Navegando la historia
Con ocasi¨®n de su viaje a Chile don Juan Carlos ha visitado la Ant¨¢rtica y, espec¨ªficamente, dos de las bases espa?olas existentes en ese territorio. Entre ellas, la que lleva su nombre y a cuya instalaci¨®n contribuyeron tanto Chile como otros pa¨ªses amigos y en que se efectuaron las primeras investigaciones complementarias de las oceanogr¨¢ficas iniciales del Programa Ant¨¢rtico Espa?ol, bajo la direcci¨®n de Josefina Castelv¨ª, la primera mujer jefe de base ant¨¢rtica.
Su Majestad, de alguna manera, ha realizado una navegaci¨®n por la historia, pues, como bien se sabe o debiera saberse, Espa?a es quien pudiera esgrimir, aunque afortunadamente el tema no est¨¢ en la actual controvertida agenda internacional, derechos hist¨®ricos prioritarios sobre el actual continente ant¨¢rtico. Las Bulas de Alejandro VI en 1493 y el Tratado de Tordesillas un a?o m¨¢s tarde repartieron entre los reinos de Espa?a y Portugal los "nuevos territorios descubiertos y por descubrir" en las ¨¢reas australes de reciente incorporaci¨®n en la cartograf¨ªa de la ¨¦poca. La Corona espa?ola adquiri¨® entonces formal tuici¨®n sobre las tierras ubicadas al sur del actual estrecho de Magallanes, las que con la denominaci¨®n de "Terra Australis" puso durante todo el periodo colonial bajo la jurisdicci¨®n de las Gobernaciones de Chile, por lo que esos territorios, por aplicaci¨®n del principio del "uti possidetis", pasaron a formar parte de la Rep¨²blica que las sucedi¨®.
Espa?a es quien pudiera esgrimir derechos hist¨®ricos prioritarios sobre el actual continente ant¨¢rtico
Su majestad Juan Carlos I ha viajado al continente ant¨¢rtico desde Punta Arenas, una de las llamadas "ciudades puente" para alcanzar la Ant¨¢rtica, denominaci¨®n que Ptolomeo asign¨® a un continente para ¨¦l imaginario que, conforme marcaban los astros, debiera existir en el polo sur como existe el ?rtico en el norte. La actual ciudad de Punta Arenas corresponde a un tercer emplazamiento efectuado despu¨¦s del descubrimiento de Chile por Hernando de Magallanes en 1520 y luego del tr¨¢gico final de la primera fundaci¨®n efectuada por Pedro Sarmiento de Gamboa en el siglo XVI, cuya historia de aniquilamiento por el hambre y la violencia de la poblaci¨®n originaria da cuenta del sacrificio pionero del descubridor espa?ol, luego seguido por la experiencia republicana de Fuerte Bulnes, tan dram¨¢tica como la anterior. El Rey habr¨¢ visitado la Isla Rey Jorge, donde se concentra el mayor n¨²mero de estaciones cient¨ªficas ant¨¢rticas, bautizada en 1819 por un marino mercante ingl¨¦s que confirm¨® que antes le hab¨ªa precedido con tr¨¢gica fortuna un nav¨ªo de guerra espa?ol, el legendario San Telmo, comandado por Joaqu¨ªn de Toledo, a bordo del cual viajaba un contingente de m¨¢s de 600 soldados destinados a reforzar la guarnici¨®n de Lima. El naufragio del San Telmo sigue siendo la mayor p¨¦rdida de vidas en la historia ant¨¢rtica, seguido en n¨²mero por el naufragio cuatro a?os antes de la Constituci¨®n que, en calidad de nave corsaria, se dirig¨ªa desde Buenos Aires a hostigar el poder hispano tambi¨¦n en Lima, con una tripulaci¨®n cercana al centenar de chilenos. Ambos desastres, de distinto signo, confirman la presencia hispana, que configura un patrimonio hist¨®rico com¨²n y testimonia el sacrificio de quienes al servicio de sus convicciones o murieron ahogados o sobrevivieron por corto tiempo para morir luego de hambre, fr¨ªo y soledad.
En la Isla Decepci¨®n el s¨¦quito real visit¨® el refugio que recuerda a don Gabriel de Castilla, quien no s¨®lo alcanz¨® en 1603 la m¨¢s septentrional latitud a que por mucho tiempo no se lleg¨® en la navegaci¨®n ant¨¢rtica, sino hizo una aut¨¦ntica acci¨®n de jurisdicci¨®n mar¨ªtima en nombre de las Armadas del Reino de Espa?a. De Castilla, gobernador militar del Callao, por disposici¨®n del virrey realizaba una expedici¨®n anual hacia el Estrecho y, con notable visi¨®n estrat¨¦gica, paulatinamente las fue extendiendo hasta llegar a la Ant¨¢rtica.
Todo lo anterior, sumado a otras experiencias, pondr¨¢n al monarca espa?ol de frente a uno de los aspectos m¨¢s epop¨¦yicos de la historia de su naci¨®n. Sin embargo, se situar¨¢ tambi¨¦n ante la historia del futuro, pues la Ant¨¢rtica se ha transformado en un sitio especial en que se conjugan principios como la paz y el desarrollo cient¨ªfico y la preservaci¨®n del medio ambiente, todo lo cual crea entendimientos in¨¦ditos en la comunidad internacional que hacen posible el progreso, el desarrollo y la convivencia arm¨®nica de toda la humanidad. El Tratado Ant¨¢rtico, en vigencia desde 1961, es el instrumento b¨¢sico alrededor del cual se han logrado sorprendentes niveles de cooperaci¨®n cient¨ªfica y de solidaridad pr¨¢ctica que debieran constituir ejemplos en otras instancias.
Los latinoamericanos y, naturalmente los chilenos, nos hemos sentido muy satisfechos de servir de pista de entrada a que el Rey de Espa?a confirme la actividad que los cient¨ªficos y militares espa?oles realizan junto a colegas de las m¨¢s diversas nacionalidades. En medio del fr¨ªo natural de la Ant¨¢rtica, continente del hielo, hombres y mujeres de buena voluntad de las m¨¢s distintas nacionalidades tratan de construir un estimulante y ejemplar espacio c¨¢lido de pac¨ªfica convivencia.
Enrique Krauss Rusque es embajador de Chile.
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