Feroces visitantes al zoo de los horrores
A Yambo, el rinoceronte del jard¨ªn zool¨®gico de La Habana, ya no le quedan casi cuernos porque por la noche entran personas inescrupulosas a rasp¨¢rselos para hacer con su polvo recetas afrodis¨ªacas o p¨®cimas de brujer¨ªa. Chachi, un mono capuchino de copete colorado, tiene una catarata en su ojo derecho, y hace poco cay¨® abatido de una pedrada un loro de cabeza amarilla, el ¨²nico reproductor con que contaba el zoo de la capital cubana. Y eso no es nada: al menos una tercera parte de los 30 cocodrilos con que cuenta el parque est¨¢n tuertos o ciegos por los golpes recibidos de peligros¨ªsimos visitantes, m¨¢s salvajes y feroces que los propios reptiles. "Ellos suelen quedarse varias horas inm¨®viles, a veces con la boca abierta, bajo el sol. Al ver eso, muchas personas piensan que tienen hambre o est¨¢n enfermos, y empiezan a lanzarles latas de refresco, pomos pl¨¢sticos y hasta piedras que adornan el lugar", explica impotente el subdirector del establecimiento, Sergio Luis Agilera, en un escalofriante reportaje publicado por el diario Juventud Rebelde. En este zoo de espanto tambi¨¦n hay un cisne con el cuello deformado y un ?and¨² sin el ojo izquierdo debido a los golpetazos, chimpanc¨¦s que fuman -los cigarrillos que les da la gente- y una burra con las patas ulceradas -"por las noches los ni?os penetran y cabalgan sobre ella"-. En su incre¨ªble denuncia, Juventud Rebelde explica c¨®mo "especies proverbialmente violentas, ahora deben cuidarse de la ferocidad del visitante", y cuenta que los gerentes, abrumados y desesperados, han iniciado una "labor educativa" con las denominadas Fuerzas de Acci¨®n Pioneril, cuyos integrantes, la mayor¨ªa escolares de tierna edad, recorren ahora las instalaciones uniformados con gorra y solap¨ªn para proteger a los animales de los v¨¢ndalos. Un esc¨¢ndalo.
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