El museo 'pompier'
En los momentos previos a la llegada de los populares al Gobierno de la Comunidad circularon en los ambientes intelectuales de Valencia diversas adivinanzas sobre el futuro devenir del IVAM, la empresa cultural de mayor relevancia de la administraci¨®n que se dispon¨ªa a dejar el poder. Todas las historias predec¨ªan de manera tragic¨®mica el futuro del museo y ven¨ªan trufadas con procaces referencias al imaginario fallero y a las inclinaciones est¨¦ticas de nuestra m¨¢s selecta burgues¨ªa. En aquellos momentos, ante la previsible colisi¨®n de un meteorito est¨¦tico llamado provincia, se implor¨® que el IVAM era un museo valenciano de arte contempor¨¢neo y no un museo de arte contempor¨¢neo valenciano. Los populares, con un sagaz olfato, o m¨¢s que olfato, o¨ªdo pol¨ªtico, entendieron que no deb¨ªan inmolarse gratuitamente en ese orgi¨¢stico fest¨ªn que se celebrar¨ªa sobre las ascuas de un museo que hab¨ªa logrado relevancia internacional. La etapa de Juan Manuel Bonet al frente del museo logr¨® disipar todas las dudas. Nos podr¨¢n gustar m¨¢s el conceptual o las instalaciones que las vanguardias literarias, pero el conocimiento, el rigor, la personalidad y la seriedad quedaron claramente plasmados en las exposiciones y actividades que dej¨® Bonet tras su paso por Valencia.
Cuando las aguas de aquella tormenta se hab¨ªan calmado, llega la nueva direcci¨®n del museo, la de Kosme de Bara?ano, con una pol¨ªtica ya comentada desde estas l¨ªneas y cuyo pen¨²ltimo cap¨ªtulo consiste en la compra para los fondos de la instituci¨®n de una serie de cuadros del artesano Antonio de Felipe, en un momento de grave contenci¨®n de los gastos destinados a las adquisiciones del museo. Los elementos acompa?antes de la historia han sido archiglosados en la prensa desde hace semanas: la compra se hace con todo el apoyo pol¨ªtico-institucional imaginable y coincide con una amplia retrospectiva del mismo autor en el Muvim. Acto seguido los galeristas de Valencia presentan a la opini¨®n p¨²blica un dur¨ªsimo alegato art¨ªstico contra De Felipe y contra el ingreso de De Felipe en nuestra mayor pinacoteca: a hombros y por la puerta grande.
En primer t¨¦rmino, debe destacarse la actitud de los galeristas. Valencia, tras Barcelona y Madrid, es la tercera capital tanto por el n¨²mero como por la importancia de las galer¨ªas dedicadas al arte contempor¨¢neo. Nos hemos quedado muchas veces con las ganas de escuchar a quienes arriesgan desde el sector privado por el arte contempor¨¢neo. Esos silencios obligan a pensar (a veces) en ciertas complicidades. El contundente zapatazo al hilo del asunto De Felipe nos devuelve la ilusi¨®n hacia unos actores fundamentales en el panorama cultural valenciano, tan hu¨¦rfano de voces independientes y alejadas del palanganeo de la subvenci¨®n.
En segundo lugar est¨¢n las consideraciones sobre el propio De Felipe, un actor secundario en esta historia; le ha tocado a ¨¦l como podr¨ªa haberle tocado a cualquier otro. Presentarlo como heredero del pop valenciano es un desconsiderado agravio hacia los Cr¨®nica, Realidad y L¨ªmite. La pintura de De Felipe manipula de forma plana y burda algunos emblemas de la cultura pop con un lenguaje que pertenece m¨¢s a la ocurrencia publicitaria que al arte. Su obra goza de algo letal para el aut¨¦ntico creador: es absolutamente previsible, y por ello est¨¢ m¨¢s cerca de la artesan¨ªa que del arte. Sus versiones de los iconos de la cultura popular tienen la misma autenticidad que las versiones musicales de Luis Cobos.
El estilo pompier naci¨® ligado al fervor neoclasicista del siglo XIX y recreaba la pasi¨®n por una antig¨¹edad cl¨¢sica que era reflejada con extremo rigor historicista. As¨ª llamado por la abundancia de cascos en sus escenograf¨ªas (el t¨¦rmino proviene de la palabra francesa bombero), el gusto pompier plasmaba de manera efectista pasajes mitol¨®gicos y del mundo cotidiano. Las escenas pintadas con un rebuscado esteticismo eran f¨¢cilmente interpretables y buscaban la propagaci¨®n a las masas del amor hacia lo cl¨¢sico en un mundo sin radio ni televisi¨®n. La pintura de De Felipe recrea emblemas sacados del cine y del imaginario popular de una manera definitivamente pompier.
