Felices y alegres porque s¨ª
Julia Roberts ha sido amenazada por los peligrosos amigos del rifle, que apadrin¨® Charlton Heston, por haberse atrevido a manifestar su desacuerdo con ellos. Por la misma causa han sido incluidos en una inquietante lista negra, entre otros, George Clooney, Madonna y, por supuesto, Michael Moore. As¨ª las gastan. A la pobre Roberts, que hoy comienza su andadura como profesora de arte en La sonrisa de Mona Lisa, quiz¨¢s se le haya helado esa risa bella y contagiosa con que nos fascina a tantos. Y no hay derecho. Ella cree -lo ha dicho en Cineman¨ªa- que ser actor no es muy distinto a ser como la profesora de su pel¨ªcula, que trata de interesar a otros en aquello que a ella le interesa, ense?¨¢ndolo o cont¨¢ndolo. Y si Julia Roberts cree que la din¨¢mica de las armas es mala, lo dice abiertamente. Est¨¢ en su derecho. Puede que hasta le den otro Oscar por esta pel¨ªcula, y ya se sabe que cuando la Roberts gana un Oscar pilla el micr¨®fono para decir lo que le venga en gana durante el tiempo que necesite.
Al parecer, no es eso lo que va a ocurrir en los Goya espa?oles. Los responsables de la ceremonia que viene han asegurado que ¨¦sta no ser¨¢ reivindicativa como la del pasado a?o, sino "¨¢gil, simp¨¢tica y alegre". ?Por qu¨¦ considerar¨¢n incompatible la alegr¨ªa con las reivindicaciones? La ¨²ltima ceremonia fue simp¨¢tica y alegre, y no por m¨¦rito del gui¨®n, sino precisamente porque los ganadores rompieron a hablar de lo que les pareci¨® conveniente, de algo grave que nos estaba pasando (y que a¨²n nos pasa). ?Es que este a?o ya se conoce qui¨¦nes ser¨¢n los ganadores y lo que van a decir en sus agradecimientos? No es cre¨ªble. Debe de ser m¨¢s bien esa funesta man¨ªa de hablar por hablar o, seg¨²n qu¨¦ periodistas, de o¨ªr por o¨ªr. O quiz¨¢s se trate de ahuyentar fantasmas que pudieran afear una bonita ceremonia preelectoralista.
Lo curioso es que en esa misma noche se va a rendir homenaje al cine de Am¨¦rica Latina (perd¨®n, de Iberoam¨¦rica, no vayan a enfadarse), y muy especialmente a la honorable figura del actor argentino H¨¦ctor Alterio. Quienes en 1974 le conocimos en San Sebasti¨¢n recordamos su angustia al tener que decidir si deb¨ªa o no regresar a su pa¨ªs, donde los paramilitares le acababan de amenazar de muerte. Empezaba entonces en Argentina la cruenta larga noche del Gobierno de los generales, aunque para nosotros no significara en aquel momento m¨¢s que una noticia confusa y remota. Sal¨ªamos felices del cine de descubrir a H¨¦ctor Alterio en La tregua, que luego ser¨ªa nominada al Oscar, y nos topamos en los pasillos del hotel con un hombre que nos hablaba de la urgencia de la vida real.
Se qued¨® en Espa?a para salvar su vida, y acab¨® enriqueciendo nuestro cine con nuevas sensibilidades para la interpretaci¨®n. Se le consider¨® un s¨ªmbolo de la democracia que est¨¢bamos estrenando: l¨ªder sindical encarcelado en Asignatura pendiente, enamorado de la sombra masculina de Garc¨ªa Lorca en A un dios desconocido, juez facha en El crimen de Cuenca... Tambi¨¦n contribuy¨® a mejorar nuestro teatro: es entra?able recordarle en aquellas Divinas palabras donde le admiramos por su generoso intento de no sesear a Valle-Incl¨¢n. Hoy, es un actor nuestro, ya es de todos.
Desde aquel 1974 otros actores argentinos han buscado refugio en Espa?a o sobrevivido a la situaci¨®n con diferentes recursos. Cuatro de ellos, superpremiados a lo largo de sus carreras en teatro y en cine (V¨ªctor Laplace, Soledad Silveyra, Hugo Arana y Ana Mar¨ªa Picchio, que fue el joven motivo de amor de H¨¦ctor Alterio en La tregua), representan estos d¨ªas en Madrid Made in Argentina, que fue llevada al cine precisamente para ampliar su grito de desesperanza. ?Podr¨ªan referirse a ella si hubiesen sido premiados con algunos de estos Goya? Vete a saber. Porque reivindicaciones, haylas. Hasta los productores acaban de lanzar una campa?a publicitaria reivindicando el cine espa?ol. ?Podr¨¢n hablar de ello en una ceremonia "¨¢gil, simp¨¢tica y alegre"? Y cuando premien Te doy mis ojos, ?se podr¨¢ levantar la voz sobre el maltrato a las mujeres? Y no te digo nada si cae La pelota vasca. En fin, que felices y alegres por exigencias del gui¨®n.
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