Controles rec¨ªprocos
Estados Unidos ha impuesto de forma unilateral a los viajeros que entren en su territorio (exceptuados los turistas de 27 pa¨ªses, Espa?a entre ellos) unos rigurosos controles de identidad, que incluyen la toma de fotograf¨ªa y huellas dactilares, utilizados hasta hora para fichar a los sospechosos en las comisar¨ªas. El origen de esta iniciativa est¨¢ en el trauma del 11-S y en la psicosis antiterrorista que ha levantado, aunque no est¨¢ nada claro que medidas como ¨¦stas hubieran impedido aquellos atentados.
La respuesta l¨®gica ante estos controles es la reciprocidad. As¨ª lo ha puesto ya en pr¨¢ctica Brasil, aunque no cuenta con la tecnolog¨ªa electr¨®nica para tomar las huellas y debe hacerlo con el m¨¦todo menos limpio de la tinta. A los turistas europeos que viajen con un nuevo pasaporte equipado con banda magn¨¦tica no les afectar¨¢ de momento la medida, pero s¨ª a quienes tienen visados especiales para trabajar. Ser¨ªa l¨®gico que Europa introdujera medidas rec¨ªprocas. Debe ser posible pactar controles razonables que no rompan el delicado equilibrio entre seguridad y libertad. Eso es lo que deber¨ªa plantear a Colin Powell y al jefe del Departamento de la Seguridad Interna, Tom Ridge, la ministra espa?ola de Exteriores, Ana Palacio, cuando se entreviste hoy con ellos en Washington.
Las medidas que ayer entraron en vigor para los pasajeros que llegan a EE UU afectan en mayor o menor medida a todo el mundo. Tambi¨¦n a los espa?oles que viajen por motivos profesionales con visados especiales de trabajo.
Los pasajeros deber¨¢n rellenar tambi¨¦n un cuestionario en el que figuran desde las creencias religiosas, la dieta alimenticia o las tendencias pol¨ªticas. Durante la guerra fr¨ªa, a los visitantes se les preguntaba si hab¨ªan pertenecido a alg¨²n partido comunista. Ahora se entra en terrenos de la intimidad personal. Todo esto es un reflejo de que EE UU no sabe vivir sin enemigo. Tras el fin del comunismo, lo ha encontrado en el temor a un terrorismo ubicuo y escurridizo, que la Administraci¨®n de Bush alimenta porque cree que le favorece. Pero ¨¦ste puede ser el primer triunfo de los terroristas.
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