Los dem¨®cratas buscan otro Clinton
Despu¨¦s de cuatro a?os en la oposici¨®n al presidente Bush, hijo, el Partido Dem¨®crata comienza ma?ana el largo proceso para buscar un candidato s¨®lido que est¨¦ en condiciones de reeditar el 2 de noviembre lo que en 1992 el ex presidente Bill Clinton hizo con Bush, padre: ganarle en las urnas e impedir que los republicanos ocupen la Casa Blanca durante un segundo mandato consecutivo. Ma?ana se celebra el 'caucus' en Iowa; el 27 son las primarias de New Hampshire; el 'superjueves' de marzo es la fecha decisiva con las primarias en 11 Estados, entre ellos Nueva York y California
Iowa, New Hampshire y el supermartes. Entre estas tres convocatorias -ma?ana, los caucus de Iowa; el 27 de enero, las primarias de New Hampshire, y el 2 de marzo, el ¨®rdago de 10 grandes Estados- se definir¨¢ la candidatura del Partido Dem¨®crata para las elecciones presidenciales del 2 de noviembre. La del Partido Republicano est¨¢ clara: el presidente George W. Bush est¨¢ emple¨¢ndose a fondo en la campa?a para la reelecci¨®n. No hay primarias republicanas, y la Convenci¨®n de Nueva York, a finales de agosto, servir¨¢ para coronar a un Bush y, quiz¨¢, para dar alas a otro, el tercer miembro de la dinast¨ªa, Jeb, que piensa ya en el a?o 2008.
Los dem¨®cratas, en cambio, est¨¢n en plena fase de enfrentamiento. El liderazgo en los sondeos, en apoyos y en recursos econ¨®micos del m¨¦dico y ex gobernador de Vermont, Howard Dean, ha hecho que los otros candidatos con algunas posibilidades -los senadores John Kerry, John Edwards, Joe Lieberman y el congresista Dick Gephardt, m¨¢s el ex general Wesley Clark, que va remontando desde su p¨¦simo comienzo- concentren sus cr¨ªticas en ¨¦l. Y Dean, harto de los ataques y del escrutinio de los periodistas -que rescatan de su pasado y su presente frases inconvenientes o apresuradas- y cuya fuerza parece haberse estancado en los ¨²ltimos d¨ªas, ha dicho que ya est¨¢ cansado de que le claven a ¨¦l "todos los alfileres" y ha pasado a la ofensiva. Seg¨²n Nelson Reyneri, que forma parte del Comit¨¦ Nacional del Partido Dem¨®crata, que ha pasado la ¨²ltima semana en Iowa y sigue de cerca las primarias, "el margen es muy peque?o. Va a ser una batalla muy intensa". A pesar de los apoyos obtenidos por Dean y de que los sondeos le favorecen, Reyneri cree que hay que ser prudentes: "Yo no apostar¨ªa mi dinero a¨²n en esta carrera", dice, al mencionarle a los cuatro o cinco aspirantes m¨¢s destacados.
Dean va en cabeza, y tiene preciosos respaldos, como el de Al Gore, el ex presidente Carter, el senador por Iowa Tom Harkin o la ¨²ltima baja en los aspirantes, la senadora Carol Moseley Braun. Dean tiene dinero -tanto, que en esta fase ha renunciado a recibir fondos p¨²blicos para no verse sujeto a ning¨²n l¨ªmite- y cuenta con la entrega de miles de j¨®venes voluntarios y con el apoyo de organizaciones muy activas en Internet, como MoveOn, financiada en parte por el millonario George Soros. Pero varios de sus rivales no han tirado la toalla: en Iowa se decidir¨¢ el futuro de Gephardt, y se sabr¨¢ si Kerry y Edwards -que han hecho enormes avances en los sondeos de la ¨²ltima semana- a¨²n tienen vida pol¨ªtica para las siguientes primarias. Y dentro de nueve d¨ªas, en New Hampshire, se conocer¨¢ si el ex general Clark, que no participa en los caucus de Iowa, es una alternativa real a Dean. Clark est¨¢ subiendo como la espuma. Tanto, que Dean dijo de ¨¦l: "No s¨¦ qu¨¦ hace un candidato republicano en unas primarias dem¨®cratas".
