Joan Revent¨®s, la eficacia del idealismo
En un famoso art¨ªculo de 1910 (El oficio y la vocaci¨®n del hombre pol¨ªtico), Max Weber escribi¨® que "el resultado final de la actividad pol¨ªtica raramente se corresponde con la intenci¨®n primitiva del autor". Si ello es cierto, y quienes conocemos lo tortuosos que son a menudo, en el sentido m¨¢s literal y f¨ªsico del t¨¦rmino, los vericuetos de la acci¨®n pol¨ªtica tenemos que admitirlo aunque sea a rega?adientes, entonces la trayectoria pol¨ªtica de Joan Revent¨®s, este "hombre pol¨ªtico" que acaba de morir, es una de esas raras excepciones que contemplaba Weber. Porque si aceptamos que el ¨¦xito de una trayectoria pol¨ªtica no consiste en los cargos que se ocuparon (?recuerdan qui¨¦n era presidente de la Rep¨²blica Francesa cuando mataron a Jaur¨¨s?), sino en el cumplimiento de los grandes objetivos iniciales, Joan Revent¨®s ha sido un pol¨ªtico ganador. No s¨®lo todos sus prop¨®sitos pol¨ªticos juveniles -sus "intenciones primitivas"- y una buena parte de sus sue?os se cumplieron, sino que ¨¦l mismo ha tenido un papel destacado, en ocasiones decisivo, en este cumplimiento.
Me parece que ello demuestra que, si va acompa?ado de tenacidad e inteligencia, el idealismo puede llegar a ser tan eficaz en pol¨ªtica como otras capacidades m¨¢s convencionalmente admitidas. Hablo, claro, de idealismo, no de ingenuidad. Vale aqu¨ª lo que Einstein escribi¨® a ra¨ªz del asesinato de Walter Rathenau: "Ser idealista cuando se est¨¢ en Babia no tiene m¨¦rito. Lo tiene, y mucho, seguir si¨¦ndolo cuando se ha conocido el hedor del mundo". Entiendo aqu¨ª por idealismo una apuesta vital basada en una doble confianza: confianza en las palabras, las ideas, los proyectos colectivos; y confianza en las personas, especialmente las de abajo, los trabajadores, los j¨®venes, los campesinos. El Revent¨®s joven de los a?os cincuenta del siglo pasado hizo esta doble apuesta y la ha mantenido hasta su muerte.
Hizo tambi¨¦n una determinada apuesta estrat¨¦gica, que sirvi¨® a Catalu?a y que gan¨® en Catalu?a. Revent¨®s se afili¨® en una ¨¦poca ya muy lejana a una organizaci¨®n socialista, el MSC, que se planteaba la unidad del socialismo catal¨¢n, en un solo partido soberano, articulado federativamente con el socialismo espa?ol. Con los a?os, Revent¨®s fue el art¨ªfice principal de este proceso, que no s¨®lo form¨® un gran partido democr¨¢tico mayoritario, sino que contribuy¨® decisivamente a la unidad civil del pueblo de Catalu?a. Se uni¨® al socialismo por afinidad ideol¨®gica pero, m¨¢s b¨¢sicamente, por un compromiso de lucha contra la dictadura. Revent¨®s consideraba, con sus compa?eros, que era necesaria la unidad de todas las fuerzas democr¨¢ticas contra el franquismo: no era entonces algo evidente; hubo que trabajar mucho para superar divisiones y hacer posible el proceso de movilizaci¨®n que culmin¨® en la Assemblea de Catalunya. Actu¨® con ductilidad, inteligencia y coraje: tengo a¨²n en la retina la imagen de un Revent¨®s golpeado por las culatas de los grises, del brazo con Garc¨ªa Faria, Xirinacs, Benages y tantos otros, hombres y mujeres del pueblo, an¨®nimos y valientes, en el paseo de Sant Joan, en el periodo de las grandes manifestaciones del final de la dictadura.
Cre¨ªa tambi¨¦n, en una ¨¦poca en la que los entendidos no daban ni un duro por ello, en el restablecimiento de la Generalitat y en la necesidad del retorno del viejo presidente exiliado. Siendo el dirigente de la fuerza pol¨ªtica que gan¨® de forma contundente las elecciones de junio de 1977, renunci¨® a toda pretensi¨®n personal (contra los consejos y los sarcasmos de los enterados) e hizo as¨ª posible el retorno de Tarradellas desde el exilio franc¨¦s al Palau de la Generalitat, enlazando la vieja legalidad republicana con la nueva situaci¨®n democr¨¢tica surgida de las urnas, en el episodio m¨¢s puro de una transici¨®n democr¨¢tica en claroscuro. So?¨®, en fin, con un Gobierno de izquierdas en Catalu?a y un presidente socialista: ha podido verlo antes de morir.
Tambi¨¦n escribi¨®, y lo hizo bien. Tengo para m¨ª que las dos peque?as joyas del memorialismo de la Guerra Civil en Catalu?a son su libro de reminiscencias infantiles, que escribi¨® con su primo Jacint (Dos infants i la guerra), y el dietario de guerra de su viejo amigo Edmon Vall¨¨s. Ha dejado retratos de innumerables amigos y amigas y, a¨²n in¨¦ditas, unas dilatadas memorias: el relato de muchos a?os de esfuerzos, esperanzas, sinsabores y alegr¨ªas. Una vida llena, con incontables amigos; con adversarios y sin enemigos; con la m¨¢xima coherencia y con la m¨ªnima intransigencia. Albert Hirschman, al que Ernest Lluch consideraba su maestro, escribi¨® en una ocasi¨®n: "El beneficio individual de una acci¨®n colectiva puede que no sea la diferencia entre el resultado esperado y el esfuerzo realizado, sino la suma de ambas magnitudes". Se refer¨ªa, creo, a eso que los revolucionarios americanos del XVIII llamaron la "felicidad p¨²blica": el placer de pensar, discutir, esperar y actuar con los dem¨¢s, buscando fines colectivos; una dimensi¨®n esencial de la persona completa que da su pleno sentido a la acci¨®n pol¨ªtica. Joan Revent¨®s fue, para muchos y muchas, el maestro fraternal que nos ense?¨® la eficacia definitiva del idealismo inteligente.
Raimon Obiols es eurodiputado.
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