La noche de los reyes vivientes
El parecido
Puestos a buscar parecidos improbables, lo mismo Carlos Fabra es un Robert de Niro de La Plana en m¨¢s mafioso, en lo que toca a su envergadura actoral y al detalle a?adido de las gafas te?idas para ver el mundo seg¨²n convenga (y a veces conviene mucho), as¨ª como Camps ser¨ªa el vacilante Chamberlain de El p¨¢jaro espino, aunque en esta tonta comparaci¨®n hay que precisar que el actor americano casi siempre ha hecho de hombre bueno, algo que ser¨ªa exagerado atribuir a un President que de pronto vuelve atr¨¢s sobre su sal¨®n de los pasos perdidos, tan prescindibles para el ciudadano como tal vez imprescindibles para s¨ª mismo. Podr¨ªa decirse de algunos pol¨ªticos que son actores en la peor representaci¨®n de sus tornadizas vidas. Y a?adir que los ciudadanos de pocos posibles, que son muchos en cualquier territorio de este mundo, apenas si consiguen actuar lo necesario para poder sobrevivir.
El dictador en su guarida
La verdad es que las obscenas im¨¢genes ampliamente difundidas de la captura de Sadam Husein muestran a un hombre sospechoso de albergar piojos en sus cabellos y a saber qu¨¦ miasmas entre los huecos de sus dientes, m¨¢s que de almacenar armas de destrucci¨®n masiva distintas a la destrucci¨®n total de un icono anta?o tan temido. Es posible que esa imagen de derrota constre?ida a los menguados confines de un zulo improvisado se parezca en algo a la de un Fidel Castro reci¨¦n levantado de no se sabe nunca qu¨¦ cama antes de acicalarse para arengar a unas aburridas m¨¢s que aguerridas masas. Pero, con todo, tanto uno como otro tienen mejor aspecto que esos miles de prisioneros afganos en Guant¨¢namo, bajo un disfraz de color butano que puede reventar en cualquier momento y con el que no pueden ni caminar si no es con la ayuda de un par de sol¨ªcitos soldados norteamericanos.
Decir alguna cosa
Pese a todo, podemos estar de acuerdo en que tanto la Navidad como el tr¨¢nsito entre a?os, por no mencionar la Noche de Reyes, son aconteceres mucho m¨¢s soportables que la torpe ordal¨ªa publicitaria que se empe?a en anunciarlos. Se dir¨ªa que esas fechas podr¨ªan pasar desapercibidas de no ser por la terrible log¨ªstica anunciadora que finge arroparlas sin otro prop¨®sito que aumentar su cuenta de beneficios. Y, sin embargo, esas fechas, por odiosas que puedan parecer a tanta gente que ignora su infancia o la detesta, no son tan terribles como parece. M¨¢s all¨¢ de los pringosos anuncios que las venden, hay algo de misterio en el paso del a?o y en la religiosidad difusa que lo precede. Y hay, sobre todo, algo de nosotros mismos, entra?able o tal vez tedioso, a lo que no se puede renunciar as¨ª como as¨ª. No hablo de la alegr¨ªa, sino de los conflictos preteridos de unas fechas sin excusa y de pretexto poderoso.
Armas en vuelo
Parece que el regalo de Reyes del presidente Bush no es ni m¨¢s ni menos que la exigencia de que los aviones vuelen infiltrados de agentes armados, cosa que al parecer aumentar¨ªa la seguridad de vuelo en Estados Unidos pero que bien podr¨ªa aumentar de manera notable el ¨ªndice de infartos entre el pasaje. No es por nada, pero acaso ni siquiera el presidente Bush est¨¦ en condiciones de asegurar que sus agentes no enloquecer¨¢n de pronto alardeando de armamento disparado al aire, o someter¨¢n a cualquier pasajero sospechoso a una de esas severas sesiones de apaleamiento que tanto gusta de practicar la polic¨ªa de Los ?ngeles, preferentemente sobre los parias de la poblaci¨®n afroamericana. La sospecha de que para el FBI es sospechoso todo aquel que no sea el presidente Bush o no pertenezca al FBI, no hace sino peligrar todav¨ªa m¨¢s la navegaci¨®n a¨¦rea. ?Y si el pr¨®ximo ataque se produce en un yate de recreo al arribar a un puerto muy concurrido?
La Iglesia como sindicato
La sucursal espa?ola de la Iglesia cat¨®lica cuenta con su nomenclatura a la sovi¨¦tica, su ej¨¦rcito de liberados subvencionados por el Estado y con unos cuantos millones de espont¨¢neos que siguen sus oficios. Es, en suma, una cadena distribuidora de servicios divinos y terrenales, avezada transnacional que promueve las tareas m¨¢s diversas en los ¨¢mbitos m¨¢s distintos. Sus funciones no siempre eluden el pintoresquismo interesado. El cardenal arzobispo Rouco Varela asegura que la regulaci¨®n de las parejas de hecho produce sociedades ancianas y ajenas a la solidaridad. Se ve que este hombre est¨¢ persuadido no s¨®lo de que no hay que follar fuera del matrimonio can¨®nico, sino que no lo hacen las parejas que eligen otras f¨®rmulas de convivencia. Dicho sea a sabiendas de que es lo menos que puede decirse sobre las declaraciones del divino, aunque muy humano, cardenal.
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