El teatro de la figura

La atenci¨®n filos¨®fica dedicada al hombre en la Grecia cl¨¢sica permiti¨® la idealizaci¨®n del cuerpo humano tal como se manifiesta en la estatuaria y en su proyecci¨®n abstracta en los can¨®nicos ¨®rdenes arquitect¨®nicos. La mimesis idealizada y la abstracci¨®n de las proporciones del cuerpo son los dos grandes ejes en los que se apoya la cultura art¨ªstica occidental. Las vanguardias, en su af¨¢n anticlasicista, intentaron generar unas obras art¨ªsticas que carecieran de referentes ajenos al propio arte, despreciando la imitaci¨®n y renunciando a la figuraci¨®n. As¨ª, cuando las im¨¢genes del cuerpo humano vuelven a aparecer, con movimientos como el pop art, lo hacen como iconos y no como figuras.

El escultor Juan Bordes (Las Palmas de Gran Canaria, 1948), partiendo de un profundo conocimiento de las teor¨ªas del humanismo y de la tratad¨ªstica art¨ªstica, se plante¨® en los a?os setenta una recuperaci¨®n de la figura humana que, alej¨¢ndose de las vanguardias, est¨¢ m¨¢s pr¨®xima al existencialismo que a las corrientes del realismo. Frente al redescubrimiento del cuerpo como potencial elemento de liberaci¨®n de la sexualidad o de reivindicaci¨®n militante del feminismo, el trabajo de Juan Bordes parece querer indagar en lo que hay de arquet¨ªpico en los cuerpos, para lo cual parte de la idea cl¨¢sica de figura a la que somete a procesos de disecci¨®n, deformaci¨®n, hibridaci¨®n y desmembramiento, recurriendo a todas las posibilidades que han ofrecido las pr¨¢cticas de la posmodernidad.

Sus figuras, torturadas y retorcidas, fragmentadas o esquematizadas, son el resultado de un proceso acumulativo de trabajo e investigaci¨®n pl¨¢stica en el que est¨¢n presentes diferentes concepciones, desde la idea humanista de figura hasta los estudios gesticulantes de Messerschmidt, desde la teatralidad de un Bernini hasta el descarnado realismo de lo anat¨®mico. Pero todo ello aparece tratado con un lenguaje pl¨¢stico y unos materiales inequ¨ªvocamente actuales.

El sentido del trabajo escult¨®rico de Juan Bordes se hace particularmente evidente en la actual exposici¨®n, en la que se recogen no tanto las muestras concretas de su obra como los procesos creativos de que se sirve el artista en su propio estudio. Por medio de algunas figuras e instalaciones, de una interesante colecci¨®n de registros fotogr¨¢ficos que terminan por convertirse en obras aut¨®nomas, y de unas videoinstalaciones se muestra la intimidad de ese laboratorio de cuerpos. Todo el conjunto de la exposici¨®n es, a su vez, una gran instalaci¨®n, una especie de escenograf¨ªa en la que se recrean las figuras en diversos ambientes, en la que el cuerpo humano protagoniza diferentes papeles que se representan en un taller de artista que se ha convertido en proscenio de pasiones existenciales.