Batallas internas aparte, el Partido Dem¨®crata, amargado a¨²n por la derrota del a?o 2000 -ejecutada por el Supremo al interrumpir el recuento de Florida y dar la victoria a Bush por 537 votos de diferencia, pero tambi¨¦n perdida por la campa?a del candidato, Al Gore, que no supo rentabilizar la etapa de Clinton-, se encuentra ante una situaci¨®n complicada. Por una parte, el presidente Bush no ha sido, como prometi¨® tras llegar a la Casa Blanca, un l¨ªder de uni¨®n, sino de divisi¨®n. La polarizaci¨®n del pa¨ªs, sin ser un fen¨®meno nuevo, ha llegado a un punto muy notable, y pr¨¢cticamente a la mitad de los estadounidenses no les gusta el actual ocupante de la Casa Blanca.
Cualidades presidenciales
Por otro lado, dos terceras partes del electorado, aun sin coincidir en todo con ¨¦l, creen que Bush tiene las cualidades que hay que tener para ser presidente. Si la econom¨ªa sigue hacia arriba e Irak no empeora, da igual qui¨¦n sea el candidato dem¨®crata: Bush tendr¨¢ m¨¢s posibilidades, porque una reelecci¨®n es siempre un refer¨¦ndum. En opini¨®n de Allan Lichtman, catedr¨¢tico de la American University y experto en campa?as presidenciales y comportamiento pol¨ªtico, "la ventaja est¨¢ en manos de George W. Bush y el Partido Republicano. La situaci¨®n econ¨®mica mejora, Sadam ha sido capturado y el pa¨ªs atraviesa un periodo de calma. Esto favorece a los republicanos. Para ganar, los dem¨®cratas necesitan que la econom¨ªa se estanque o empeore. Si no se produce un cambio de las circunstancias externas, cualquier candidato dem¨®crata lo tendr¨¢ complicado. Clinton llevaba raz¨®n al decir: '?Es la econom¨ªa, est¨²pido!".
Si es cierto que, para ganar, los dem¨®cratas dependen de que vayan mal Irak y la econom¨ªa, su influencia en el proceso estar¨¢ a expensas de factores ajenos a sus iniciativas. Will Marshall, presidente del Instituto de Pol¨ªtica Progresiva -un think tank vinculado al Consejo de Dirigentes Dem¨®cratas, la gran plataforma que inspir¨® las pol¨ªticas de Clinton en la Casa Blanca-, se resiste a caer en el argumento de que cuanto peor, mejor: "Bueno, yo no deber¨ªa reconocerlo, porque es siempre el dilema que tiene un partido: que sus perspectivas est¨¦n directamente relacionadas con lo mal que vayan las cosas en el pa¨ªs. Pero es verdad que, si hay un alto grado de satisfacci¨®n sobre la econom¨ªa y el sentimiento de que Bush ha hecho un buen trabajo en la guerra contra el terrorismo y a favor de la seguridad, ser¨¢ muy dif¨ªcil para los dem¨®cratas, muy dif¨ªcil justificar la necesidad del cambio". En otras palabras, a¨²n m¨¢s claras: "Si, en el verano, la mayor¨ªa de los estadounidenses est¨¢n convencidos de que estamos avanzando en la direcci¨®n adecuada, ser¨¢ muy dif¨ªcil para cualquier dem¨®crata derrotar a George Bush".
Marshall cree que hay margen de maniobra para los suyos: "S¨ª, mi opini¨®n es que hay suficientes ambig¨¹edades en la econom¨ªa y, desde luego, suficiente preocupaci¨®n frente a lo que parece un compromiso largo y costoso -en todos los sentidos- en Irak como para que un dem¨®crata -el tipo de dem¨®crata adecuado- pueda hacer una buena campa?a".
La frase "el tipo de dem¨®crata adecuado" deja al descubierto un secreto a voces en buena parte de la direcci¨®n del partido y entre la franja de militantes moderados: ?es Howard Dean el hombre que puede batir a Bush en noviembre? No ha habido otro candidato que, como ¨¦l, haya sabido recoger los sentimientos contrarios a la guerra que yac¨ªan de forma subterr¨¢nea en el partido; no ha habido otro que haya devuelto a las bases, ansiosas por vengar la derrota de 2000, la ilusi¨®n de que es posible hacerlo; no hay nadie que recoja mejor la bandera del odio a Bush que ondea casi medio pa¨ªs. Y, sin embargo, Dean intranquiliza a algunos destacados dem¨®cratas.
