El guardi¨¢n del caser¨ªo
Xabier Arzalluz abandonar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 17 la presidencia del PNV tras permanecer en el cargo 25 a?os
Pocas dudas caben de que el personaje que ahora se retira de la escena pol¨ªtica es uno de los m¨¢s denostados, si no el que m¨¢s, por la sociedad espa?ola y por los vascos no nacionalistas. El gran provocador recoge en su postrera hora pol¨ªtica la tempestuosa cosecha descalificatoria que ha venido sembrando con su verbo tosco, insidioso, huracanado, incendiario. Y es que la palabra Arzalluz condensa rencores y afrentas, despierta aversiones y odios, da nombre antes que nadie a la actual frontera con Espa?a y a la que divide a los propios vascos. Nadie como ¨¦l ha proyectado igualmente en el extranjero una imagen xen¨®foba, arcaica, oscura, de lo vasco, pero es bien cierto que los suyos lo han adorado y que incluso en su ¨²ltima etapa de liderazgo menguante han seguido profes¨¢ndole reconocimiento y afecto.
Arzalluz parece postulado para empujar el ala m¨¢s soberanista de su partido
Ya en sus tiempos de novicio destacaba por su oratoria y su gusto por las soflamas
Arzalluz deja a su partido triunfante, plet¨®rico, instalado en el carril soberanista
"El nombre de Xabier Arzalluz quedar¨¢ inscrito con letras de oro en la historia del nacionalismo vasco", ha anunciado en tono solemne Josu Jon Imaz, su sustituto en la presidencia del PNV a partir del pr¨®ximo 17 de enero. Aunque cabe dudar de la absoluta sinceridad de este anuncio, dirigido, quiz¨¢, a compensar con la promesa de la gloria futura el natural apetito de poder del desplazado -puente de plata al enemigo derrotado-, no se puede descartar que Arzalluz quede asociado, en efecto, a los grandes apellidos -Arana, Aguirre, Ajuriaguerra, Irujo- del nacionalismo vasco. De la misma manera que, seguramente, tambi¨¦n pasar¨¢ a ocupar un peque?o lugar en la historia de la infamia pol¨ªtica espa?ola.
?sa ha sido, desde luego, su opci¨®n, particularmente desde que el Arzalluz bifronte de la doble faz autonomista e independentista, pragm¨¢tico y esencialista, despoj¨® a su partido de una de sus m¨¢scaras y ¨¦l mismo apareci¨® devorado por su propio personaje, obsesionado por las cuestiones etnicistas, recubierto con la endurecida epidermis pol¨ªtica del paquidermo y seco de l¨¢grimas, como ha dicho. Porque el personaje que ha dirigido al nacionalismo vasco durante casi tres d¨¦cadas ha desde?ado los malos humores y sentimientos que su figura despierta "entre los de fuera", no le ha importado inmolarse en el fuego que ¨¦l mismo desataba los fines de semana, escandalizarse con los esc¨¢ndalos que provocaban sus escandalosas declaraciones, si con ello cohesionaba a su propia grey, hac¨ªa avanzar la causa y pod¨ªa erigirse en v¨ªctima propiciatoria de la "intolerancia" espa?ola.
Despu¨¦s de cinco lustros de mandato y de haber disfrutado de un liderazgo carism¨¢tico puede ocurrir, con todo, que un eg¨®latra como ¨¦l s¨®lo acepte contemplarse en el espejo como una r¨¦plica contempor¨¢nea del n¨²mero uno, el fundador Sabino Arana, y no llegue a resignarse a la p¨¦rdida del mando. "Quisiera ser 20 a?os m¨¢s joven porque vienen tiempos importantes en este pa¨ªs. Van a ser tiempos dif¨ªciles y por eso son apasionantes. Si no hay batalla, yo me aburro", declaraba semanas atr¨¢s al diario nacionalista Deia.
