El libre comercio enfrentar¨¢ a Estados Unidos y a Am¨¦rica Latina en la cumbre de Monterrey

La caravana de burros de un sindicato de campesinos mexicanos y una Am¨¦rica Latina m¨¢s escorada a la izquierda reciben ma?ana en la Cumbre Extraordinaria de las Am¨¦ricas de Monterrey al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuya prioridad es la seguridad, promover la lucha contra el terrorismo y el narcotr¨¢fico, y activar el ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA). Las prioridades de los presidentes de Brasil, Argentina, Per¨² o de Bolivia son otras: menos recetas de liberalismo econ¨®mico y m¨¢s facilidades comerciales y financieras contra la deuda externa y la pobreza para evitar sublevaciones sociales.

Abiertamente hostil a Washington, el presidente venezolano Hugo Ch¨¢vez observa "un nuevo eje geopol¨ªtico entre Caracas, Brasilia y Buenos Aires". Los jefes de Estado y de Gobierno de 34 pa¨ªses, excepto Cuba, acuden a la tribuna de Monterrey con un apretado programa de conversaciones bilaterales y una relaci¨®n de las necesidades y cambios registrados en sus naciones desde la cumbre del a?o 2001 en Quebec. Hace diez arranc¨® la primera en Miami, promovida por Washington para "fortalecer la democracia" y construir una zona de libre comercio desde Alaska a Tierra de Fuego.

Pero los problemas frenan la integraci¨®n. El 11 de septiembre y la invasi¨®n de Irak modificaron las prioridades de la Casa Blanca; Argentina y Bolivia sufrieron abruptos cambios de gobierno y apenas despuntan; Venezuela contin¨²a en ebullici¨®n; Colombia, en armas; Bolivia exige a Chile una salida al mar, y las protestas son frecuentes en Per¨², Rep¨²blica Dominicana y Hait¨ª. Los asuntos oficiales de la cumbre son la gobernabilidad democr¨¢tica, el crecimiento con equidad y el desarrollo social, inagotable cantera de ret¨®rica, pues el desarrollo de los compromisos adquiridos en anteriores citas ha sido discreto o negativo.

Las democracias de Am¨¦rica Latina son todav¨ªa d¨¦biles y deficitarias en pol¨ªticas de Estado, y su crecimiento econ¨®mico, escaso e incapaz de crear empleo. El 44% de su poblaci¨®n, es decir, 220 millones de personas, es pobre o m¨ªsero, y el paro encubierto aumenta, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT). Desde los a?os noventa, siete de cada diez nuevos puestos de trabajo son precarios y s¨®lo dos cuentan con prestaciones sociales. Estados Unidos y un reciente estudio del Banco Mundial subrayan que la liberalizaci¨®n comercial de Am¨¦rica, adem¨¢s de crear empleo, obligar¨¢ a acometer reformas importantes en aquellas naciones todav¨ªa sin vertebrar institucionalmente.

El ALCA debiera entrar en vigor, seg¨²n el calendario establecido por sus promotores, a lo largo del a?o pr¨®ximo, pero la amplitud de las brechas pol¨ªticas y comerciales sobre su contenido no propician el cumplimiento del plazo. Brasil y Venezuela pidieron que el ALCA no figure en la Declaraci¨®n de Monterrey, que debe incidir en los problemas sociales del continente, seg¨²n la mayor¨ªa de los representantes latinoamericanos. "La cooperaci¨®n hemisf¨¦rica es algo m¨¢s que comercio", declar¨® el cinco de noviembre del pasado a?o Marc Lortie, viceministro de Comercio y Relaciones Exteriores de Canad¨¢. "Teniendo en cuenta las dificultades regionales, restaurar la confianza en nuestra agenda de cooperaci¨®n hemisf¨¦rica es necesario y posible".

Es posible, pero improbable a corto plazo, porque, incluso sobre los grandes temas hay diferencias. Durante este fin de semana, delegados latinoamericanos discreparon con los estadounidenses y canadienses sobre c¨®mo abordar la corrupci¨®n o el crecimiento en la declaraci¨®n final. Washington expulsar¨ªa de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) a las naciones m¨¢s corruptas, pero eso "es como muy extremo", seg¨²n Esteban Tomic, embajador chileno ante la OEA. El Norte, por otra parte, favorece medidas relacionadas con macroeconom¨ªa, y el Sur, nuevos mecanismos de financiaci¨®n y herramientas para impedir que la multimillonaria servidumbre de la deuda externa sofoque los presupuestos.

La nueva correlaci¨®n de fuerzas en Am¨¦rica Latina no permitir¨¢ a Estados Unidos imponer sus tesis: Brasil y Argentina son administrados desde el pasado a?o por presidentes de perfil izquierdista; la Venezuela del ex teniente Ch¨¢vez planta cara desde 1998, y en Ecuador y Bolivia, la presi¨®n de los ind¨ªgenas o de agrupaciones radicales determina el comportamiento de sus gobernantes. Bush tratar¨¢ de aminorar la rivalidad o desconfianza de varios mandatarios y sostener la asociaci¨®n de otros: de M¨¦xico, que firm¨® en 1994 un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canad¨¢ desde 1994, y de Am¨¦rica Central, que negocia el suyo.

Otro factor explica la coalici¨®n: cerca de 25 millones de inmigrantes de origen mexicano y varios millones de salvadore?os, guatemaltecos o nicarag¨¹enses residen en suelo norteamericano y sus remesas familiares son un puntal econ¨®mico. La adhesi¨®n de Colombia es obvia porque el Gobierno de Estados Unidos colabora, con armas y asesores, en la lucha contra las guerrillas.