Uno de ellos, que tuvo responsabilidades en la Administraci¨®n de Clinton -y que quiere volver a trabajar en un futuro Gobierno dem¨®crata, por lo que prefiere mantener el anonimato- dice estar "bastante convencido de que Dean no es elegible". ?Por qu¨¦? "La principal raz¨®n es que est¨¢ demasiado a la izquierda. EE UU es un pa¨ªs conservador, especialmente en el centro y el sur. Si uno quiere seguridad y ganar dinero, votar¨¢ a Bush. Y eso lo har¨¢n incluso dem¨®cratas conservadores y la gente que, estad¨ªsticamente, decide los resultados: hombres blancos de 30 a 50 a?os".
Allan Lichtman no cree que Dean tenga flancos especialmente d¨¦biles: "Howard Dean ha hecho m¨¢s, desde el punto de vista pol¨ªtico, que ning¨²n otro candidato. Ha conseguido inspirar pasi¨®n a sus seguidores, ha creado una campa?a innovadora y ha sido capaz de hacerse con las bases del partido. Es tambi¨¦n el ¨²nico que ha conseguido utilizar de forma eficaz las posibilidades de Internet para conseguir fondos y ganar apoyos. Desde mi punto de vista, Dean es tan bueno como cualquier otro candidato para protagonizar la campa?a contra Bush; aunque, al margen de quien gane las primarias, ser¨¢ una campa?a complicada para los dem¨®cratas".
?El que m¨¢s gusta a la mayor¨ªa del partido es el mejor para las urnas? Will Marshall cree que no: "El Partido Dem¨®crata es heterog¨¦neo, tiene menos cohesi¨®n que el Republicano en varios aspectos: ideol¨®gico, social... Ganar en las primarias gracias al apoyo de izquierdistas impacientes no significa que se puedan ganar las elecciones. Al contrario, el tipo de cosas que hay que decir para atraer a los militantes m¨¢s impacientes puede costar el rechazo de los votantes independientes, que son los que deciden en las elecciones generales". Para Marshall, el problema de Dean, si consigue ser el candidato, llegar¨¢ m¨¢s tarde: "Me da la impresi¨®n de que tendr¨ªa que asumir ciertas cargas, especialmente su posici¨®n claramente antiguerra, que le har¨ªan las cosas dif¨ªciles. Creo que existe la sensaci¨®n de que Dean est¨¢ dirigiendo su campa?a de las primarias desde posiciones de izquierda, y eso quiz¨¢ sea una carga cuando quiera recurrir a los votantes de centro en las elecciones".
La percepci¨®n es una de las claves. En una cena reciente con simpatizantes y l¨ªderes dem¨®cratas en Washington, todos ellos amigos, uno de ellos sintetiz¨® as¨ª el problema: "Dean barre en las primarias y Bush barre a Dean en las presidenciales". ?Por qu¨¦? "Porque, aunque ¨¦l no lo sea, se ha metido en una imagen de izquierdista, y cuando quiera abandonarla, no va a poder o no le van a dejar".
Arrogante
El dirigente dem¨®crata, que no quiere dar su nombre, coincide y va m¨¢s all¨¢: "El problema de Dean es que se le percibe como izquierdista, pese a que en Vermont gobern¨® como un centrista. Y otra impresi¨®n que da es que es muy arrogante, y eso importa en EE UU, me temo que m¨¢s que en Europa: para mucha gente, Bush aparece como un tipo majo y Dean no, Dean no es alguien con quien quedar¨ªan para cenar".