Precisamente ¨¦sos son los temores que albergan sus adversarios dentro del PNV. Sabido que lo que le gusta es ostentar el poder m¨¢s que ejercerlo -es una persona desorganizada, sin agenda, que f¨ªa su suerte a la intuici¨®n y a la improvisaci¨®n, a su capacidad fabuladora y a su talento oratorio-, hace a?os que quienes pretend¨ªan removerlo de su puesto pensaron ofrecerle una presidencia de honor para mitigar su ansiedad y tenerlo ocupado.
El patriarca vasco, el or¨¢culo de Euskadi que oficiaba de enojado Mois¨¦s los fines de semana abandona el cargo con el triunfo de haber mantenido al PNV en el Gobierno durante 25 a?os, pero tambi¨¦n con la amarga sensaci¨®n de la derrota personal, frustrado por no haber colocado a su delf¨ªn, Joseba Egibar, al frente del partido y sin haber conseguido el objetivo supremo de hacer las paces con ETA y unificar al nacionalismo. Su gloria descansa, pues, exclusivamente en los batzokis y entre esas gentes del abertzalismo violento que le admiran por encima de las diferencias, que le consagran como "perro guardi¨¢n del caser¨ªo".
En el ejercicio de esa funci¨®n que ¨¦l reclama con orgullo, Arzalluz ha salido siempre al paso de sus oponentes, en realidad todos aquellos que se han interferido en su camino haciendo gala de una fiereza y falta de escr¨²pulos a veces obscena. Pol¨ªticos como el propio Carlos Garaikoetxea, periodistas, empresarios..., han probado las dentelladas dial¨¦cticas de este gran intimidador que no se ha parado en barras ante la difamaci¨®n y que ha dado ejemplos de inhumanidad, como cuando llam¨® "esa pobre mujer manipulada" a Pilar Ruiz, una persona de temple y criterio que ven¨ªa de enterrar a su hijo Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA.
No siempre fue as¨ª. La memoria del Parlamento espa?ol guarda copia del hermoso discurso, fraternal, conciliatorio, que el diputado vasco Arzalluz pronunci¨® brillantemente el 14 de octubre de 1977 explicando la necesidad de la amnist¨ªa pol¨ªtica. En aquellos d¨ªas de la transici¨®n, muchos pol¨ªticos y periodistas vieron en ¨¦l al sucesor natural de lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre, al dirigente nacionalista llamado a dar continuidad a la tradici¨®n democr¨¢tica del PNV y a restablecer los consensos con los socialistas forjados en los gobiernos vascos del exilio. El Arzalluz que en 1979 renunci¨® a su acta de diputado para hacer frente desde la ejecutiva de su partido al sector m¨¢s conservador y esencialista agrupado en torno a los sabinianos de Bermeo y el que un a?o m¨¢s tarde promovi¨® contra ETA la carta de los 33 intelectuales vascos tiene poco que ver con el ¨²ltimo rostro pol¨ªtico del personaje.
Arzalluz deja, eso s¨ª, a un PNV triunfante, plet¨®rico, instalado en el carril soberanista, pero con dif¨ªcil retroceso y dentro de una sociedad vasca fracturada por la doble frontera. Deja un nacionalismo doctrinalmente sectario y patrimonialista, definido, como en sus or¨ªgenes, por la mera contraposici¨®n a Espa?a e incapacitado, por lo tanto, para integrar a la pluralidad de la sociedad vasca. Deja un partido marginado en Europa, expulsado del Partido Popular Europeo, sumamente d¨¦bil en el plano ideol¨®gico y pol¨ªtico, que se limita a avalar el rumbo y los proyectos del Gobierno soberanista, un partido poco dado a la reflexi¨®n y a la participaci¨®n, atacado por las corruptelas y el tr¨¢fico de influencias, donde el nepotismo se practica con naturalidad. "Arzalluz ha mirado siempre para otro lado, no le gustan los problemas internos. ?l no se mueve por nadie", dicen sus cr¨ªticos. Deja un PNV ideol¨®gicamente inerme frente al mundo de ETA, en la medida en que declara compartir plenamente los fines y s¨®lo opone al asesinato el testimonialismo de la condena moral y las ventajas de la acci¨®n pol¨ªtica.
