La guerra ficticia de Sharon

En las ¨²ltimas semanas han aparecido grietas en un consenso israel¨ª que hab¨ªa durado tres a?os acerca de que no existe interlocutor palestino para un proceso de paz, que el aut¨¦ntico objetivo de los palestinos es la liquidaci¨®n de Israel y que negociar con ellos antes de que el terrorismo acabe es "recompensar al terrorismo". Este consenso ha permitido al Gobierno del primer ministro Sharon mantener que su ¨²nica opci¨®n es emprender una guerra sin tregua contra los palestinos que, en palabras del jefe del Estado Mayor de la Defensa israel¨ª, el teniente general Moshe Yaalon, "grabar¨¢ profundamente en la conciencia de los palestinos que son un pueblo derrotado" antes de que pueda comenzar ning¨²n proceso pol¨ªtico.

Una serie de acontecimientos recientes hace pensar que este consenso est¨¢ empezando a erosionarse. Aproximadamente, un tercio de la poblaci¨®n de Israel manifest¨® su apoyo a una propuesta de paz entre israel¨ªes y palestinos anunciada por el antiguo ministro de Justicia Yossi Bei-lin y un antiguo ministro de la Autoridad Palestina, Yasir Abed Rabo. Cerca de 200.000 israel¨ªes y palestinos firmaron una declaraci¨®n que apoyaba una iniciativa de paz paralela liderada por un antiguo jefe del Shin Bet, el servicio secreto de Israel, Ami Ayalon, y un ex funcionario de la Autoridad Palestina, Sari Nusseibeh. Cien mil manifestantes se reunieron en una concentraci¨®n patrocinada por el anteriormente inactivo campo de la paz. Veinte pilotos de combate israel¨ªes, considerados como la ¨¦lite militar, emitieron una protesta p¨²blica contra la pol¨ªtica israel¨ª en los territorios.

Pero ha sido una afirmaci¨®n del teniente general Yaalon, que en una reuni¨®n con periodistas israel¨ªes critic¨® la actuaci¨®n del primer ministro, Ariel Sharon, y el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, la que ha tenido mayores repercusiones, precisamente a causa de que dichas cr¨ªticas proven¨ªan del oficial que hab¨ªa hablado anteriormente de c¨®mo la guerra "grabar¨¢ profundamente en la conciencia de los palestinos que son un pueblo derrotado". Seg¨²n Yaalon, las medidas de Sharon, lejos de derrotar al terrorismo, "incrementan el odio hacia Israel y refuerzan las organizaciones terroristas". Estas medidas, dijo, contribuyeron a la ca¨ªda del primer ministro de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, cuya oposici¨®n a la Intifada y determinaci¨®n de seguir una pol¨ªtica no violenta ofrec¨ªan a Israel una oportunidad poco com¨²n de poner fin al sufrimiento de ambas partes.

La s¨²bita conversi¨®n del general Yaalon fue seguida de un acontecimiento m¨¢s extraordinario a¨²n. El 14 de noviembre, cuatro ex jefes del Shin Bet se unieron en una advertencia dram¨¢tica a la opini¨®n p¨²blica israel¨ª de que las actuaciones del Gobierno estaban conduciendo al pa¨ªs a una "cat¨¢strofe". Los cuatro, que nunca podr¨ªan ser tachados de pacifistas o izquierdistas, identificaron el n¨²cleo del problema, la insistencia del Gobierno en combatir el terrorismo en un vac¨ªo pol¨ªtico. Una guerra as¨ª, dijeron, est¨¢ condenada al fracaso y desembocar¨¢ en el fin de la democracia israel¨ª y de su identidad jud¨ªa. La idea de que la guerra contra el terrorismo no se puede ganar ¨²nicamente con procedimientos militares, sino que adem¨¢s tiene que proporcionar a los palestinos perspectivas de una soluci¨®n pol¨ªtica, no puede considerarse revolucionaria. Es un punto de vista que los propios consejeros de seguridad de Sharon han propugnado. Los que critican a Sharon le han acusado de muchas cosas, pero la estupidez no es una de ellas. Entonces, ?por qu¨¦ no ha llegado ¨¦l solo a esta conclusi¨®n?