En un soberbio perfil de Dean realizado por Mark Singer para The New Yorker se dice que es "el t¨ªpico m¨¦dico pol¨ªtico: r¨¢pido, en ocasiones demasiado r¨¢pido, en el diagn¨®stico y en la reacci¨®n". El propio Dean confiesa: "Mi problema -irme de la lengua- es que una vez que estoy seguro de lo que quiero, lo digo. Y tengo que tener cuidado con lo que digo". Richard Cohen, columnista de The Washington Post, es m¨¢s severo: "El problema de Dean es que dispara antes de apuntar, que habla antes de pensar", pero "no todo lo que dice de esa forma es err¨®neo o destemplado". A veces se trata de grandes verdades, pero, concluye Cohen, "aunque se supone que la verdad nos hace libres, en pol¨ªtica, la verdad nos hace quedarnos sin trabajo". El intenso escrutinio de los medios con los errores y patinazos y la imagen que trasmiten de que Dean se enfada demasiado saca de sus casillas a Joe Trippi, el hombre que le lleva la campa?a: "Nosotros decimos que no es un candidato iracundo, pero si los otros candidatos lo dicen, vosotros
[se refiere a Howard Kurtz, de The Washington Post] lo repet¨ªs. Y con lo que muchos norteamericanos est¨¢n enfadados es con lo que Bush ha hecho a este pa¨ªs".
A Will Marshall, presidente del Instituto de Pol¨ªtica Progresiva, no le preocupa que Dean se enfade o no, ni cree que la cuesti¨®n principal para ganar o no a Bush tenga que ver con el car¨¢cter. Lo que teme es que una campa?a basada en el odio a Bush sea contraproducente, como lo fue la de George McGovern frente a Richard Nixon en 1972. McGovern abander¨® la gran protesta contra la guerra de Vietnam y cosech¨® un fracaso espectacular. "Dudo de que ahora sea una cat¨¢strofe semejante, porque las condiciones son diferentes y en los a?os sesenta y sesenta hab¨ªa mucha gente enfadada con el Partido Dem¨®crata. Creo que el enfado, ahora, tiende a concentrarse m¨¢s en los republicanos, porque est¨¢n en el poder. Los dem¨®cratas est¨¢n un poco m¨¢s unidos que en 1972, y no veo que, ni siquiera siendo Dean el candidato, puedan sufrir una derrota de semejantes proporciones", entiende Marshall. Para ¨¦l, la cuestion es otra. "Lo que es similar, lo que es paralelo, es que el sentimiento antiguerra fue el elemento dinamizador de la campa?a de McGovern y lo es de la de Howard Dean: por eso Dean tiene a tantos j¨®venes y tanta gente idealista con ¨¦l. Pero ¨¦ste es un pa¨ªs que se siente en estado de sitio, que se siente amenazado y vulnerable al terrorismo. Es una opci¨®n curiosa, extra?a, presentarse como el m¨¢s vehemente candidato antiguerra en un momento en el que el pa¨ªs tiene la sensaci¨®n de que se est¨¢ enfrentando a sus enemigos".
Despu¨¦s de los feroces enfrentamientos de estos d¨ªas, los dem¨®cratas se unir¨¢n, y el candidato, sea el que sea, emprender¨¢ el viaje hacia la moderaci¨®n, como explica Allan Lichtman: "La definici¨®n un poco radical es un movimiento necesario en las primarias para ganar el apoyo de los sectores dem¨®cratas m¨¢s progresistas, pero, si gana, Dean deber¨¢ adoptar una posici¨®n m¨¢s centrista. Dada la ventaja con la que parte Bush, el candidato deber¨¢ retar duramente a Bush y subrayar su incapacidad para salvaguardar los intereses de los estadounidenses. Si quieren ganar, los dem¨®cratas deben continuar sus ataques a la gesti¨®n de Bush -como hiciera Clinton con su padre- y confiar en que la situaci¨®n econ¨®mica empeore".
Nelson Reyneri, como corresponde a un dirigente del Partido, on the
record mantiene el optimismo y evita pronunciarse por cualquiera de los aspirantes: "Yo creo que todos los candidatos ser¨ªan mejor presidente que Bush. Y estamos casi al 50%, incluso los republicanos lo reconocen. Hay unos 20 Estados en los que las diferencias oscilan en un margen del 3% del voto. Y yo tengo una gran confianza en el voto hispano y en Estados en los que ser¨¢ decisivo, como Arizona, Florida, California, Nuevo M¨¦xico y otros Estados. Incluso en Iowa hay m¨¢s de 90.000 hispanos, con un crecimiento de la poblaci¨®n hispana, en los ¨²ltimos 10 a?os, del 153%".
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