No es de extra?ar, si se tiene en cuenta que la admiraci¨®n hacia ETA aparece como una constante entre la monta?a de declaraciones, muchas de ellas contradictorias, pero a menudo simplemente contrapuestas, que han jalonado la vida pol¨ªtica de Arzalluz. Si se tiene en cuenta esa inclinaci¨®n suya a recrearse en las interioridades de ETA y a lamentarse de que la organizaci¨®n terrorista le haya ignorado o vapuleado. Hay quienes han visto ah¨ª una relaci¨®n morbosa, ambivalente, algo esquizofr¨¦nica, como si se asentara en la nostalgia del activista que no lleg¨® a ser.
Sus elogios p¨²blicos de jefes de la organizaci¨®n terrorista como Argala o Txomin, a los que ha presentado como "aut¨¦nticos patriotas" aunque equivocados en los medios, dan una idea precisa de su concepto de patria y patriotismo. En una versi¨®n piadosa podr¨ªa arg¨¹irse que estas y otras declaraciones semejantes -Arzalluz siempre disfrut¨® de la bula de los poderes f¨¢cticos- no pasan de ser excesos poco pedag¨®gicos, pero hay dos hechos trascendentes que no pueden ser hurtados en ninguna biograf¨ªa del presidente del PNV.
El primero de ellos tuvo lugar en 1981, en el momento justo en el que ETA Pol¨ªtico-militar, entonces en tregua, barajaba la posibilidad de abandonar definitivamente la actividad terrorista. Los m¨¢ximos dirigentes de esa organizaci¨®n se entrevistaron con Xabier Arzalluz y con otros responsables del PNV para conocer de primera mano el an¨¢lisis pol¨ªtico y el diagn¨®stico del principal partido vasco. Result¨® que, a la vista del cuadro de situaci¨®n pol¨ªtica descrito por Arzalluz, todos los dirigentes de ETA P-m, excepto uno, salieron del encuentro con la impresi¨®n de que el presidente del PNV era m¨¢s partidario de la continuidad de la organizaci¨®n terrorista que de su disoluci¨®n. De hecho, eso fue uno de los argumentos esgrimidos por el sector, los octavos, que se neg¨® a disolverse y pasar a integrarse en ETA Militar. Juzgado, incluso con la mayor benevolencia, el caso no deja de mostrar la irresponsable actitud pol¨ªtica del hombre m¨¢s poderoso de Euskadi, jefe del partido gobernante.
El segundo hecho qued¨® desvelado en 1994 por la documentaci¨®n intervenida policialmente en una sede de Herri Batasuna. Uno de los escritos incautados era el acta de una reuni¨®n que el presidente del PNV mantuvo el 26 de abril de 1990 con los dirigentes de HB. Seg¨²n el acta, Xabier Arzalluz dijo en el encuentro cosas como estas: "Madrid intuye que al final el objetivo principal del PNV y de ETA es el mismo. El enemigo n¨²mero uno es el de siempre, aunque, claro, ahora gobernemos con ellos. Ellos no se f¨ªan de nosotros. Hacen como que s¨ª, pero no, a veces se les escapan cosas. Felipe Gonz¨¢lez no se f¨ªa de m¨ª. No se f¨ªan de nosotros ni con la Ertzaintza ni con las c¨¢rceles. No conozco a ning¨²n pueblo que haya alcanzado su liberaci¨®n sin que unos arreen y otros discutan; unos sacudan el ¨¢rbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces y otros las recojan para repartirlas. La Ertzaintza no detiene a m¨¢s comandos por prudencia, concretamente en Guip¨²zcoa. Nosotros tenemos un plan dise?ado ya y le hemos puesto fechas. La soberan¨ªa de Euskadi, estilo Lituania, a proclamar entre 1998 y 2002. Lo que es impresentable en Europa es andar a tiros".
