Un islamista al frente de la ciudad imperial
Ante las puertas del despacho de Aboubakr Belkora se agolpan todav¨ªa, a ¨²ltima hora de la ma?ana, una veintena de personas, chabolistas, vendedores ambulantes, un ciego y hasta una francesa que pleitea sobre una propiedad inmobiliaria. A veces llevan toda la ma?ana esperando, pero no se dan por vencidos porque saben que pronto o tarde ser¨¢n recibidos por el alcalde de Meknes.
"Recibo a unas sesenta personas al d¨ªa", explica Belkora, de 49 a?os, "lo que me absorbe mucho tiempo en detrimento del estudio de otros asuntos pendientes". "A veces me pregunto si debo seguir haci¨¦ndolo -no puedo delegar porque los que hacen cola quieren contar su problema al alcalde y a nadie m¨¢s-, pero creo que tomarse la molestia de escuchar a la gente de la calle es uno de los rasgos de identidad de mi gesti¨®n, que marca diferencias con la anterior Administraci¨®n, aunque eso me obligue a trabajar 14 horas al d¨ªa".
"Los islamistas hemos empezado a moralizar la vida p¨²blica. Antes, la gesti¨®n era catastr¨®fica. Hab¨ªa un gran derroche y estaba salpicada por la corrupci¨®n"
"El PJD me explic¨® que ten¨ªa que involucrarme en pol¨ªtica, que permanecer al margen era caer en el pecado, y acept¨¦. Tendr¨ªa que haberme afiliado antes"
La "anterior administraci¨®n" eran los partidos artificiales, creados a?os atr¨¢s por el entonces ministro del Interior, Driss Basri, o los de la izquierda. Desde finales de septiembre, el nuevo alcalde es del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), la ¨²nica formaci¨®n islamista legal, que gan¨®, con mayor¨ªa relativa, las elecciones municipales en esta vieja ciudad imperial del este de Marruecos a la que la estad¨ªstica oficial atribuye algo menos de medio mill¨®n de habitantes.
Meknes es la mayor aglomeraci¨®n urbana del pa¨ªs con un primer edil islamista, y Temara, una ciudad dormitorio de 250.000 habitantes colindante con Rabat, la segunda. El PJD opt¨® voluntariamente por restringir el n¨²mero de sus candidaturas a las municipales y desde el Ministerio del Interior se le incit¨® a que lo recortara a¨²n m¨¢s. S¨®lo se present¨® en la mitad de las circunscripciones de las grandes urbes. All¨ª donde concurri¨® fue casi siempre el m¨¢s votado.
En Meknes, Belkora ha formado, para alcanzar la mayor¨ªa, una coalici¨®n con peque?as formaciones en las que no conf¨ªa a ciegas. "Es un problema gobernar con personas con otra trayectoria", reconoce el alcalde. "Aunque delego, ejerzo tambi¨¦n un control sobre los asuntos que llevan los dem¨¢s ediles", a?ade. "Todos los expedientes pasan por mis manos".
Primeros cambios
?Qu¨¦ ha cambiado en los tres meses que lleva al frente del Ayuntamiento? "Antes, la gesti¨®n era catastr¨®fica", contesta Belkora. "Hab¨ªa un gran derroche, los concursos y las adjudicaciones estaban salpicados por la corrupci¨®n". "Los asuntos que no eran lucrativos permanec¨ªan paralizados". "Ahora hemos empezado a moralizar la vida p¨²blica".
"Le pongo un primer ejemplo", prosigue el alcalde, "la compa?¨ªa p¨²blica de transporte urbano tiene un d¨¦ficit acumulado, dif¨ªcil de explicar, de 20 millones de euros". "Vamos a privatizar el transporte y ahora me dispongo a recibir a una delegaci¨®n de la empresa espa?ola ALSA", cuyos autobuses naranjas ya circulan por Marraquech. "Conf¨ªo en que los espa?oles se den cuentan de que los islamistas no nos comemos a los ni?os crudos".
La mejora del transporte urbano no es, sin embargo, el proyecto m¨¢s ambicioso del equipo de gobierno islamista. Belkora repite hasta la saciedad que "antes de finales de 2004 se erradicar¨¢ el chabolismo en Meknes". La tarea parece ingente porque ni siquiera el alcalde sabe cu¨¢ntas decenas, acaso cientos, de miles de personas viven en las cinco grandes barriadas m¨ªseras de su ciudad.
Sus medios son adem¨¢s escasos, aunque es probable que la Fundaci¨®n Hassan II, vinculada al palacio real, haga una contribuci¨®n. El presupuesto municipal se elevar¨¢ en 2004 a 20 millones de euros, de los que los salarios de los 2.090 funcionarios absorben el 48%. "Hay demasiados funcionarios, podr¨ªamos hacer la misma labor con la mitad", se?ala Belkora. "No les vamos a echar -s¨ª hemos suspendido la contrataci¨®n-, pero les queremos redistribuir prestando algunos a asociaciones de beneficencia, guarder¨ªas, etc¨¦tera".
El Ayuntamiento podr¨¢ realojar a los chabolistas, pero en la periferia de la ciudad siguen amonton¨¢ndose campesinos. "?se es el principal problema de Meknes", recalca Belkora, "el ¨¦xodo rural provocado por recientes a?os de sequ¨ªa". "La poblaci¨®n real puede ahora rondar el mill¨®n de habitantes", afirma. Casi todas las grandes urbes marroqu¨ªes padecen el mismo fen¨®meno de hacinamiento de ex campesinos en sus suburbios.
