La caba?a, la cueva y los cajeros autom¨¢ticos
En el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona se ha abierto una exposici¨®n con un t¨ªtulo provocador -Els altres arquitectes- y con un tema sugestivo: las construcciones que solemos llamar naturales porque son las habituales en las sucesivas pero lentas evoluciones del h¨¢bitat animal. Adem¨¢s de informarme sobre la complejidad de esas construcciones, la exposici¨®n me ha actualizado -incluso en el propio t¨ªtulo- una de las m¨¢s reiteradas referencias en la interpretaci¨®n de la arquitectura: la procedencia de unos modelos primitivos -es decir, de unas construcciones todav¨ªa emparentadas con lo animal- que, por un lado, han marcado determinados sistemas formales y, por otro, han servido como referencias e imposiciones morales cuando los estilos han derivado hacia irracionalidades adjetivas, insustanciales.
La forma y la estructura m¨¢s a menudo referida, sobre todo a partir de la Ilustraci¨®n, ha sido la caba?a primitiva, de la cual, desde Laugier hasta Viollet-le-Duc, se han propuesto diversas versiones en las cuales se mantiene siempre la idea de los troncos de ¨¢rbol como pilares de la construcci¨®n y las ramas como elementos ligeros para componer el tejado. La evocaci¨®n de este primitivismo ha sido utilizada como una "llamada al orden" cada vez que se ha intentado recomponer ese orden. Pero, adem¨¢s, las esencias formales de la caba?a han marcado una sucesi¨®n de interpretaciones formales y constructivas. As¨ª, el sistema de columnas y dinteles que proviene del doble uso resistente de la madera ha pasado a otros materiales y se ha mantenido a trav¨¦s de estilos diversos, desde el templo griego y sus derivaciones neocl¨¢sicas hasta la planta libre de Le Corbusier o los esquemas met¨¢licos de Mies. El modelo se ha mantenido hasta hoy, sometido a tres ofertas culturales: la aparici¨®n de nuevas tecnolog¨ªas, la imposici¨®n de c¨¢nones geom¨¦tricos que se derivan de las sobreestructuras ideol¨®gicas y, sobre todo, la acumulaci¨®n de s¨ªmbolos, figuraciones y preconceptos est¨¦ticos para la representaci¨®n monumental de la propia arquitectura.
Pero encontramos otras referencias a la vivienda primitiva a lo largo de la historia, quiz¨¢, incluso, m¨¢s emparentadas con la intuitiva construcci¨®n animal. Por ejemplo, la cueva. Si a la caba?a de madera se la ha considerado el primer paso hacia la construcci¨®n artificial -es decir, una primera muestra de civilizaci¨®n-, la cueva es el legado de un primitivismo m¨¢s radical, que dar¨¢ origen a las evocaciones de los m¨ªsticos medievales, los barrocos epic¨²reos y los poetas rom¨¢nticos, con el correspondiente bagaje moralizador. Pero, tambi¨¦n, con el entusiasmo de las referencias formales -m¨¢s que constructivas- y espaciales -m¨¢s que volum¨¦tricas- en los sucesivos intentos estil¨ªsticos. Por ejemplo, las construcciones que ofrecen a la b¨®veda todo el discurso est¨¦tico. Pero, tambi¨¦n, la arquitectura que parte de la expresi¨®n del espacio interior, independiz¨¢ndolo de la estructura y hasta del volumen y las fachadas -sin precedentes en la tradici¨®n de la cueva-, como en el Barroco m¨¢s rupturista o, incluso, en algunos cap¨ªtulos contempor¨¢neos como la arquitectura de la autonom¨ªa epid¨¦rmica, predicada por arquitectos -?escultores?- tan insignes como Hadid, Gehry y Liebeskin.
La caba?a y la cueva han sido, pues, dos referencias. Pero, tal como va el mundo, tendremos que aceptar otro modelo que est¨¢ tomando mucha importancia: la residencia n¨®mada, provisional e, incluso, ef¨ªmera que quiz¨¢ tenga su precedente en las tiendas primitivas como s¨ªntoma de manufactura artificial, menos que la caba?a, pero m¨¢s que la cueva. Este modelo se desarrolla hoy seg¨²n dos maneras contradictorias. Las caravanas, las mobil-houses, los campamentos militares, las casas de emergencia y los barrios de conquista territorial, y la vivienda flexible y trasladable son muestras positivas de la derivaci¨®n de este modelo. Pero, en el mismo, encontramos la triste e incivilizada realidad de la manera de vivir de los sin techo, los barraquistas y las grandes masas del Tercer Mundo. En este caso, la referencia al estado primitivo -a la naturalidad de la residencia primitiva- no aporta ning¨²n dato positivo, ni esperanzador, ni siquiera moralizador. Ha sido un proceso negativo. Quiz¨¢ la rudimentaria vivienda construida con residuos de la basura, con cajas de cart¨®n recicladas, con mantas deshilachadas bajo la protecci¨®n de un p¨®rtico o de un cajero autom¨¢tico sea la que m¨¢s se parezca -en el m¨¦todo, pero no en el resultado- a los nidos y las madrigueras de muchos animales que se muestran en esa exposici¨®n del Museo de Ciencias Naturales. Pero, en realidad, demuestra que la civilizaci¨®n no ha resuelto todav¨ªa los problemas sociales m¨¢s profundos porque ella misma ha propiciado una econom¨ªa de explotaci¨®n en la que no ha sido posible ni siquiera la mejora de los sistemas de alojamiento de los p¨¢jaros y las culebras. La t¨¦cnica, el orden intelectual y la carga de s¨ªmbolos no ha alcanzado a la mayor¨ªa de la humanidad porque sigue al margen de los sistemas sociales y productivos.
?Ten¨ªan conciencia de ello los sofisticados ex¨¦getas de la m¨ªmesis arquitect¨®nica, los moralistas del a?o 600 o los rom¨¢nticos historicistas cuando reclamaban el retorno a la caba?a y a la cueva y la superaci¨®n de la urbanidad con el retorno a la austeridad del ruralismo? ?Aceptar¨ªan ahora el espect¨¢culo de los sin techo, tan naturales y tan primitivos?
Oriol Bohigas es arquitecto.
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