"Me dopaban como a un caballo"
McEnroe confiesa que recibi¨® esteroides en sus mejores a?os ten¨ªsticos
Nadie le ped¨ªa que entrara en la pol¨¦mica desatada por los ¨²ltimos casos de dopaje en el tenis, pero John McEnroe se ha sacado tres frases lapidarias: "Durante seis a?os", explica Big Mac, de 44 a?os, tres veces campe¨®n de Wimbledon y otras cuatro del Open de Estados Unidos, "no era consciente de que se me daba una forma de esteroide utilizado legalmente para los caballos, hasta que me di cuenta de que era demasiado fuerte, incluso para los caballos".
Como todo en ¨¦l fue una declaraci¨®n contradictoria, porque entraba en colisi¨®n frontal no s¨®lo con la reacci¨®n visceral que tuvo cuando, hace unos a?os, su ex esposa, la actriz Tatum O'Neil, le acus¨® de haberse dopado, sino tambi¨¦n con el contenido de su autobiograf¨ªa, No puedes ser serio, publicada el a?o pasado, en la que reconoce haber tomado drogas recreativas sin hablar en ning¨²n caso de esteroides. "Yo no sab¨ªa que ciertos antiinflamatorios que se administran a los jugadores para acelerar su curaci¨®n estaban en la lista de productos prohibidos", se justific¨® McEnroe en el The Daily Telegraph de Sidney.
"No era consciente de que me daban unos esteroides legalmente utilizados para caballos", dice Big Mac
Su revelaci¨®n pone al descubierto el poco control que exist¨ªa en su ¨¦poca en el circuito profesional de tenis y eleva a dogma la sospecha de que tambi¨¦n este deporte estaba infectado por el dopaje, a pesar de que hab¨ªa salido inc¨®lume hasta principios de los noventa. Cuando McEnroe estaba en sus mejores a?os y deleitaba a sus incondicionales con su portentoso y preciso saque y la efectividad de una volea irrepetible, la gran crisis del dopaje en el deporte mundial a¨²n no hab¨ªa empezado. Hab¨ªa sospechas y alg¨²n caso confirmado, pero cuando estall¨® de lleno el esc¨¢ndalo fue en Se¨²l 1988, porque Ben Johnson gan¨® la carrera m¨¢s r¨¢pida de la historia en los 100 metros (9.79 segundos) y dos d¨ªas m¨¢s tarde fue despose¨ªdo del oro al hab¨¦rsele encontrado residuos de estanozolol, un esteroide anabolizante, en el control antidopaje.
Aquel hist¨®rico caso fue la espoleta que abri¨® la caja de los truenos y oblig¨® al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional a una intervenci¨®n decidida contra el dopaje, que se agudiz¨® con la aparici¨®n de los vampiros (controles nocturnos de sangre) en el Tour en 1998.
Sin embargo, en medio de tanta porquer¨ªa, el tenis segu¨ªa apareciendo como un deporte limpio y sus casos se produc¨ªan en cuentagotas, sin afectar a las primeras figuras. En 1997 apareci¨® el caso del espa?ol Ignacio Trullols, el primero de la historia en tenis. Le siguieron los del triple campe¨®n de Roland Garros, el sueco Mats Wilander, y el del campe¨®n del Open de Australia Petr Korda, hasta totalizar ocho casos en 2002. Siempre hubo denuncias, como las del franc¨¦s Yannick Noah y el alem¨¢n Boris Becker, que afirmaron categ¨®ricamente que exist¨ªa dopaje en el circuito internacional.
Pero McEnroe ha ido un poco m¨¢s lejos. Ha aclarado, sin propon¨¦rselo, c¨®mo soportaba con tanta solvencia los largos e intensos duelos que mantuvo en Wimbledon con Bjorn Borg, a pesar de que sus sesiones de entrenamiento y preparaci¨®n f¨ªsica no eran comparables a las del sueco. Fue en aquellos a?os cuando un estudio realizado en la catedral estableci¨® que si McEnroe jugaba m¨¢s de 12 minutos de tiempo real durante una hora, su rendimiento bajaba en picado. Aunque no lo especifica, es probable que los seis a?os durante los que tom¨® esteroides coincidieran con los ¨²nicos en que gan¨® t¨ªtulos grandes y fue n¨²mero uno del mundo.
Desde el a?o 1985 hizo poco m¨¢s. Sigui¨® siendo el terror de los ¨¢rbitros, se convirti¨® luego en un juez implacable para sus ex compa?eros cuando cogi¨® el micr¨®fono de comentarista de televisi¨®n y ahora lanza una andanada de porquer¨ªa sobre un circuito que ya no es el suyo. Pero ¨¦l es as¨ª, un genio, John McEnroe.
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