Mignogna retrata el drama y la dignidad de los cartoneros de Villa Itat¨ª
El director argentino encuentra en Quilmes "el lugar donde abrir ese paquete de amor con el que a veces no se sabe qu¨¦ hacer"
El director argentino Eduardo Mignogna (Buenos Aires, 1940) se mira por estos d¨ªas en los cr¨¦ditos de una pel¨ªcula que le ha cambiado la vida. El documental Cartoneros de Villa Itat¨ª, con el que gan¨® el Festival Latinoamericano de V¨ªdeo celebrado en la ciudad de Rosario y el de V¨ªdeo y Cine Documental, fue exhibido el pasado 20 de diciembre por la cadena de televisi¨®n de mayor audiencia de Argentina a cambio del cami¨®n que necesitaba la cooperativa de cartoneros con la que Mignogna colabora desde hace dos a?os.
Hace ya tiempo, la noche en que la Asociaci¨®n de Cr¨ªticos de Cine de Argentina entregaba los premios C¨®ndor en un teatro del centro de Buenos Aires, Eduardo Mignogna, candidato al t¨ªtulo de mejor director, com¨ªa unos chorizos a la parrilla en medio del fango y de las pilas de cart¨®n, papel y pl¨¢stico, basura ya clasificada, y escuchaba cantar a los vecinos de las casillas y compa?eros de la Cooperativa de Cartoneros de la Villa Itat¨ª, en Quilmes, 20 kil¨®metros al sur de la capital federal.
Mignogna, director de Cleopatra, ganador de tres premios Goya por Sol de oto?o, El faro y La fuga, hab¨ªa llegado hace dos a?os a la villa junto con la periodista Ana Cacopardo para filmar un documental. Pero no pudo ni siquiera intentarlo. "Me sent¨ªa un intruso", recuerda. Regal¨® su c¨¢mara al Carca y ense?¨® a los dem¨¢s a usarla.
Desde el primer d¨ªa, seg¨²n cuenta, el director supo que hab¨ªa encontrado al fin "el lugar donde abrir ese paquete de amor con el que a veces no se sabe qu¨¦ hacer". En Itat¨ª, as¨ª llamada en homenaje a una Virgen muy popular en el noreste argentino, residen unas 48.000 personas, pero s¨®lo unas 250 familias participan de la cooperativa impulsada por tres monjas, la coreana Cecilia, la polaca Bea y la argentina Julia.
La trama del relato se teje con testimonios y confesiones recogidos entre los mismos miembros de la asociaci¨®n, nacida en medio de la desesperaci¨®n provocada por el derrumbe econ¨®mico del pa¨ªs a fines de 2001. Luis, uno de los dirigentes que sabe leer y escribir, lleva un diario personal y registra el paso del tiempo. El drama se expone sin golpes bajos ni sobrecargas, casi sin l¨¢grimas. Los protagonistas resisten con una formidable dignidad todo lo que sucede.
La polic¨ªa mata por la espalda a un adolescente de 15 a?os cuando se cruza en un tiroteo; el juez dice que actu¨® "en defensa propia". El caballo del chaval muere de tristeza. Los padres insisten, s¨®lo piden "justicia". Jorge, el presidente de la asociaci¨®n, parece quebrarse cuando le preguntan cu¨¢l es su sue?o. Casi no tiene dientes ya, tal vez por eso sonr¨ªe poco y habla con la boca apenas entreabierta: "Una casa con un cuarto para cada uno de mis hijos, ?es mucho pedir?".
Vanesa, su esposa, desaloj¨® una de las dos habitaciones de suelo de tierra en las que viven con seis hijos para que el peque?o espacio sobrante funcione como aula y sirva al apoyo escolar. Todos destacan, orgullosos, lo que han conseguido con la cooperativa. Creen que el futuro puede ser posible, al menos para sus hijos. Vanesa mira a la c¨¢mara y se pregunta: "?Alguna vez ser¨¢ diferente, no?".
Babelia
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