La respuesta inevitable a esta pregunta es que la guerra que Sharon est¨¢ librando no tiene por objeto derrotar al terrorismo palestino, sino la derrota del pueblo palestino y de sus aspiraciones de autodeterminaci¨®n nacional. En esta guerra, el terrorismo palestino no ha sido un enemigo, sino un aliado indispensable, al suministrar a Sharon el pretexto que le ha permitido proseguir implacablemente la implantaci¨®n de asentamientos jud¨ªos en Gaza y Cisjordania. A lo largo de los a?os, Sharon no ha hecho ning¨²n secreto de su convicci¨®n de que dichos asentamientos se deb¨ªan construir en tal medida que acabaran por constituir hechos consumados sobre el terreno que ning¨²n futuro Gobierno israel¨ª fuera capaz de deshacer. Las garant¨ªas de Sharon de comprometerse a lanzar un proceso de paz una vez que el terrorismo palestino haya sido derrotado son una mentira con la finalidad de ganar tiempo para asegurar la irreversibilidad del proceso colonizador.

Lo tr¨¢gico es que el terrorismo palestino es algo real, pero que s¨®lo puede ser derrotado si los terroristas pierden el apoyo del pueblo palestino. Y el pueblo palestino s¨®lo retirar¨¢ su apoyo si se mitigan sus sufrimientos bajo la ocupaci¨®n israel¨ª, y si Israel les ofrece una v¨ªa no violenta para alcanzar sus leg¨ªtimos objetivos nacionales. Pero Sharon ha demostrado una y otra vez a los palestinos que sus decisiones ocasionales de relajar las opresivas medidas de ocupaci¨®n obedecen solamente a razones t¨¢cticas, principalmente para aflojar la tensi¨®n en las relaciones de Israel con Washington. En los ¨²ltimos a?os, la opresi¨®n de la ocupaci¨®n solamente ha ido a peor. Y lo que es m¨¢s importante, Sharon no ha dejado ninguna duda en cuanto a que los objetivos nacionales palestinos son inalcanzables, hagan lo que hagan los palestinos, porque lo m¨¢ximo que est¨¢ dispuesto a ofrecerles es un "Estado" en algunas partes de Gaza y en menos de la mitad de Cisjordania, lo que en la pr¨¢ctica significa reservas rodeadas por las Fuerzas Armadas israel¨ªes y apartadas del resto del mundo por la denominada valla de seguridad.

Naciones Unidas acaba de publicar un informe con la conclusi¨®n de que la llamada valla de seguridad de Sharon en Cisjordania, cuya intenci¨®n, seg¨²n sigue insistiendo ¨¦l, es impedir que los terroristas puedan entrar en Israel, dejar¨¢ el 15% de las tierras de Cisjordania, que son el hogar de unos 274.000 palestinos, en el lado israel¨ª de la alambrada. Seg¨²n la ONU, esto alterar¨¢ las vidas de 680.000 palestinos. Si el muro sigue el trazado aprobado por Sharon en direcci¨®n oeste, como ha informado la prensa israel¨ª, se crear¨¢n en realidad tres enclaves palestinos no contiguos y aislados entre s¨ª. Los cuatro ex jefes del Shin Bet estuvieron de acuerdo en que la verja, tal y como la concibe Sharon y su Gobierno, no puede servir a los prop¨®sitos de seguridad si no establece una frontera, y no puede establecer una frontera si no sigue la L¨ªnea Verde (la frontera anterior a 1967).

Al rechazar todas las oportunidades de dar comienzo a un proceso pol¨ªtico, Sharon ha alegado que, mientras contin¨²e el terrorismo palestino, un proceso pol¨ªtico supondr¨ªa una recompensa para el terrorismo y un est¨ªmulo para continuar. Pero la deshonestidad de este argumento ha quedado de manifiesto en las negociaciones de Sharon con Hezbol¨¢ para el intercambio de 400 prisioneros palestinos, sirios y libaneses retenidos en Israel por un reh¨¦n israel¨ª y los cuerpos de tres soldados israel¨ªes asesinados en L¨ªbano. Si la vida de un israel¨ª y los cuerposde tres soldados son motivo suficiente para arriesgarse a "recompensar al terrorismo", incluso cuando se negocia con una organizaci¨®n terrorista que se ha comprometido a la destrucci¨®n de Israel, ?por qu¨¦ no merece la pena correr ese riesgo con una negociaci¨®n de paz con los palestinos, que podr¨ªa salvar cientos y quiz¨¢ miles de vidas?

