Luis Cuenca, un bajito con retranca
Era tan menudo, que cuando aparec¨ªa en escena acompa?ado por alguna de las vedettes despampanantes del Paralelo de Barcelona, s¨®lo pod¨ªa recurrir a sorprender con chistes verdes para no desaparecer bajo tanta abundancia de tetas y plumas. El p¨²blico se le entregaba, aunque de reojo segu¨ªa babeando con las curvas de la escultural Tania Doris de turno. Los ya m¨ªticos cabar¨¦s de aquella Barcelona portuaria de los cincuenta y sesenta vieron nacer monstruos del espect¨¢culo, como este Luis Cuenca, que ha muerto ayer en Madrid a los 82 a?os. Eran chistosos que se re¨ªan de s¨ª mismos con dobles juegos de palabras, de la pol¨ªtica y de los guardias, al tiempo que bailaban claqu¨¦, cantaban con gracia, o imitaban a las figuras de moda, a menudo burlando el control de la autoridad competente.
Su fr¨¢gil figurita pinturera le hizo intervenir pronto en el cine, aunque con la modestia del segund¨®n que s¨®lo debe hacer gracia. Comenz¨® acompa?ando a Maruja Bustos (ojo al nombre) en Qui¨¦reme con m¨²sica, una de las comedias modernas con que el catal¨¢n Ignacio F. Iquino quiso aliviar los rencores de la posguerra. Tras otras colaboraciones, Luis Cuenca intervino en Las alegres chicas de Colsada (1984), homenaje a la compa?¨ªa que le cre¨®, de nuevo acompa?ando a Tania Doris, Carmen de Lirio y Helga Lin¨¦.
Hijo de c¨®micos de teatro, Luis Cuenca coqueteaba con el cine s¨®lo por los dineritos que le aportaba, sin ocurr¨ªrsele que al final de su vida ser¨ªa el medio que le iba a hacer realmente popular. Le gustaba contar que cuando le contrataron como figurante en Eugenia de Montijo (1944) trat¨® de ocultarse tras un ¨¢rbol para que su carita de veintea?ero cachond¨®n permaneciera in¨¦dita para la siguiente pel¨ªcula. Seguramente se le qued¨® esa man¨ªa de pasar inadvertido porque en ninguna de sus pel¨ªculas ha intentado destacar m¨¢s all¨¢ de lo que su papel exig¨ªa.
El joven cine espa?ol tuvo el acierto de recuperarle en 1995 (Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez en Suspiros de Espa?a y Portugal), siendo desde entonces habitual en nuestras pel¨ªculas. Su imagen de abuelo de aire republicano, conocedor de los desastres de la guerra y de la paz, sabio y silencioso cuando no mal hablado, cautiv¨® a viejos y j¨®venes. La Academia de Cine le reconoci¨® con un Goya por su trabajo en La buena vida (1997), de David Trueba, y otros hubiera merecido por sus interpretaciones para Antonio Mercero (La hora de los valientes), Enrique Urbizu (Cachito), Santiago Segura (Torrente), Felipe Vega (Grandes ocasiones) o Juanma Bajo Ulloa (Airbag), entre otros.
Las recientes series de televisi¨®n terminaron de revalidarle como actor popular: Farmacia de guardia, Ketty no para, Ellas son as¨ª o Cu¨¦ntame c¨®mo pas¨®, por cuyo trabajo obtuvo el premio de la Uni¨®n de Actores el pasado a?o. Ha muerto mientras se est¨¢ pendiente de que Soldados de Salamina pueda aspirar al Oscar: fue una de sus ¨²ltimas pel¨ªculas.-
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