La ley de la guerra
La guerra de Irak ha generado r¨ªos de tinta en los ¨²ltimos meses y los seguir¨¢ justificando en el futuro. La situaci¨®n de violencia sostenida en ese territorio, hoy tierra de nadie lejos de la pacificaci¨®n, no puede satisfacer ni a quienes vaticinaron el caos; y aunque no es posible vislumbrar el futuro de Irak, inmerso en una regi¨®n nunca tan desestabilizada como ahora, s¨ª puede hacerse ya un balance de qu¨¦ ha supuesto la guerra para la comunidad internacional.
Nadie insiste a estas alturas en justificar la invasi¨®n de Irak por las nunca encontradas armas de destrucci¨®n masiva. Los gobiernos norteamericano y brit¨¢nico, secundados principalmente por el espa?ol, circularon en direcci¨®n prohibida a trav¨¦s del derecho internacional m¨¢s all¨¢ de cualquier l¨ªmite razonable, y condujeron una guerra diplom¨¢tica en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que dio paso al conflicto armado. La primera baja de esa guerra diplom¨¢tica fue el consenso; la segunda, el derecho. En la d¨¦cada de luna de miel que sigui¨® al final de la guerra fr¨ªa, la comunidad internacional se hab¨ªa acostumbrado a resolver los conflictos mediante la negociaci¨®n y la utilizaci¨®n de instrumentos jur¨ªdicos. El 11 de septiembre de 2001 fueron derribadas muchas cosas, adem¨¢s del World Trade Center y parte del Pent¨¢gono. Se derrumbaron tambi¨¦n los cimientos de la coexistencia pac¨ªfica. El gran triunfo de Osama Bin Laden ha sido permitir al Gobierno de George W. Bush construir sobre los escombros de cinco d¨¦cadas de derecho internacional la nueva doctrina de seguridad nacional que tiene como eje fundamental la guerra preventiva, los llamados ataques anticipatorios en la versi¨®n dom¨¦stica de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
NO EN MI NOMBRE. GUERRA Y DERECHO
Edici¨®n de Linda Bimbi
Trotta. Madrid, 2003
237 p¨¢ginas. 14 euros
Linda Bimbi, responsable de la Fundaci¨®n Internacional Lelio Basso, ha agrupado en este libro las aportaciones de un excelente grupo de expertos, polit¨®logos, fil¨®sofos y juristas. Los brillantes an¨¢lisis incorporados al texto desde las m¨¢s variadas disciplinas permiten justificar el t¨ªtulo de la publicaci¨®n: No en mi nombre. Es la voz de los ciudadanos, la de quienes no se han sentido representados por sus gobernantes, a pesar de haber sido ¨¦stos elegidos democr¨¢ticamente; la de quienes no s¨®lo han repudiado la guerra, sino que adem¨¢s han querido desvincularse con ese lema de las decisiones de gobiernos que han actuado de espaldas a la opini¨®n p¨²blica y en contra de la legalidad y de los intereses de la mayor¨ªa.
En el libro est¨¢n ordenada
mente expuestos los argumentos de ese movimiento ciudadano internacional que se manifest¨® de manera espont¨¢nea y masiva -110 millones de personas en la protesta del 15 de febrero de 2003-. La desaprobaci¨®n frente a lo que percibieron instintivamente como la destrucci¨®n del orden jur¨ªdico internacional sobre el que se asentaba la convivencia en todo el planeta, se encuentra aqu¨ª racionalizada con argumentos expuestos por algunos de los mejores especialistas del mundo.
El libro contiene una luminosa reflexi¨®n de Luigi Ferrajoli sobre la legitimidad de la fuerza para restablecer o mantener la paz, que analiza la destrucci¨®n del derecho internacional como consecuencia de una guerra ileg¨ªtima, examina el nuevo orden internacional que pretende gobernar el mundo sirvi¨¦ndose de la guerra como principal instrumento, y llega a la conclusi¨®n de que las filosof¨ªas pol¨ªticas realistas, que sostienen que la crisis carece de alternativas y que la guerra siempre formar¨¢ parte de la vida humana, equivalen a una abdicaci¨®n de la raz¨®n.
El monopolio jur¨ªdico de la fuerza debe corresponder a una ONU refundada. El mundo no puede permitirse continuar la actual escalada b¨¦lica y armament¨ªstica, ni seguir sin dar soluciones globales a la alimentaci¨®n, el abastecimiento de agua y la asistencia sanitaria b¨¢sica de la mayor¨ªa de la humanidad; sin hacer realidad los aspectos fundamentales de las declaraciones de derechos humanos; sin permitir que la Corte Penal Internacional llegue a ser una alternativa eficaz a la actualmente vigente ley del m¨¢s fuerte.
No es cierto, concluye Ferrajoli, que la crisis del Consejo de Seguridad haya debilitado a la ONU hasta convertirla en una organizaci¨®n "irrelevante", como asegur¨® el presidente Bush. Al contrario, la guerra ha despertado la conciencia c¨ªvica de muchas personas, alumbrando una nueva sociedad civil mundial. Es necesario que esa movilizaci¨®n contin¨²e; que Europa rompa, como ya ha hecho en parte, su subordinaci¨®n a Estados Unidos; que la opini¨®n p¨²blica norteamericana desarrolle el disenso frente a su actual Administraci¨®n.
La guerra de Irak ha conseguido que muchos miren hoy a la ONU, cuyo Consejo de Seguridad rehus¨® legitimarla a pesar de las extraordinarias presiones recibidas, como una esperanza que antes les era ajena. Nunca antes hab¨ªa pretendido Estados Unidos con tanto ah¨ªnco obtener la autorizaci¨®n de la ONU para hacer la guerra, y nunca antes se le hab¨ªa denegado.
Ha producido el parad¨®jico efecto de que la violaci¨®n del derecho nos haga reparar en su importancia. La legalidad internacional ha sido por primera vez el criterio de valoraci¨®n de una guerra: por eso, la inmensa mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica mundial la ha percibido como un crimen.
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