Deshielo indo-paquistan¨ª
Si al menos sirve para que el conflicto de Chachemira no se salga del tiesto, el acuerdo en Islamabad, al margen de una cumbre regional, entre el presidente de Pakist¨¢n, Pervez Musharraf, y el primer ministro indio, Atal Behari Vajpayee, habr¨¢ hecho historia. Pero, pese a la buena voluntad de ambos mandatarios, ni siquiera est¨¢ garantizado ese control sobre la situaci¨®n, que si se pierde podr¨ªa llevar al enfrentamiento entre dos potencias nucleares. Lo pactado es, como han dicho sus protagonistas, un punto de partida, no de llegada. Chachemira, el ¨²nico Estado de la India de mayor¨ªa musulmana y que ha provocado serios enfrentamientos a lo largo de los ¨²ltimos 50 a?os, no es un problema que, hoy por hoy, se pueda resolver, sino conllevar. Para la estabilidad regional es crucial que Pakist¨¢n e India se entiendan y cooperen no s¨®lo en evitar que Cachemira vuelva a convertirse en tierra de enfrentamientos armados, sino en generar confianza mutua.
El paso decisivo lo dio Musharraf el pasado 18 de diciembre al declararse p¨²blicamente dispuesto a renunciar a un plebiscito de autodeterminaci¨®n en Cachemira, siempre que India se abriera a un di¨¢logo sobre el futuro de este territorio. Su apuesta le hace ganar adeptos
en el mundo, aunque no necesariamente dentro de su propio pa¨ªs. Este "di¨¢logo compuesto", que comenzar¨¢ en serio en febrero, depende por parte paquistan¨ª de un Musharraf que en diciembre ha escapado por poco a dos atentados en su pa¨ªs. El ataque terrorista contra el Parlamento indio en Nueva Delhi, en 2002, puso a ambos pa¨ªses al borde de la guerra. Ahora se retiran de ese precipicio. Aunque el presidente paquistan¨ª le ha prometido a Vajpayee que no tolerar¨¢ desde su territorio atentados terroristas contra la India, carece de capacidad real para garantizarlo.
EE UU ha revelado estos d¨ªas que Pakist¨¢n hab¨ªa ayudado a Libia y a Corea del Norte en sus respectivos, aunque desiguales, programas nucleares. M¨¢s que una guerra por Cachemira, lo que hoy pone los pelos de punta a muchos estrategas es la posibilidad de que el general que gobierna en Pakist¨¢n sea depuesto o asesinado y el arsenal nuclear pueda caer en manos de un r¨¦gimen islamista radical que le sustituya. El general Musharraf es un mal menor, y probablemente la ¨²nica oportunidad de encauzar hoy la disputa sobre Cachemira. Vajpayee lo ha entendido. Y sabe que a sus 79 a?os puede ser su ¨²ltimo intento de conseguir la paz.
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