Sharon ha rehuido h¨¢bilmente todas las oportunidades de situar su guerra contra el terrorismo en un escenario pol¨ªtico cre¨ªble, y lo ha hecho porque una negociaci¨®n seria podr¨ªa revelar la vacuidad de sus vagas promesas de reconocer finalmente a Palestina como Estado. En su mandato como primer ministro, Sharon aprendi¨® pronto que la mayor¨ªa de los israel¨ªes y muchos estadounidenses preferir¨ªan negar las consecuencias obvias de lo que est¨¢ haciendo sobre el terreno a renunciar a la ilusi¨®n de que ¨¦l est¨¢ a punto de convertirse en otro De Gaulle. Descubri¨® que todo lo que ten¨ªa que hacer para mantener esta ilusi¨®n era alimentarla de vez en cuando con frases huecas, como su buena disposici¨®n para llegar a "compromisos dolorosos", o su aceptaci¨®n de planes de paz a los que adjunta "reservas" que les hacen perder su significado. Muchos expertos israel¨ªes, incluidos los llamados izquierdistas, por no hablar del establishment jud¨ªo estadounidense, se entusiasmaron cuando Sharon pronunci¨® no hace mucho la palabra "ocupaci¨®n" para referirse a la presencia de Israel en los Territorios Ocupados. ?Podr¨ªa haber una prueba m¨¢s clara de que el aut¨¦ntico, si bien todav¨ªa secreto, anhelo de Sharon es la retirada israel¨ª de Gaza y Cisjordania y el establecimiento de un Estado palestino viable?, se preguntaban. Pocos comentaron la posterior aclaraci¨®n de que hab¨ªa aplicado el t¨¦rmino "ocupaci¨®n" s¨®lo al pueblo palestino, pero no a la tierra en la que viven.

Durante su visita al presidente Putin en Mosc¨², el pasado noviembre, Sharon dijo que "muy pronto surgir¨¢ un liderazgo palestino que se opondr¨¢ a la senda de terrorismo, violencia e incitaci¨®n de Yasir Arafat y que estar¨¢ dispuesto a trabajar con nosotros para poner en pr¨¢ctica honestamente la Hoja de Ruta". Anteriormente, en un discurso ante la Kneset de Israel, declar¨®: "Hay una posibilidad real de que en los meses venideros podamos salir del punto muerto y reanudar el avance hacia un acuerdo". Pero Zeev Schiff escribi¨® en Haaretz (31 de octubre) que "una investigaci¨®n exhaustiva ha revelado que no hay contactos encaminados a un acuerdo" y que Sharon "estaba arrojando arena a los ojos del p¨²blico". "El farol sigue adelante", escribi¨®, "y es una l¨¢stima que los periodistas sean sus c¨®mplices".

El espejismo contin¨²a y ha sobrevivido incluso al reciente anuncio de Sharon de que tiene intenci¨®n de construir cientos de nuevas viviendas en asentamientos jud¨ªos en el interior de Gaza y Cisjordania. Y tampoco se vio afectado por la reciente asignaci¨®n de enormes sumas, procedentes del ya excesivamente estirado presupuesto nacional de Israel, para la ampliaci¨®n de puestos avanzados ilegales, que Sharon hab¨ªa prometido eliminar al presidente Bush. Sharon y los m¨¢s pr¨®ximos a ¨¦l han manifestado con frecuencia su sorpresa por lo f¨¢cil que ha sido, en nombre de la lucha contra el terrorismo, "pasarse de la raya" en lo que la comunidad internacional considera una conducta israel¨ª aceptable. Durante las ¨²ltimas elecciones presidenciales en Israel, el hijo de Sharon, Omri, explic¨® a un grupo de fieles del Likud lo astutamente que su padre hab¨ªa manejado a EE UU y otras naciones: "Hoy... estamos instalados en las zonas palestinas, estamos violando los acuerdos internacionales y nadie dice nada. As¨ª que hablamos de Estado palestino, Estado palestino, pero entretanto ya no existe ni siquiera el ?rea A [se refiere a las partes de Cisjordania que quedaron bajo el control de la Autoridad Palestina seg¨²n los acuerdos de Oslo]. Y no hay Casa de Oriente, ni representaci¨®n palestina en Jerusal¨¦n, y los palestinos tienen miedo de ir con armas en sus propias ciudades. Evidentemente, todos queremos la paz, qui¨¦n no querr¨ªa la paz. Pero la declaraci¨®n

acerca de un Estado palestino es una declaraci¨®n muy lejana". (Haaretz, 13 de diciembre de 2002).

