El programa y las personas
Salvo que el candidato as¨ª lo interiorice, ninguna elecci¨®n est¨¢ perdida de antemano. Este comentario viene a cuento de cierta impresi¨®n que, m¨¢s all¨¢ de sus declaraciones oficiales, transmiten los dirigentes del PSOE. Se dir¨ªa que afrontan las legislativas de marzo d¨¢ndose por contentos si logran reba?ar en algo la mayor¨ªa absoluta del PP. Pero ese objetivo est¨¢ en contradicci¨®n con el diagn¨®stico que hacen de la situaci¨®n espa?ola.
En su borrador de programa, el PSOE ofrece todo un proyecto de modernizaci¨®n para Espa?a. Y lo hace a partir de constatar que este pa¨ªs no va tan bien. En la escena internacional Aznar nos ha convertido en sat¨¦lites de la Administraci¨®n ultra de Bush y nos ha enemistado con aliados estrat¨¦gicos en Europa, Am¨¦rica Latina y el mundo ¨¢rabe. En lo nacional el choque entre el nacionalismo espa?olista del PP y los nacionalismos centr¨ªfugos vasco y catal¨¢n puede aproximarnos a un escenario balc¨¢nico. En nuestra econom¨ªa pesan mucho la especulaci¨®n y el fraude fiscal; en nuestra televisi¨®n, la zafia basura, y en la vida cotidiana de millones de espa?oles, los apuros en materia de vivienda, seguridad ciudadana, educaci¨®n, sanidad y estabilidad de empleo. Si se acepta que -al lado de los tipos de inter¨¦s bajos y la debilidad de ETA-, ¨¦sta es tambi¨¦n la situaci¨®n espa?ola no hay otra alternativa que un cambio de Gobierno.
Pero el PSOE de Zapatero no termina de convertir en expectativa de una pr¨®xima victoria electoral el malestar ciudadano que se reflej¨® con el Prestige y la guerra de Irak, ni la existencia de una mayor¨ªa social de izquierda. Hasta ahora algunos le reprochaban que por carencia de programa, pero es un argumento que ya no vale. Las dificultades del PSOE para despegar tampoco pueden reducirse al buen funcionamiento de la m¨¢quina de propaganda del PP y a su hegemon¨ªa en los medios. No, tambi¨¦n hay un problema de personas, de imagen de las personas. Muchos ciudadanos se interrogan sobre qui¨¦n podr¨ªa aplicar las propuestas del PSOE.
Zapatero ha demostrado ser un hombre sensato, dialogante, abierto a nuevas ideas y con sentido de Estado. Pero su imagen de l¨ªder no acaba de cuajar porque no se le ve ese br¨ªo, esa firmeza, esa determinaci¨®n, esa capacidad de imponer la disciplina entre los suyos que se espera de la persona que aspira a dirigir un pa¨ªs muy conflictivo. Tampoco ha presentado hasta ahora ese equipo, de sangre nueva y veterana, con el que podr¨ªa constituir un Gobierno s¨®lido. Y por ¨²ltimo, su partido sigue transmitiendo una imagen de desuni¨®n. Frente al monolitismo del PP, la pluralidad existente en el PSOE podr¨ªa ser incluso un activo electoral, pero siempre y cuando los ciudadanos sintieran que, terminado el debate, las decisiones son asumidas por todos y ejecutadas por un firme timonel.
Relativamente j¨®venes, Zapatero y sus colaboradores pueden tener la tentaci¨®n de pensar que disponen de mucho tiempo por delante. Aunque pierdan en marzo, los siguientes comicios les llegar¨ªan en una edad estupenda para gobernar. Pero su tiempo personal quiz¨¢ no sea el de los millones de militantes, simpatizantes y votantes de la izquierda que creen haber tenido ya demasiado con ocho a?os de PP. ?Est¨¢n Zapatero y los suyos verdaderamente decididos a poner en pr¨¢ctica su programa a partir de la pr¨®xima primavera? Les quedan apenas unas semanas para demostrar que quieren ganar.
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