Primera derivada
Para un profesor de "Did¨¢ctica de las Matem¨¢ticas", como es mi caso, resulta muy frustrante reconocer el fracaso educativo que supone el escaso conocimiento en esta materia de la poblaci¨®n en general. Apenas algunos conceptos aritm¨¦ticos y geom¨¦tricos, algunas nociones b¨¢sicas de estad¨ªstica, y poco m¨¢s. Todo ello salpimentado de frecuentes errores, confusiones y t¨®picos, entre los que el m¨¢s enervante es ¨¦se de "? es que yo soy de letras", al que s¨®lo cabe replicar con un "pues entonces, ded¨ªcate al ¨¢lgebra" (chiste que entender¨¢ alguno de ciencias). Tras cursos de ense?anza obligatoria con restringido ¨¦xito en la divulgaci¨®n del metalenguaje matem¨¢tico, y sin entrar en honduras como los abstrusos porcentajes que tanto parecen complicar la vida de la mayor¨ªa de nuestros conciudadanos, existe un concepto de gran trascendencia que explicaremos con sencillez para transformar milagrosamente la vida de nuestros allegados.
La "primera derivada" de una funci¨®n mide su crecimiento, no su valor en un momento dado. La mayor parte de los elementos que valoramos en nuestra vida cotidiana, la felicidad, el amor, la familia, la amistad, la salud, el ¨¦xito, el dinero, la democracia,? condicionan nuestra existencia, pero m¨¢s que por su medida concreta por su variaci¨®n o "primera derivada". S¨®lo comprendemos la importancia de la salud, por ejemplo, cuando la recuperamos o salimos de un trance angustioso. Aporta m¨¢s bienestar mejorar nuestra posici¨®n social o econ¨®mica (crecer), que mantenerse o disminuir desde una situaci¨®n superior. Para expresarlo con claridad: un multimillonario que pierde la mitad de su fortuna, y se queda con s¨®lo mil millones de euros puede ser m¨¢s infeliz que un joven que duplica su modesto salario al progresar en su trabajo.
Esto tambi¨¦n sucede a escala colectiva: las sociedades m¨¢s felices y satisfechas no suelen ser las que m¨¢s tienen, sino las que mejoran m¨¢s sus condiciones de vida colectiva. Igualmente, se produce una gran depresi¨®n social cuando una ciudadan¨ªa ve estancado su progreso, o el de sus generaciones siguientes. Una f¨¢bula muy descriptiva demuestra el valor del crecimiento, m¨¢s que el punto de partida. Hab¨ªa una vez un rey muy triste que ten¨ªa un sirviente muy feliz. El rey estaba indignado y no consegu¨ªa explicarse por qu¨¦ su paje era feliz viviendo casi en la miseria. Llam¨® al sabio de la corte, quien le pidi¨® una bolsa con 99 monedas de oro para una prueba. Pusieron al alcance del criado el dinero, con una nota que dec¨ªa: "Este tesoro es tuyo. Disfr¨²talo". El sirviente lo recogi¨® y cont¨® las piezas: 99. "No puede ser", se dijo, y las recont¨® varias veces. Escondi¨® aquel capital, al tiempo que calculaba cu¨¢nto tiempo deber¨ªa trabajar para conseguir su moneda n¨²mero cien. Su optimismo, propio de quien hab¨ªa ido mejorando con el servicio al rey, desapareci¨® para siempre: Hab¨ªa entrado en el "c¨ªrculo del 99%", de quienes tienen casi todo y se agobian intentando la plenitud. Antes, hab¨ªa ido progresando del 1 al 2%, al 3%,? pero ahora se enfrentaba a una mejora imposible. Todos hemos sido educados en esa necia suposici¨®n, de que siempre nos falta algo para estar completos, y s¨®lo as¨ª gozar de lo que se tiene. Nos ense?aron que la felicidad debe esperar a completarse... Y como siempre falta algo, nunca se disfruta de la vida. Cambiemos para saborear nuestros tesoros presentes y para incrementarlos modestamente con gozoso entusiasmo.
Tres conclusiones pr¨¢cticas:
1? Cuanto mayor nivel de infelicidad, m¨¢s f¨¢cilmente podemos comenzar a mejorar lo que nos reportar¨¢ un alto grado de felicidad. Aprendamos de las gentes sencillas, de los pueblos felices que avanzan sobre sus desventuras.
2? Valoremos lo que ya tenemos y por las mejoras accesibles, sin obsesionarnos por lejanas metas inalcanzables.
3? S¨®lo existe un camino infalible para actuar sobre la primera derivada y crecer imparablemente como personas y como sociedades: la propia educaci¨®n en todos los campos de lo humano y de lo divino, form¨¢ndonos y desarrollando nuestras inmensas capacidades f¨ªsicas, emocionales, intelectuales, culturales, sociales, econ¨®micas y espirituales.
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