Nos vamos a la mierda
Durante cuarenta a?os, Luis Cuenca estuvo bajo contrato del empresario de revistas Mat¨ªas Colsada, su gran amigo. Cabeza de cartel junto a mujeres despampanantes, escribi¨® muchos de esos espect¨¢culos, a los que aport¨® su inagotable vis c¨®mica. Los que vieron a Luis Cuenca sobre el escenario no le olvidaron nunca. Porque nadie olvida a quien le hizo re¨ªr. Y m¨¢s a¨²n en los tiempos oscuros del censor vicioso y el cilicio mental.
En aquellos a?os muchos directores de cine quisieron contar con ¨¦l, pero la doble funci¨®n diaria sin d¨ªa de descanso se lo imped¨ªa. Lo conoc¨ª a comienzos de 1996, cuando estaba terminando de escribir el gui¨®n de La buena vida. Le llam¨¦ por tel¨¦fono y nos citamos en un caf¨¦. Lleg¨® vestido con su estridencia casi disparatada, protegido del fr¨ªo como un comisario ruso. Desde ese d¨ªa fuimos amigos y recurr¨ª a su presencia en todas mis pel¨ªculas. Me emocionaba esa m¨¢scara que tambi¨¦n retrataron gente como Antonio Mercero, Tito Fern¨¢ndez, Garc¨ªa S¨¢nchez, Santiago Segura, Bajo Ulloa, Urbizu...
Recuerdo que le ped¨ª que se afeitara el bigote y ¨¦l se neg¨® asegurando que se sentir¨ªa desnudo sin ¨¦l. Le expliqu¨¦ que interpretaba a un hombre de pueblo y que con aquel bigote parec¨ªa m¨¢s bien un tipo que sal¨ªa de Chicote con un par de putas del brazo, algo no demasiado lejano de su propia biograf¨ªa. Cuando ley¨® el gui¨®n apareci¨® en la siguiente cita con el bigote afeitado. Su entusiasmo, sus ganas, su precisi¨®n en el trabajo fueron el mejor regalo para un director primerizo. Era el tipo menos convencional del mundo. Nunca ejerci¨® de viejo. "En realidad me he muerto hace muchos a?os, pero nadie me lo ha dicho", bromeaba. Le gustaba tararear esa canci¨®n de "tomar la vida en serio es una tonter¨ªa, hay que re¨ªr..." y aseguraba que el f¨ªsico le hab¨ªa ayudado mucho en su carrera, "f¨ªjate que ya de ni?o mi madre me dec¨ªa 'du¨¦rmete coco, que si no llamo al ni?o".
Perteneci¨® a una generaci¨®n irrepetible de c¨®micos geniales. Hijo de la actriz Carmen Carrasco, naci¨® durante una gira por Extremadura, trabaj¨® de ni?o en la compa?¨ªa de sus padres y de figurante en Eugenia de Montijo coincidi¨® con su amigo Tony Leblanc. Tuvo siempre un rostro tallado con extra?a poes¨ªa c¨®mica, alguien en quien Tot¨® encontr¨® un alma gemela y que prolongaba una secreta l¨ªnea gen¨¦tica con Buster Keaton. El whisky, el tabaco, las mujeres y los amigos fueron su patria. Con el porte de don Quijote, sus pulmones no aguantaron m¨¢s y despu¨¦s de dos semanas hospitalizado mir¨® con ojos tristes a su hijo V¨ªctor, que ha sido su inseparable Sancho Panza durante estos a?os, y le dijo la ¨²ltima frase que resume su sincera manera de entender la vida, su canalla fortaleza para afrontar la verdad: "Nos vamos a la mierda". Buen viaje, Luis.-
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