"?Os prometo que derrotaremos a Bush!"
El senador John Kerry, que ha recibido el apoyo de Edward Kennedy, gana protagonismo en el 'caucus' dem¨®crata de Iowa
"?Si me dais vuestro apoyo, os prometo que derrotaremos a George Bush!". John Kerry tiene ya la voz ronca y las setecientas personas que abarrotan el sal¨®n de actos del instituto de ense?anza media McKintry estallan en aplausos y gritos al final del acto. Kerry tarda m¨¢s en salir del local -abrazos, besos, carteles firmados, fotos con ni?os- de lo que ha durado el acto, uno de los m¨¢s intensos de la campa?a.
Entre las personas que han venido con ¨¦l a esta ciudad del coraz¨®n de Iowa, rodeada de campos de ma¨ªz escarchados y explotaciones porcinas, est¨¢ su hija, Alexandra, que acaba de terminar Medicina. "?Qu¨¦ veo yo en mi padre? Que es ¨ªntegro, que es el que tiene m¨¢s pasi¨®n, m¨¢s experiencia. Esto le interesar¨¢, si viene de Espa?a, porque una de las cosas m¨¢s importantes de mi padre es su conocimiento de los asuntos internacionales y su respeto por las opiniones de otros, su sensibilidad. Mi madre se cri¨® en Italia y tenemos parientes en Francia y en Inglaterra. Y mi padre no tiene la xenofobia que creo que hay en muchos de nuestros dirigentes y que algunos estadounidenses de mente estrecha tambi¨¦n tienen".
"Representa mejor que nadie los valores de las clases medias", dice una votante
Una vez cada cuatro a?os, los ciudadanos de Iowa -tres millones de personas, casi todas blancas, en las grandes llanuras de la Am¨¦rica rural- se convierten en el centro de atenci¨®n de Estados Unidos. Anoche, desafiando temperaturas de 15? bajo cero, decenas de miles de personas acudieron a 1.193 reuniones -tantas como circunscripciones electorales- en centros comunitarios, escuelas, iglesias y domicilios privados para discutir sus preferencias sobre los candidatos para las elecciones de noviembre. Los resultados de estos caucuses o reuniones de vecinos deber¨ªan conocerse entre las 10 y las 12 de la noche hora local (entre las 5 y las 7 de la ma?ana en la Espa?a peninsular). Esta vez, la competici¨®n ha sido la m¨¢s fiera de los ¨²ltimos 30 a?os.
Despu¨¦s de la broma, el mejor mitinero del Senado rugi¨® e hizo rugir a la multitud al pedir el voto para Kerry. Y Kerry, su compa?ero de partido y en la C¨¢mara, se lo agradeci¨® d¨¢ndole de paso un golpe a Dean -"?Ted es el aut¨¦ntico representante del ala dem¨®crata del Partido Dem¨®crata!"-, para arrancar despu¨¦s tambi¨¦n con humor: "Esta ma?ana, alguien me preguntaba: ?qu¨¦ sientes al trabajar con el le¨®n del Senado, una leyenda viva, alguien, como Kennedy, al que jam¨¢s podr¨¢s superar en la grandeza de su trabajo legislativo? ?Y sab¨¦is qui¨¦n era el que me lo preguntaba? ?Ted Kennedy!".
El mensaje, despu¨¦s, es breve y ya conocido: es un momento cr¨ªtico, estoy aqu¨ª para marcar el principio del fin de la presidencia de Bush, merecemos otro presidente que se ocupe de la gente de este pa¨ªs y de su pol¨ªtica exterior... Como todos est¨¢n de acuerdo y lo manifiestan con aplausos y silbidos constantes, el mitin es breve. Hay otros dos momentos importantes, adem¨¢s de la magistral intervenci¨®n de Kennedy. Uno es el abrazo que Kerry se da con Jim Rassman, ahora republicano -como ¨¦l mismo recuerda ante la gente, "aunque votar¨ªa por Kerry"-, porque le salv¨® la vida en Vietnam. Otro es el apoyo expl¨ªcito de Harold Sheickburger, presidente de la Federaci¨®n Internacional de Bomberos. Los bomberos de Estados Unidos -y eso no es decir cualquier cosa, por la imagen que tienen- est¨¢n con Kerry, y 50 de ellos lo demuestran en Waterloo. "Siempre nos ha apoyado y por eso estamos aqu¨ª", dice Cal Shaulzberg.
Kerry llega a la gente: a veteranos del Ej¨¦rcito y a jubilados, pero tambi¨¦n a j¨®venes no demasiado politizados, a profesionales y a los indecisos, a los dem¨®cratas que no sab¨ªan muy bien a qui¨¦n elegir, como Jean Darehauster: "He tomado la decisi¨®n en estos d¨ªas. Ha sido como la tortuga y la liebre, y John ha ido siempre lento, pero seguro. Me gusta su mensaje, su porte... creo que estar¨ªa bien situado para ser presidente. ?Dean? Dean no me gusta, es muy arrogante", asegura esta mujer, que silba como un mozalbete a pesar de su edad.
Sheryl, que nunca antes hab¨ªa estado en un mitin, aprecia sobre todo "su sensibilidad con el medio ambiente, su experiencia, tanto en Washington como en calidad de veterano; y creo que representa mejor que nadie los valores de las clases medias que a m¨ª m¨¢s me importan".
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