o donde quien piensa "diferente a ellos" queda de espaldas a ese muro donde un batall¨®n de fusilamiento apunta.
La nota suena orquestada, sincronizada; suenan todos los instrumentos nacionalistas en la melod¨ªa de este viraje excluyente. La nota recuerda a aquellos tiempos donde la orquesta actuaba en Lizarra, cuando en Euskadi se pretend¨ªa cambiar paz por territorios, como si de Oriente Medio se tratara. Como si para que ETA dejara de matar, los vascos tuvi¨¦ramos que renunciar a nuestro acuerdo de convivencia, como si la renuncia a nuestras identidades fuera la moneda con la que comprar el silencio del instrumento asesino. Como si el acuerdo debiera ser variado por la presi¨®n asesina de las bombas. Lejos de comprender esto, el director de orquesta mueve la batuta y un nuevo ladrillo queda colocado en el muro.
El lehendakari presenta su plan unilateral ante una sociedad extenuada por el acoso de totalitarismos encadenados durante casi 70 a?os; desde Franco a ETA. Propone su plan, dice, para que en ausencia de violencia sea refrendado por la ciudadan¨ªa. El lehendakari se olvida pronto de que en el camino se ha dejado a la mitad de la sociedad vasca, con la que debiera haber consensuado previamente cualquier tipo de iniciativa, no s¨®lo hacia la paz, sino tambi¨¦n hacia la libertad. El lehendakari nos demuestra que para ¨¦l su proyecto est¨¢ por delante de la libertad de la mitad de los ciudadanos vascos. Por eso, Ibarretxe no s¨®lo no es el defensor de la "libre decisi¨®n de los vascos y las vascas", sino que atenta directamente contra ella.
En el ¨²ltimo ladrillo de este muro, el PNV pactar¨¢ con EA y con los dirigentes de Batasuna, necesitados de cualquier tabla institucional, un acuerdo para ir en bloque a las elecciones generales. Ya s¨®lo habr¨¢ dos opciones; seg¨²n ¨¦l, o est¨¢s a favor de la libre decisi¨®n de los vascos o est¨¢s en contra. Los bloques de cemento armado quedar¨¢n firmemente construidos, la pluralidad vasca quedar¨¢ escondida entre la niebla, ocultada justo detr¨¢s del discurso de naci¨®n ocupada, ese pueblo oprimido al que mira Sabino Arana desde los Jardines de Albia en Bilbao. La memoria de la sangre derramada, despreciada por los dirigentes nacionalistas, que lejos de sentir dolor por los asesinados de ETA elegir¨¢n como compa?eros de viaje a los que siempre comprendieron el discurso de las bombas y las pistolas.
En el horizonte se ve la m¨ªtica Euskal Herria, esperan las monta?as vascas de las que hablaba Otegi en la pel¨ªcula de Medem. Se ven las primeras luces donde el trabajo (el reconocimiento de la etnia y la aceptaci¨®n del sujeto pol¨ªtico vasco) nos har¨¢ libres.
En ese instante sinf¨®nico, ETA, coyunturalmente, dejar¨¢ de sonar, es probable que lo haga en breve. Entonces el lehendakari se erigir¨¢ en art¨ªfice del silencio de las pistolas. Convertir¨¢ al "Estado" en su reh¨¦n. Quienes no aplaudamos su sinfon¨ªa impuesta seremos el obst¨¢culo a la "libre decisi¨®n de los vascos y las vascas" y en su momento una ETA rearmada y reorganizada volver¨¢ al asesinato selectivo de los obst¨¢culos hacia la patria so?ada.
Los argumentos para seguir tocando la melod¨ªa los encontrar¨¢n buceando en sus enso?aciones ¨¦tnico-raciales y en su necesidad nacionalista de seguir ocupando las instituciones que desprecian. En los deseos de libertad de la sociedad presentan su propuesta como si de una hoja de ruta hacia la paz se tratara, cuando tan s¨®lo es la claudicaci¨®n ante los t¨¦rminos de ese pa¨ªs de tinieblas por el que ETA ha matado; un plan Ibarretxe como moneda para Caronte en el pa¨ªs donde tantas veces pasea la muerte.
Y en la profundizaci¨®n del enemigo exterior, necesario en la entonaci¨®n del Eusko Gudariak, encontrar¨¢n esa reforma (rid¨ªcula y facilitadora) del C¨®digo Penal que el PP ha impuesto desde su mayor¨ªa absoluta, justo all¨ª donde el nacionalismo ahora visualiza mejor al "enemigo espa?ol"; tan necesario en sus enso?aciones de etnia impedida.
Tiempos extra?os de colaboracionismo nacionalista que atenta contra el pacto de convivencia en las ¨²ltimas l¨ªneas que escribe en su historia. La lectura de las mismas, en pocos a?os, sonar¨¢ a melod¨ªa conocida; "nada nuevo bajo el sol" en el pa¨ªs de verdes monta?as donde se escuchan sonidos ¨¦tnicos, justo all¨ª donde el director de orquesta recuerda al Fausto de Goethe buscando la inmortalidad, vendiendo su alma al diablo en el pa¨ªs que ETA ha forzado; muros de separaci¨®n te?idos de la blanca cal de la paz comprada, verdes monta?as de tribales recuerdos y r¨ªos rojos de sangre.
Eduardo Madina es secretario general de las Juventudes Socialistas de Euskadi
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Relaciones Gobierno central
- VII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Plan Ibarretxe
- EAJ-PNV
- Gobierno Vasco
- Estatutos Autonom¨ªa
- Parlamentos auton¨®micos
- Independentismo
- Debates parlamentarios
- Pa¨ªs Vasco
- Estatutos
- Gobierno auton¨®mico
- Parlamento
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- ETA
- Ideolog¨ªas
- Normativa jur¨ªdica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Grupos terroristas
- Terrorismo
- Legislaci¨®n
- Justicia