Romper la 'maldici¨®n'
Peter Grimes ya no ser¨¢ la "obra gafe" del Liceo. Despu¨¦s de tres intentos fallidos en medio siglo -a causa de conflictos diplom¨¢ticos en los a?os cincuenta, el incendio de 1994 y el retraso en las obras de reconstrucci¨®n- se ha roto el maleficio y la m¨¢s turbadora ¨®pera de Benjamin Britten se ha estrenado sin problemas. Eso s¨ª, los supersticiosos deber¨ªan asistir al montaje de Llu¨ªs Pasqual provistos de amuletos, porque en el escenario ver¨¢n las ruinas del Liceo quemado, justo cuando se cumple el 10? aniversario del incendio.
El siniestro recuerdo a?ade morbo a una historia negra como el carb¨®n. Peter Grimes describe una sociedad podrida, en ruinas, que acosa a los que considera diferentes con intolerancia hip¨®crita. El marginado es Grimes, un tosco marinero, violento y cruel con sus aprendices, obsesionado por hacer fortuna y ganar el respeto de una comunidad integrista que lo abocar¨¢ al suicidio tras un implacable acoso. Pasqual traslada la acci¨®n a las ruinas del Liceo, cuya platea quemada reproduce la escenograf¨ªa de Ezio Frigerio. La idea funciona. La caza del marginal no es un hecho lejano, y la imagen en clave po¨¦tica de un teatro en su momento m¨¢s negro subraya la proximidad del drama, el aqu¨ª y el ahora de tantos juicios paralelos que condenan de antemano al acusado con el rumor como ¨²nica prueba.
Peter Grimes
De Benjamin Britten. Int¨¦rpretes: Christopher Ventris, Gwynne Geyer, Robert Bork, Susan Gorton, Heather Buck, Bego?a Alberdi, Francisco Vas, Rebecca de Pont Davies, Mark. S. Doss, Markus Eiche, J¨¹rgen Sacher, Tobias Schabel, V¨ªctor Val y Santi Sans. Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica Catalana. Orquesta y Coro del Liceo. Director musical: Josep Pons. Direcci¨®n de escena: Llu¨ªs Pasqual. Escenograf¨ªa: Ezio Frigerio. Teatro del Liceo. Barcelona, 12 de enero.
Pasqual piensa en Britten al recordarnos que en todas las historias, por negras que sean, no hay buenos ni malos. En las visiones de Grimes, nace un lirismo turbador en la orquesta, otra verdad ¨ªntima que desvela su fragilidad. Que todo acabe mal es un fracaso colectivo, y el montaje, que diluye los l¨ªmites entre acci¨®n y contemplaci¨®n, obliga a sentir m¨¢s cerca la desgracia de Grimes, abriendo a¨²n m¨¢s interrogantes sobre la condici¨®n social del ser humano.
Josep Pons mantiene con pulso firme la implacable tensi¨®n dram¨¢tica y logra escenas corales de imponente fuerza, pero en el foso hay m¨¢s violencia orquestal que sutilezas t¨ªmbricas. En algunas escenas, el excesivo volumen sepulta la magia de una orquestaci¨®n sublime. ?pera coral, la gran actuaci¨®n del coro del Liceo y el Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica se impone en un buen trabajo de equipo en el que los protagonistas no logran siempre comunicar emociones aut¨¦nticas. Y dejar la sala iluminada en los interludios no contribuy¨® a mantener la concentraci¨®n, las toses y el cuchicheo de los espectadores impidieron disfrutar su belleza po¨¦tica y su fuerza dram¨¢tica.
Christopher Ventris se deja la piel en un retrato de Grimes de vigorosos acentos l¨ªricos y buena l¨ªnea, pero se implica m¨¢s en la dimensi¨®n so?adora que en el lado mezquino del personaje. Algo falla tambi¨¦n en el rendimiento dram¨¢tico de los otros dos protagonistas, una Ellen Orford que no acaba de transmitir sus fatales presentimientos, y un sonoro capit¨¢n Balstrode, bien cantados por Gwynne Geyer y Robert Bork, pero r¨ªgidos y previsibles en sus movimientos esc¨¦nicos. En el buen equipo de personajes secundarios, movidos con excesiva agitaci¨®n, destacan Markus Eiche y Mark. S. Doss por su calidad vocal, y Susan Gorton por su solvencia esc¨¦nica.
Pasqual no s¨®lo ha roto la maldici¨®n que pesaba sobre esta ¨®pera en el coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s. El suyo es el primer Peter Grimes producido por un teatro espa?ol -la ¨®pera se estren¨® en 1991 en el teatro de la Zarzuela de Madrid y lleg¨® al Teatro Real en 1997, ambas con producciones extranjeras- y el p¨²blico lo recibi¨® con una intensa ovaci¨®n.
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