La visi¨®n de la construcci¨®n nacional vasca del presidente del PNV queda reflejada en el juicio que le merecen las legislaturas del lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza, precisamente el periodo m¨¢s fruct¨ªfero para el desarrollo y consolidaci¨®n del autogobierno vasco, una etapa de consensos pol¨ªticos y sociales, de grandes proyectos y logros que hicieron la actual Euskadi y dieron lugar al Pacto de Ajuria Enea. "Ladran..., luego cabalgamos. Eso es lo que me entusiasma. Sobre todo, despu¨¦s de haber vivido los tiempos que vivimos en el periodo Ardanza, despu¨¦s de la escisi¨®n, tan calmosos, tan frenados... Para un nacionalista que busque avanzar, aqu¨¦llos eran casi tiempos muertos", sentenci¨® el 23 de noviembre ¨²ltimo.
Sin llegar a la metamorfosis, Arzalluz ha recorrido en el terreno pol¨ªtico el camino inverso a la trayectoria com¨²n que concede un mayor radicalismo a la juventud y un mayor pragmatismo y relativismo a la madurez. "A la vejez, viruelas", que dir¨ªa ¨¦l mismo con ese estilo campechano, de andar por casa, que utiliza en sus discursos circulares, cargados de met¨¢foras y per¨ªfrasis, siempre dirigidos a persuadir, m¨¢s que a formar o informar. Puede que la causa de esa radicalidad tard¨ªa se explique por el hecho mismo de que el presidente del PNV, nacido en Azkoitia (Guip¨²zcoa) el 24 de agosto de 1932 en el seno de una familia radicalmente carlista, no tuvo una juventud convencional. Ingres¨® en el seminario de la Compa?¨ªa de Jes¨²s con s¨®lo 10 a?os y no colg¨® los h¨¢bitos de jesuita para entrar en la pol¨ªtica hasta 1968.
Ten¨ªa 36 a?os, las licenciaturas en Derecho y Filosof¨ªa, adem¨¢s de los estudios eclesi¨¢sticos y un gran entusiasmo nacionalista que en el plano ideol¨®gico, altamente conservador, trat¨® de conciliar con el sustrato carlista. Ya en sus tiempos de novicio destacaba por su capacidad oratoria y su gusto por las soflamas, que le aseguraban un cierto liderazgo, m¨¢s que por su afici¨®n al estudio y al trabajo organizado. Tambi¨¦n para los que le conocieron personalmente entonces y en sus primeros a?os de actividad pol¨ªtica hay dos Arzalluz bien distintos. "El primero escuchaba y consideraba las opiniones distintas, era sensible y se interesaba por sus semejantes; el segundo no acepta que se le lleve la contraria, se ha vuelto d¨¦spota e insensible y por eso s¨®lo acepta a su lado a quienes le bailan el agua", dice un correligionario suyo.
Puede tambi¨¦n que el golpe de tim¨®n que inici¨® en los noventa -el interesado apoyo a la investidura de Aznar fue un par¨¦ntesis- responda a la constataci¨®n de que el nacionalismo decrec¨ªa electoralmente y necesitaba preparar la uni¨®n abertzale para mantenerse en el poder. El caso es que el presidente del PNV deja su cargo "ense?ando los dientes", como ¨¦l dice, con la mand¨ªbula m¨¢s apretada que nunca y un discurso pol¨ªtico doctrinalmente sabiniano que enlaza, ir¨®nicamente, con Telesforo de Monz¨®n, el arist¨®crata burukide (dirigente) que despu¨¦s de romper con el equilibrio de la doble faz autonomista e independentista de su partido termin¨® en las filas de HB. Sin llegar a tanto, Arzalluz parece postulado para empujar al ala m¨¢s radicalmente soberanista, independentista de su partido. Privado del mando, es posible que este hombre que se mostr¨® siempre a punto de dejar la pol¨ªtica encuentre ahora menos motivos para exclamar: "Estoy solo, estoy solo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.