Un simple ejercicio matem¨¢tico
Confieso que siempre he sentido curiosidad por saber c¨®mo es un espectador normal. Quiero decir, un espectador que vaya al teatro con regularidad, que conozca bien el pulso de la actualidad teatral, pero que s¨®lo busque en la oscuridad de la sala la vaga promesa de una incierta catarsis. Pues bien, a Esther y Antoni los conozco del barrio. Son profesores, ella de qu¨ªmica, ¨¦l de electr¨®nica. Solemos coincidir en la terraza del Morryson los s¨¢bados, al sol, donde a veces, si nuestras mesas coinciden, charlamos. Espectadores ellos, cr¨ªtico yo, fue as¨ª como me fui enterando no s¨®lo de que sol¨ªan ir con frecuencia al teatro, sino de que lo hac¨ªan en grupo. Un grupo que este a?o celebra nada menos que 20 a?os de existencia. "?Veinte a?os?", exclam¨¦ yo con la admiraci¨®n de quien cree que el tiempo se compone s¨®lo de instantes dif¨ªciles de encadenar.
Vuitena Fila lo forman hoy unos cincuenta miembros, que habr¨¢n visto unos 600 espect¨¢culos desde 1984
Vuitena Fila lo forman, hoy, unos cincuenta miembros de los cuales s¨®lo unos pocos -Vicen?, Santas, Joan y ?ngels- se mantienen desde el principio. Cuando concluya la actual temporada (que es la que hace 20) habr¨¢n visto, desde 1984, unos 600 espect¨¢culos, lo que da una media de 30 obras anuales. No es un grupo que exija militancias comprometidas, y as¨ª resulta que, en la temporada 2002-2003, s¨®lo Vicen? (Ferrer), alma del grupo, asisti¨® a los 33 espect¨¢culos seleccionados. Pero hubo cinco miembros que asistieron a casi 30, nueve que asistieron a casi 20 y el resto en torno a 10 espect¨¢culos. Y hay, aparte, un pu?ado de espor¨¢dicos.
El caso es que, de acuerdo con Esther y Antoni, un d¨ªa me determino a seguirlos en una de sus salidas. Y as¨ª es como, un noche cualquiera, me encuentro en el nuevo Lliure con 15 de los miembros de Vuitena Fila para ver Glengarry Glen Ross (de David Mamet, con direcci¨®n de ?lex Rigola). En el hermoso hall color rojo Pompeya del teatro asisto al reencuentro, en cierto modo ritual, al intercambio de besos y sonrisas.
Y luego, ya en sala, me propongo realizar un ejercicio distinto de revisi¨®n, ajeno al tejer y destejer de las ideas. De hecho, me entretengo en observar al p¨²blico en su funci¨®n de espectador, que no es s¨®lo la de mirar -como indicar¨ªa la etimolog¨ªa- sino algo m¨¢s m¨¢gico. Tan m¨¢gico como dotar de aliento (divino) el barro de la creaci¨®n (esc¨¦nica). La verdad es que el p¨²blico respira con la obra, palpita en ella, vive prendido de los personajes y sus conflictos, y se deja absorber, durante el tiempo de la representaci¨®n, por un universo distinto al de su vida cotidiana.
A la salida, nos vamos todos juntos a tomar una copa en un bar de la Gran Via, donde tengo ocasi¨®n de hablar con todos ellos. Son profesores de instituto -historia, matem¨¢ticas, lengua-, pero hay tambi¨¦n ejecutivos, publicistas, un cocinero y hasta un funcionario de prisiones que resulta ser un afabil¨ªsimo licenciado en cl¨¢sicas. Aprovecho para sondear sus m¨¦todos de selecci¨®n de las obras y descubro, algo decepcionado, que las cr¨ªticas no les reportan orientaci¨®n alguna porque, para organizarse, deciden las obras que ver¨¢n mucho antes de que se estrenen. Se orientan, pues, por el autor, el director y los actores.
Luego sigo indagando. Echan de menos a Flotats y est¨¢n dolidos por el exilio de Llu¨ªs Pasqual. Valoran a Josep Costa por el entusiasmo de sus int¨¦rpretes. Tienen un excelente conocimiento de directores como Sergi Belbel, Xavier Albert¨ª, Calixto Bieito, Joan Oll¨¦ y ?lex Rigola, sobre los que discuten con soltura, y a veces sin piedad. No les gustan los musicales. De los dramaturgos, destacan a Albert Espinosa por su poes¨ªa. Les gustan las salas alternativas, aunque acuden al TNC, el Lliure y el Romea por los abonos de temporada. No buscan los descuentos porque prefieren asegurarse buenas butacas. Y s¨®lo en una ocasi¨®n, irritados por lo que consideraron una tomadura de pelo, se fueron del teatro a media funci¨®n.
Es evidente que el l¨ªder es Vicen?, que no s¨®lo mantiene la cohesi¨®n del grupo, sino que se ocupa de la intendencia y, cosa m¨¢s peliaguda, de la contabilidad, que lleva con iron¨ªa marcando en la lista a los morosos en un rojo vistoso. La comunicaci¨®n con el grupo sigue haci¨¦ndose mayormente por correo, aunque Internet ha aliviado tareas como la compra de entradas. Vicen? elabora, por puro placer estad¨ªstico, una memoria anual en la que cuantifica datos como la asistencia por espect¨¢culo, adem¨¢s de recoger los programas de mano y dejar constancia de otras actividades del grupo (como la cal?otada anual, de la que incluye fotos).
Salimos del bar y se repite el ritual de besos, a los que se a?aden las felicitaciones y los deseos de un a?o nuevo m¨¢s feliz y m¨¢s pr¨®spero. Luego, mientras me voy a casa, atravesando una ciudad que empieza a echarle el cierre a la noche, pienso en los espectadores y, de pronto, los veo multiplicarse en la pizarra en un simple ejercicio matem¨¢tico: "Jaimito, d¨ªgame usted cu¨¢ntos grupos como Vuitena Fila hacen falta para llenar todos los teatros de la ciudad durante todo un a?o". Y Jaimito, como respuesta, se rasca la cabeza.
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