Lo que Omri Sharon estaba describiendo es una estrategia progresiva gracias a la cual su padre se las ha ingeniado para obtener la aquiescencia de EE UU a la aniquilaci¨®n gradual del autogobierno palestino en los Territorios Ocupados, e incluso a los asesinatos selectivos. Al principio, dichos asesinatos estaban supuestamente limitados a las "bombas de relojer¨ªa", pero se fueron extendiendo a los l¨ªderes pol¨ªticos de Ham¨¢s y la Yihad. Matan de forma inevitable y regular a una gran cantidad de civiles palestinos.

Sharon se apoya en estas mismas t¨¢cticas para neutralizar las exigencias de cambios en la pol¨ªtica que ya se est¨¢n produciendo a consecuencia de las cr¨ªticas del general Yaalon. El anuncio de su Gobierno de que Israel ha relajado las restricciones en Cisjordania no es menos fraudulento que el anuncio similar que hizo tras su reuni¨®n en Aqaba con el presidente Bush y Abu Mazen el pasado junio. Seg¨²n Danny Rubinstein (Haaretz, 11 de octubre), a pesar de la retirada de un punto de control en Ramala, las restricciones a los movimientos palestinos en Cisjordania se volvieron m¨¢s severas, en parte por los nuevos obst¨¢culos creados por el muro de separaci¨®n que est¨¢ construyendo el Gobierno de Sharon.

La ira de los palestinos ante las medidas represivas de Israel no ha hecho que disminuya su repugnancia ante las luchas mezquinas para lograr posici¨®n y privilegios de los pol¨ªticos que intentan formar un Gobierno de la Autoridad Palestina. Los palestinos han sido testigos una y otra vez de que ni Arafat ni sus camaradas est¨¢n por la labor de anteponer los intereses nacionales palestinos a sus ambiciones personales, ni a la hora de cumplir las exigencias palestinas para que se ponga fin a la corrupci¨®n, ni para acabar con la violencia y el terrorismo que con tanto ¨¦xito ha utilizado Sharon como tapadera de su campa?a colonial. Los palestinos expresan su desprecio por sus dirigentes en manifestaciones dentro de los territorios que por lo general no aparecen ni en la prensa ni en la televisi¨®n occidentales. A pesar de todo, no repudiar¨¢n a sus dirigentes actuales mientras se siga permitiendo a Sharon y a su Gobierno continuar con una guerra cuyo objetivo es acabar con la autodeterminaci¨®n palestina.

La pol¨ªtica de paz en Oriente Pr¨®ximo de la Administraci¨®n de Bush sigue estando perfilada por la creencia de que Sharon iniciar¨¢ un proceso de paz que conducir¨¢ a un Estado palestino una vez que los palestinos hayan retirado los obst¨¢culos se?alados por Sharon: por ejemplo, las deficientes instituciones palestinas, las redes terroristas, el liderazgo de Arafat, etc¨¦tera. Mientras EE UU siga dicha pol¨ªtica, seguir¨¢ siendo irrelevante para la pacificaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo. La pol¨ªtica de EE UU s¨®lo ser¨¢ efectiva cuando comprenda que su objetivo debe ser vencer la oposici¨®n de Sharon a un Estado palestino. Puede que ni siquiera el hecho de que el presidente Bush declarase que ya no se deja embaucar por la enga?osa guerra contra el terrorismo de Sharon consiga disuadir a ¨¦ste de su antiguo objetivo de retener el control israel¨ª sobre Cisjordania. Pero esa franqueza del presidente reforzar¨ªa los recientes atisbos de vida en la izquierda pol¨ªtica israel¨ª.

Es bastante improbable que Bush manifieste un sentimiento semejante ahora que su campa?a presidencial es inminente. Pero las manifestaciones de apoyo por parte de Colin Powell y Paul Wolfowitz a las dos iniciativas informales de paz m¨¢s recientes entre israel¨ªes y palestinos son nuevas e inesperadas. Si se sostuviera con firmeza un apoyo as¨ª, servir¨ªa para mantener cualquier esperanza que pueda existir acerca de que israel¨ªes y palestinos se despojen por fin de su convicci¨®n de que no hay interlocutor para la paz en el otro bando e insistan en que sus l¨ªderes act¨²en en favor de sus intereses comunes.

Henry Siegman es miembro del Council on Foreign Relations. Traducci¨®n de News Clips. ? The New York Review of Books.