Sin moral, no hay pol¨ªtica que valga
El 23 de diciembre, Helmut Schmidt, uno de los grandes estadistas de Europa, ha cumplido 85 a?os. El que arrancase el euro se lo debemos a la estrecha colaboraci¨®n del canciller alem¨¢n, con el entonces presidente de Francia, Val¨¦ry Giscard d'Estaing. Europa ha funcionado cuando lo ha hecho el eje franco-alem¨¢n, conviene recordarlo a comienzos del 2004, el a?o de la puesta en marcha de la Europa ampliada y de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n que fijar¨¢n el perfil geogr¨¢fico y jur¨ªdico de Europa.
El que hab¨ªa sido ministro de Defensa en el primer Gobierno de Brandt, de Hacienda y Econom¨ªa, en el segundo, le sucede como canciller en 1974. El mayor ¨¦xito de los servicios secretos de la RDA, contar con un esp¨ªa en el entorno de Brandt, se revel¨® su mayor rev¨¦s, perder al gobernante que hab¨ªa iniciado una pol¨ªtica de buena vecindad con el otro Estado alem¨¢n. Era tanto el inter¨¦s que ten¨ªa Berl¨ªn Oriental en que Willy Brandt continuase de canciller que, en 1972, la CDU fracas¨® en la moci¨®n de censura porque la RDA hab¨ªa comprado a los dos diputados dem¨®crata-cristianos que no votaron a Barzel. En realidad, la dimisi¨®n obligada de Brandt se hab¨ªa debido al descontento creciente de la fracci¨®n parlamentaria del SPD, que controlaba Wehner, con un canciller que pasaba por agudas crisis de depresi¨®n, discut¨ªa con los colaboradores hasta el cansancio, pero al final no tomaba decisiones, amen de que su vida privada, de hacerse p¨²blica, y la RDA ten¨ªa todos los datos, podr¨ªa llevar a que el SPD perdiese las siguientes elecciones. El gran m¨¦rito de Brandt hab¨ªa sido llevar a cabo "la pol¨ªtica del Este" firmando los tratados con Mosc¨² y Varsovia que posibilitaron su viaje a Erfurt, con el que comienza la normalizaci¨®n de las relaciones entre los dos Estados alemanes. El d¨¦ficit de Brandt se consigna en la pol¨ªtica interior, sin hacer nada para desatascar los muchos conductos obstruidos por 20 a?os de Gobierno conservador. El mayor error, del que luego tanto se arrepenti¨®, lo comete tambi¨¦n en pol¨ªtica interior con el decreto que, llevado de un anticomunismo visceral que se remonta a su experiencia de la guerra civil espa?ola, prohib¨ªa ocupar en el sector p¨²blico a aquellas personas ligadas a la izquierda subversiva o a los partidos marxistas.
Schmidt llega a canciller en 1974 cuando ha empezado la crisis econ¨®mica mundial que cierra dos decenios de crecimiento y estabilidad que en la Europa democr¨¢tica hicieron posible el despliegue del Estado de bienestar. El objetivo ahora es frenar la inflaci¨®n sin perder el pleno empleo: "Prefiero 5% de inflaci¨®n, a 5% de paro", dijo Schmidt al comenzar su mandato. Treinta a?os m¨¢s tarde, la inflaci¨®n es baja, pero con dos d¨ªgitos de paro, lo que obliga no ya, como en los setenta, a frenar el crecimiento del Estado de bienestar sino a ir desmont¨¢ndolo pieza a pieza. Schmidt fue el primer socialdem¨®crata que advirti¨® que el modelo estaba agotado, pero no pod¨ªa esperar que su partido apoyase una opini¨®n que pon¨ªa en tela de juicio toda su ideolog¨ªa.
Hoy la prensa alemana celebra como el rasgo de gran estadista que supiera tomar decisiones impopulares, incluso contra el propio partido. Cuando en 1982 Felipe Gonz¨¢lez lleg¨® al poder, Helmut Schmidt acababa de perderlo. Su consejo fue: "Haz lo que tengas que hacer, pero procura que no se te alborote el gallinero". Gonz¨¢lez estuvo siempre muy lejos del "osar m¨¢s democracia" que predicaba Willy Brandt y, en cambio, muy cerca del pragmatismo, de espaldas al partido y a sus programas, que practic¨® Helmut Schmidt.
En el discurso de despedida como diputado federal en 1986 confiesa que le ha guiado siempre "un pragmatismo que se ha fijado metas morales". No es la ideolog¨ªa, sea marxista o liberal, la que ha dirigido sus pasos como estadista, sino la ¨¦tica. En este sentido considera a Kant el verdadero fundador del socialismo democr¨¢tico.
En un reciente art¨ªculo publicado en Die Zeit, el semanario del que ha sido editor y director, recuerda que sin moral el capitalismo no puede funcionar y es, justamente, la falta de moral lo que caracteriza al capitalismo en la etapa actual. Ah¨ª est¨¢n los esc¨¢ndalos de Enron o de Parmalat para el que abrigue alguna duda. Como le ocurri¨® al capitalismo de Estado, tambi¨¦n el privado amenaza con desmoronarse desde el interior por su absoluta falta de ¨¦tica.
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