Las rebajas
Ya est¨¢n aqu¨ª. Ya han llegado las rebajas. La ciudad se llena de carteles con promesas y, como todos los a?os, los informativos abren con las im¨¢genes de un grupo de personas que, a las diez en punto, esperan la apertura de los grandes almacenes para tirarse en picado a los montones de gangas.
Ah¨ª los tienes: corren entre los expositores y las mesas; sus ojos saltan de un precio a otro igual que un loro cambiando de columpio: antes, cincuenta euros; ahora, treinta y cinco con noventa y nueve. Algunos miran como a enemigos a los que est¨¢n al lado y otros se agarran a las oportunidades no s¨¦ si lo mismo que un pescador a su ca?a o lo mismo que un pez a un anzuelo. Hay quien busca cosas concretas y quien se llevar¨ªa a casa a Hitler, si se lo dejan a buen precio. Hay quien le birla al vecino una falda o unos guantes que estaba a punto de aferrar y hasta quienes discuten destempladamente por una prenda: la ten¨ªa yo, se?ora; no, de eso nada, perd¨®neme pero la hab¨ªa apartado yo. No me extra?ar¨ªa encontrarme a la madre Teresa de Calcuta y a Gandhi en la secci¨®n de textiles, discutiendo avinagradamente por una tela para hacer t¨²nicas.
Yo soy muy despistado, una de esas personas capaces de perder la pernera derecha del pantal¨®n mientras se pone la izquierda, ya me entienden; y por eso nunca me entero de d¨®nde est¨¢n exactamente los chollos, cu¨¢l es la estanter¨ªa en la que los abrigos de hoy cuestan menos que los calcetines de ayer; o qu¨¦ productos tienen un descuento mejor; o d¨®nde est¨¢ el sitio donde pagas dos y te llevas tres. De hecho, la ¨²nica vez que lo consegu¨ª ocurri¨® algo extra?o: pagu¨¦ dos camisas y me dieron un juego de t¨¦ marroqu¨ª y tres discos de Ana Bel¨¦n. Bueno, sal¨ª ganando.
A m¨ª me caen muy bien los compradores de rebajas, porque me parecen los ¨²ltimos so?adores, las ¨²ltimas personas de nuestra especie que conf¨ªan en encontrar cada 7 de enero su Eldorado, por as¨ª decirlo, si es que una sopera de aluminio con el 10% de descuento y Eldorado admiten alguna clase de comparaci¨®n. Pero que en este mundo suspicaz, tan lleno de esquinas y desconfianza, haya quien conf¨ªe en la fortuna y salga de un comercio feliz, seguro de haberse ahorrado algo y de haber hecho un buen negocio, me parece estupendo. Que lo disfruten.
En realidad, prefiero ese tipo de persona que el contrario, el del agorero que siempre conoce la cara en sombra de todas las lunas, ese ser cenizo, resabiado y aguafiestas que, en el momento en que le ense?as tus compras, pone un gesto de conmiseraci¨®n y te dice: "Pero hombre, qu¨¦ inocentes sois. Si todo eso es mentira. Un aut¨¦ntico enga?abobos. Lo que os venden como oportunidades son nada m¨¢s que restos de serie, telas decoloradas, productos de menor calidad; electrodom¨¦sticos y ropa usada; g¨¦nero sobrante; materias impuras; muebles con taras...".
Mejor ni o¨ªr a esa gente. Mejor conservar la ilusi¨®n por las cosas mientras sea posible, ?no opinan igual? Y si nos venden humo, nos timan d¨¢ndonos gato por liebre o nos enga?an usando cualquiera de las mil y una formas en que uno siempre puede ser enga?ado, pues para eso est¨¢n las asociaciones de consumidores y los tribunales. A veces, los tribunales son un poco lentos y para cuando dictan sentencia el anorak defectuoso hay que cambi¨¢rselo al adolescente que lo compr¨® por una dentadura postiza y dos paquetes de pa?ales, pero al final la justicia siempre resplandece.
La ciudad, cuando llegan las rebajas, se convierte en una mina de oro, un lugar en el que todo es posible, en el que las etiquetas tienen tachaduras rojas y sus n¨²meros grandes se convierten en n¨²meros peque?os. Los maniqu¨ªes se llenan de caridad y se transforman en nuestros aliados. Los escaparates nos reclaman para ofrecernos euros a cincuenta c¨¦ntimos. Los dependientes, generosos como misioneros, nos recomiendan las mejores ofertas. De repente, todos parecen querer darnos algo, en lugar de querer quit¨¢rnoslo.
?Saben por qu¨¦ me gustan las rebajas? Porque son el ¨²nico momento del a?o en que el dinero da la impresi¨®n de ponerse de nuestra parte. Gaste su dinero y su econom¨ªa mejorar¨¢. ?Es verdad o es mentira?
Ya est¨¢n aqu¨ª. Son las rebajas.
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