Graciosa y libre
Gil Vicente, portugu¨¦s y leon¨¦s, escritor en portugu¨¦s y castellano, orfebre, pintor, cient¨ªfico -maestre de balanza en la Casa de la Moneda-, cortesano, poeta, m¨²sico: un hombre del renacimiento sin escapar a¨²n de la Edad Media. En este auto -acto- tiene sus mezcolanzas. Hay una idea que se puede considerar contra el matrimonio, y que puede ilusionar a las mujeres de hoy: una moza quiere mantenerse as¨ª y guardar su virginidad, y decirlo en graciosos versos, por lo brutos y lo -digamos- machistas que eran (?son?) los hombres. Pero quiz¨¢ esta idea no fuera muy sostenible en su tiempo y sus cortes, ni siquiera coloc¨¢ndola en el ambiente pastoril, y buscando unos nombres b¨ªblicos, como luego har¨ªan los plenamente renacentistas, hasta llegar al disparate o a la burla, qui¨¦n sabe: la moza es la sibila Casandra; el pretendiente es el rey Salom¨®n. De pronto, todo cambia y pasa a lo religioso: lo que realmente quiere la muchacha es mantenerse virgen porque sabeque una virgen alumbrar¨¢ a Dios: pretende ser ella. Pero de pronto se abre la cortina y se ve a la Virgen y al Ni?o: cielos, ha pasado ya, y la pastora Casandra no ha sido la elegida; por tanto, abandona la idea de conservar su virginidad y sus prejuicios contra el hombre, y vuelve al pastor Salom¨®n. O sea, el final feliz que se sigue practicando en nuestros d¨ªas en la forma actual de la literatura dram¨¢tica que es el cine.
Auto de la sibila Casandra
De Gil Vicente. Versi¨®n de Ana Zamora. Int¨¦rpretes: Elvira Cuadrupani, Jose Vicente Ramos, Isa¨ªas Fernando Sendino, Abraham Daniel Albaladejo, Mois¨¦s Francisco Rojas. M¨²sicos: Alba Fresno, Natalia Hern¨¢ndez, Alicia L¨¢zaro, Isabel Zamora. M¨²sica original, arreglos y direcci¨®n musical: Alicia L¨¢zaro. Vestuario: Deborah Mac¨ªas. Direcci¨®n: Ana Zamora. Teatro de la Abad¨ªa. Madrid.
Digamos que la producci¨®n, digamos que la corte, o la censura, o el catolicismo irrenunciable, llev¨® a Gil Vicente a este cambio, y a convertirse en propagandista de la fe. Hay otras versiones. Los maestros antiguos son v¨ªctimas de toda clase de tesis y erudiciones, y Gil Vicente se ha visto muy interpretado. Hay quien cree que la pastora Casandra es en realidad la Virgen Mar¨ªa: hacer de ella la er¨®tica Sulamita es por lo menos pintoresco.
Iron¨ªa ingenua
La versi¨®n de Ana Zamora es graciosa y libre sin dejar de ser fiel, su castellano no mantiene m¨¢s arca¨ªsmos que los necesarios, la m¨²sica es de imitaci¨®n -no se conserva la de Gil Vicente-, la orquestina de se?oritas puede ayudar a la interpretaci¨®n, los hombres vestidos de mujer no intentan disfraces ambiguos, el retablillo donde la ni?a mayor y el ni?o peque?o son la Virgen y Jes¨²s y se mueven con soltura est¨¢n llenos de iron¨ªa un poco ingenua: grata a la vista.
Los adultos, una vez m¨¢s, se sintieron ni?os y aplaudieron mucho, y llamaron a escena a los actores una y otra vez. Las mujeres estaban encantadas con el perfil feminista que, despu¨¦s de todo, es lo m¨¢s interesante socialmente de la obra por la fecha en que fue escrita.
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