Batalla por un prefecto musulm¨¢n
Sarkozy gana el pulso a Chirac y logra un 'delegado del Gobierno' isl¨¢mico en Francia
Colin Powell, hijo de inmigrantes jamaicanos, posiblemente no habr¨ªa alcanzado la jefatura de la milicia ni la Secretar¨ªa de Estado si EE UU no hubieran aplicado una cierta discriminaci¨®n positiva para compensar, con medidas preferenciales, las discriminaciones naturales que produce la realidad. La negativa francesa a reconocer ese concepto explica la batalla pol¨ªtica que se ha librado en torno al nombramiento de un prefecto musulm¨¢n, que ha enfrentado al titular de Interior, Nicolas Sarkozy, con el propio presidente, Jacques Chirac.
La pelea ha durado casi dos meses. El 22 de noviembre, el ministro del Interior acudi¨® a un debate televisado en el que reconoci¨® el fracaso del sistema de integraci¨®n practicado en Francia. "Creo en la discriminaci¨®n positiva", argument¨®, con palabras que sonaron a provocaci¨®n para los o¨ªdos republicanos m¨¢s tradicionales: "Los musulmanes de Francia son capaces tambi¨¦n de tener altos funcionarios, cient¨ªficos, m¨¦dicos, profesores". Y remat¨® la faena comprometi¨¦ndose a "nombrar r¨¢pidamente un prefecto musulm¨¢n".
El anuncio vali¨® a Sarkozy un alud de descalificaciones: desde compa?eros del Gobierno de derechas hasta la del l¨ªder del Partido Socialista, Fran?ois Hollande. La andanada fue rematada por Chirac, quien expres¨® en p¨²blico su escaso aprecio por el concepto de "discriminaci¨®n positiva".
Hace 30 a?os que comenz¨® en Estados Unidos una pol¨ªtica favorable a la integraci¨®n de las mujeres y de las minor¨ªas ¨¦tnicas (hispanos, negros), favoreciendo el nombramiento de personas emanadas de esos grupos de poblaci¨®n. Francia, en nombre de la "igualdad" republicana, niega toda diversidad o pluralidad en un pa¨ªs manifiestamente lleno de guetos y en que el hijo de un magreb¨ª tiene muchas menos oportunidades de empleo que el de un franc¨¦s de pura cepa. "Las ¨¦lites francesas son esencialmente masculinas, uniformemente blancas, desesperadamente cerradas", constata Sylvie Kauffman, autora de una interesante comparaci¨®n entre la affirmative action anglosajona y la "discriminaci¨®n positiva" francesa.
Arredrarse no es el fuerte de Nicolas Sarkozy, un personaje particularmente impetuoso. "Zinedine Zidane no puede ser el ¨²nico s¨ªmbolo de una integraci¨®n bien conseguida en la sociedad francesa", contraatac¨®, en referencia al famoso futbolista de origen cabile?o, considerado actualmente el franc¨¦s preferido por sus compatriotas.
Poco favorable, tambi¨¦n, a la prohibici¨®n del velo isl¨¢mico en las escuelas -defendida ardientemente por Chirac-, el ministro del Interior acudi¨® hace una semana al Instituto de Ciencias Pol¨ªticas para proclamar la "urgencia" de actuar y negar connotaciones religiosas a la palabra musulm¨¢n: "Yo me refiero a una comunidad de cultura isl¨¢mica, no a aquellos que van a la mezquita". Y se mostr¨® escandalizado de que su pa¨ªs tenga menos diversidad en la alta funci¨®n p¨²blica que al d¨ªa siguiente de la descolonizaci¨®n de Argelia.
Al final, Chirac ha cedido, no sin recurrir a una precauci¨®n sem¨¢ntica: sus servicios han anunciado que hoy mismo se nombrar¨¢ a un prefecto "procedente de la inmigraci¨®n", concepto que permite dar un rodeo a la palabra "musulm¨¢n". Incluso se ha filtrado el nombre del elegido: A?ssa Dermouche, franc¨¦s nacido en Argelia hace 57 a?os, casado y padre de cuatro hijos, que dirige la Escuela Superior de Comercio de Nantes. Todo apunta a que este hombre ser¨¢ hoy uno m¨¢s entre los prefectos de la Rep¨²blica, cargos equiparables a los delegados del Gobierno en Espa?a, pero dotados de mayores competencias a causa del peso del Estado centralizado.
A este anuncio oficioso le ha seguido la sorprendente filtraci¨®n de que, en realidad, se le hab¨ªa ocurrido a Chirac antes que a Sarkozy. Los autores de esa versi¨®n alegan como prueba un dato cierto, que es la existencia de una secretaria de Estado tambi¨¦n de origen argelino. Como si quisieran sugerir que lo grave no es practicar la discriminaci¨®n positiva, sino decirlo.
Sarkozy ha sido acusado por buen n¨²mero de chiraquianos de haber planteado esta pelea a causa de sus ambiciones pol¨ªticas. Hoy tendr¨¢ ocasi¨®n de arrullar un poco m¨¢s a la opini¨®n p¨²blica, anunci¨¢ndole que el n¨²mero de delitos baj¨® un 3,4% en 2003. Mecido por altos ¨ªndices de popularidad en todas las encuestas, el ministro del Interior ocupa tanto espacio que hasta el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin -m¨¢s bajo que aqu¨¦l en los sondeos-, se ha visto obligado a recordar que el patr¨®n es ¨¦l.
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