Sentimientos y sensibilidades
El presidente del Estado de Israel, Moshe Katsav, es un hombre serio y honorable. Buen hombre que representa y defiende lo que cree. Pero todo el afecto que se pueda desplegar hacia ¨¦l no evita que su propuesta al presidente de Siria, Bashar al Assad, para que ¨¦ste se d¨¦ una vuelta por Jerusal¨¦n -nada menos-, para confraternizar y hablar un poquito sobre la paz, ahora que Ariel Sharon ha decidido permitir m¨¢s afrentas en forma de asentamientos, no ya en Cisjordania, donde la obscenidad pol¨ªtica y moral roza el delirio, sino tambi¨¦n en los Altos del Gol¨¢n, donde el mundo civilizado se juega paz y seguridad, no puede tomarse en serio. El presidente sirio no puede ir a Jerusal¨¦n. Si lo hace no vuelve a Damasco.
Los enfados de los colonos israel¨ªes, que el domingo se manifestaron contra sugerencias de Sharon sobre desmantelamientos m¨ªnimos para agilizar la rapi?a territorial, no son sino gansadas del fanatismo. Otra vez nada serio. Sin liquidaci¨®n de asentamientos y acuerdo con Siria no habr¨¢ paz. Sin olvidarse del plan de convertir, con el muro-valla y los asentamientos, a todos los palestinos en cautivos en cien estanques de gansos perdidos e inanes. Pero los peores se enfadan siempre. Si algo fuera bien, se enfadar¨ªan m¨¢s. Un paso racional es causa de revuelta.
Sharon ha agredido a muchos vivos y a otros muchos muertos en su disparatada huida hacia ninguna parte. Pero dif¨ªcilmente nos podemos dejar volver a insultar las sociedades libres y el sentido com¨²n por este primer ministro que es una desgracia para Israel, con sus propuestas tan vac¨ªas de concepto y soluciones como contraproducentes para una sociedad a la que jur¨® en su d¨ªa proteger.
Sentimientos y sensibilidades, y no precisamente en el elegante Reino Unido -Jane Austen dixit-. Esto no es The Mall junto a St. James Park, donde, escaleras arriba, divagaba en su club Gladstone. Es Oriente Pr¨®ximo, un pozo de miserias en Palestina, en desiertos y ciudades infectas, donde hoy se ruge en el odio y el hambre ante una pol¨ªtica que mata a los j¨®venes y excluye un futuro. All¨ª, los sentimientos y sensibilidades hacen fluir la sangre. El arrebato rapta todo sentido com¨²n y capacidad de conciliaci¨®n. La muerte con venganza se convierte obsesi¨®n. La esperanza y la ilusi¨®n son sentimientos ignotos.
Siria es un pa¨ªs sabio, por mucho que la satrap¨ªa haya sido norma en el Gobierno desde mucho antes de que la potencia otomana fuera expulsada de all¨ª. Damasco es una ciudad eterna en la que se sabe lo que se juegan los seres humanos con sus caprichos de vanidad y omnipotencia, conocen la profundidad del tiempo y se calcula con rigor matem¨¢tico la vigencia de los actos humanos y sus proyectos de poder. Nadie puede jugar con Damasco como si de un sumidero se tratara. Sharon cree que Europa no entiende la l¨®gica de Oriente Pr¨®ximo. Tiene raz¨®n en parte. Muchos insensatos europeos han jugado con la pol¨ªtica y la seguridad de todos los habitantes de aquella regi¨®n con esa odiosa superioridad moral tan elegantemente desplegada. Pero han olvidado que un di¨¢logo entre Siria e Israel no tiene nada que ver con los debates entre Luxemburgo y Liechtenstein sobre peajes para bienes de equipo. Unos se juegan el dinero negro del pr¨®jimo. Otros se juegan la vida y la existencia del Estado que permiti¨® a supervivientes del holocausto defenderse despu¨¦s sabiendo ya que Europa no evit¨® que sus familias no tuvieran tanta suerte. Otros ponen su vida y su futuro en la balanza. El presidente Assad, por ejemplo.
Ha llegado el momento de exigir a Sharon que no nos insulte, ni a Washington ni a Europa. Ha llegado el momento de buscar una seguridad com¨²n en Oriente Pr¨®ximo, que tantos muertos est¨¢ costando a Occidente, que no sea saboteada a diario. El sentido, m¨¢s que el sentimiento, es fiscalizable. Si Washington no lo entiende pronto, la ocasi¨®n perdida puede tardar tragedias en repetirse.
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