Lo anterior no niega que su pintura posea un fuerte componente decorativo o que su grupo de seguidores sea tan amplio como incondicional. Tampoco se cuestiona el gusto de quienes tienen la funci¨®n de gobernar, puesto que el buen gobierno no requiere, como condici¨®n necesaria, de la exquisitez est¨¦tica. Se trata simplemente de las formas, los modos, las razones. Levantada la pol¨¦mica y cuando se han reclamado explicaciones institucionales sobre el asunto se afirma que: a) De Felipe es valenciano; b) Su obra est¨¢ tambi¨¦n en el Reina Sof¨ªa. Menudo par de argumentos museogr¨¢ficos. Para redondear el lado grotesco del sainete el pintor, preguntado sobre el asunto, afirma que ¨¦l vive hace mucho tiempo en Madrid y est¨¢ desconectado de Valencia y sus cuitas. Y desde luego, el que su obra est¨¦ en los fondos del MNCARS, m¨¢s que un m¨¦rito para De Felipe, es un dem¨¦rito para el Reina Sof¨ªa.
Pero, como dec¨ªamos, De Felipe es completamente secundario en esta historia porque no tendr¨¢ m¨¦ritos, pero tampoco culpa alguna de que nuestro mejor museo de arte contempor¨¢neo le compre unos cuadros. Su postura ha sido incluso la m¨¢s noble y leg¨ªtima: ha defendido su trabajo y se ha mostrado ajeno y extra?ado ante la pol¨¦mica. No era su guerra. Envidiable ser¨¢ su satisfacci¨®n cuando por la noche imagine sus lienzos apoyados en los s¨®tanos de IVAM sobre los de Lichtenstein, Rosenquist, Polke y Adami.
Lo que aqu¨ª se cuestiona es que las adquisiciones del IVAM, realizadas con dinero p¨²blico, se hagan de esta manera tan poco considerada y rigurosa, en donde los gustos privados y muy particulares se mezclan institucionalmente con las pol¨ªticas muse¨ªsticas p¨²blicas. De todas maneras cabe la ¨²ltima posibilidad y es la de que, en el fondo, nadie haya sido capaz de parar este may¨²sculo patinazo explicando que estamos ante un fabricante de posters publicitarios. ?sta es la teor¨ªa del paracaidista que cae sin que nadie haya acertado a indicarle cu¨¢l es la anilla de la que se debe tirar. Todo es posible en una pol¨ªtica cultural tan ambivalente que en un momento dado propone clausurar una exposici¨®n de fotos de desnudos un poco subida de tono para, a continuaci¨®n, patrocinar en las Atarazanas la mejor exposici¨®n espa?ola de Gilbert & George.
La entrada de De Felipe en el IVAM es el nuevo episodio y el en¨¦simo s¨ªntoma de por donde se conduce el que otrora fuera centro de la atenci¨®n muse¨ªstica internacional y joya de la corona cultural. ?Habr¨¢ llegado el momento de desempolvar aquellas viejas adivinanzas agoreras? En la anual revisi¨®n que hace un suplemento cultural de las mejores exposiciones del a?o 2003, sus doce cr¨ªticos de arte seleccionan diez exposiciones. En las 120 seleccionadas, el IVAM es citado dos veces..., mientras que el EACC de Castell¨®n tiene seis citas, el triple, y el MACBA de Barcelona nueve. En un momento en el que los centros de arte contempor¨¢neo han florecido por doquier en capitales y comunidades aut¨®nomas, recuperar el tiempo perdido ser¨¢ una ardua y tit¨¢nica tarea. Mientras tanto, es el IVAM que tenemos: el IVAM de las exposiciones de Christopher Makos, el IVAM que vive del impacto dominical y escolar de una exposici¨®n al a?o, el IVAM que clausur¨® el Centre del Carme, el IVAM de De Felipe. En fin amigos, Lille y G¨¦nova capitales culturales de Europa 2004.
Manuel Men¨¦ndez Alzamora es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Jur¨ªdicas de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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