Hasta ahora, el alcalde parec¨ªa s¨®lo un buen gestor, pero su tufillo religioso emerge, por ejemplo, cuando se le pregunta por las bebidas alcoh¨®licas en una ciudad en la que numerosos turistas visitan los monumentos construidos en tiempos de Mulay Ismail. "Es un asunto que depende, ante todo, del gobernador", precisa, "pero admito que no creo que se deba vender en las tiendas ni en la medina [casco antiguo]". "No estoy en contra de que se consuma en los hoteles" que frecuentan los extranjeros.
La secretaria del alcalde no lleva el hijab (pa?uelo isl¨¢mico), y su mujer tampoco. "Es verdad", reconoce, "que me gustar¨ªa que lo llevasen, aunque no pienso forzar a nadie".
Belkora es un propietario agr¨ªcola formado en Francia que, cuando compr¨® una hacienda en Ait Yaaden, cerca de Meknes, a un colono franc¨¦s, lo primero que hizo fue arrancar las vi?as y sustituirlas por ¨¢rboles frutales. Luch¨® despu¨¦s porque la cooperativa a la que pertenece dejase de producir vino. Perteneciente a una familia acomodada y muy piadosa, el alcalde nunca se hab¨ªa dedicado a la pol¨ªtica hasta hace un par de a?os.
El PJD intent¨® captarle directamente y, como Belkora se resist¨ªa, recurri¨® a su padre para que le convenciese de que aceptase figurar en sus listas. "A ¨¦l y a m¨ª nos explicaron que los tiempos hab¨ªan cambiado, que era nuestro deber de buen musulm¨¢n involucrarnos en pol¨ªtica, que si no particip¨¢bamos, ca¨ªamos en el pecado", recuerda. "Vi en ellos a hombres honrados, trabajadores y patriotas". "Me convencieron". "Tendr¨ªa que haberme afiliado antes".
Extra?o recuento
Su estreno en pol¨ªtica no fue un ¨¦xito. Belkora se present¨® a diputado en septiembre de 2002, pero no sali¨® elegido. "Durante el recuento oscilaba entre el primero y el segundo m¨¢s votado en la circunscripci¨®n", explica, "pero, de sopet¨®n, todo cambi¨® y me ca¨ª". "Parece que si sal¨ªa elegido, el PJD rebasaba la cuota de diputados que le hab¨ªan sido permitidos", afirma, aunque reh¨²sa precisar qu¨¦ autoridad habr¨ªa atribuido un techo de esca?os a los islamistas.
Tambi¨¦n se resiste a hablar de manipulaci¨®n en los comicios municipales de hace tres meses, pero sus colaboradores no dudan en afirmar que los islamistas consiguieron al menos 17 concejales en Meknes, aunque tuvieron que conformarse con 14. Belkora est¨¢ rodeado de un equipo de j¨®venes universitarios del PJD que le asesoran.
"Prefiero ser alcalde antes que diputado en Rabat", se consuela. "Antes hab¨ªa gentes que consideraban a Meknes como su propiedad privada, y esto se ha acabado". "Gestionarla me da pie para tratar de cambiar la imagen negativa de los islamistas". "?Cree usted que habr¨¢ alguna ciudad espa?ola dispuesta a hermanarse con Meknes?".
Temara, la urbe con m¨¢s crecimiento
MO REJDALI, el alcalde islamista de Temara, sonr¨ªe sin interrupci¨®n, incluso cuando cuenta los grav¨ªsimos problemas que padece la ciudad que dirige desde hace tres meses. A diferencia de su hom¨®logo de Meknes, Rejdali, de 46 a?os, no es un reci¨¦n llegado a la pol¨ªtica. Es desde hace casi doce a?os miembro del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), una actividad que compaginaba hasta hace poco con su profesi¨®n de bot¨¢nico, que le ha llevado a desempe?ar cargos en la Administraci¨®n.
"Con un 9% de crecimiento demogr¨¢fico anual, ¨¦sta es la ciudad con la expansi¨®n m¨¢s r¨¢pida de Marruecos", asegura Rejdali en su despacho, presidido por el retrato del rey Mohamed VI y de su padre, Hassan II. "El ¨²ltimo censo, el de 1994, le daba 162.000 habitantes, y yo sospecho que ahora somos como m¨ªnimo 250.000".
Ni que decir tiene que en esta ciudad-dormitorio, cuya poblaci¨®n trabaja en la vecina Rabat, "falta de todo, empezando por las infraestructuras y las viviendas decentes", seg¨²n Rejdali. El alcalde calcula que al menos 100.000 personas se alojan en chabolas o en casas carentes de agua y luz. De ah¨ª que s¨®lo se atreva a pronosticar que en 2009, al final de su mandato, habr¨¢ reducido el chabolismo en un 25%.
Para gestionar esa ciudad, cuyas costuras revientan, Rejdali cuenta con un presupuesto de tan s¨®lo seis millones de euros, de los que el 65% ir¨¢ a parar a gastos de funcionamiento. Por eso est¨¢ empe?ado en que los contribuyentes paguen los impuestos atrasados. "Rondan los seis millones de euros", se lamenta.
"?Que qu¨¦ ha cambiado en tres meses?", se pregunta a s¨ª mismo el alcalde. "Estamos recuperando la confianza de la gente en la Administraci¨®n municipal".
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