El general secretario pasa a retiro
A sus 56 a?os, ?lvarez-Cascos sale de la pol¨ªtica tras una trayectoria de progresivo descenso desde la c¨²pula del PP
Francisco ?lvarez-Cascos empez¨® siendo parte de la soluci¨®n y ha acabado convirti¨¦ndose en un problema. Ascendi¨® en la pol¨ªtica hasta llegar a compatibilizar la vicepresidencia primera del Gobierno y la secretar¨ªa general del PP, y ha terminado su recorrido en trayectoria descendente, sin un discurso pol¨ªtico que le caracterice y sin seguidores que consideren imprescindible su continuidad. Cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le llam¨® a La Moncloa en mayo de 1996 para sondearle sobre sus preferencias respecto a ser ministro de Fomento o de la Presidencia, ¨¦l contest¨®: "Depende de lo cerca que me quieras tener". Aznar le nombr¨® vicepresidente primero. Cuatro a?os despu¨¦s, le design¨® ministro de Fomento.
Los dirigentes del PNV le recuerdan como el ministro del PP que mejor les ha tratado
En diciembre de 1994 se reuni¨® con el abogado de Amedo y Dom¨ªnguez
?lvarez-Cascos, miembro de una familia de burgues¨ªa media en la que el padre de familia ocupaba un puesto en el consejo de administraci¨®n de Alsa y ten¨ªa acciones en el diario El Noroeste y en Radio Gij¨®n, hab¨ªa entrado de la mano de Fraga en Reforma Democr¨¢tica, germen de Alianza Popular, en 1976.
Su fracaso en la pol¨ªtica asturiana, donde el espectacular enfrentamiento en 1998 con el ex presidente auton¨®mico, de su propio partido, Sergio Marqu¨¦s, facilit¨® el camino al PSOE para reconquistar el Gobierno de esa comunidad; su progresivo distanciamiento del n¨²cleo dirigente del PP y en particular de su sucesor, Javier Arenas, y la deriva de su vida privada, de dif¨ªcil comprensi¨®n para su propio electorado, le hab¨ªan ido debilitando hasta convertirle en una especie de cad¨¢ver pol¨ªtico sin enterrar. Bien es cierto que nadie a su alrededor se hab¨ªa atrevido a hacer le?a del ¨¢rbol seco, y que ¨¦l mismo ten¨ªa escrito su epitafio desde 2002, cuando comunic¨® a muchas personas que dejar¨ªa el Gobierno a la vez que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Manuel Fraga le coloc¨® en 1989 como secretario general de Alianza Popular para construir un partido bien organizado -que aglutinara el voto de toda la derecha, desde la extremista a la moderada- y sin complejos para desalojar del poder a los socialistas -tarea en la que destac¨® por aplicar sin reparo el "todo vale"-. Trabajador, exigente, vociferante e implacable con cualquier discrepante, ?lvarez-Cascos se gan¨® en poco tiempo la confianza de Aznar. En un partido donde proliferaban los personalismos y al que desagregaban votos partidos regionalistas, ¨¦l aplic¨® su mentalidad de ingeniero de Caminos para levantar una imponente maquinaria electoral y entronizar al frente de ella un liderazgo ¨²nico e indiscutible. Su dedicaci¨®n fue absoluta durante muchos a?os -en los meses de agosto era el dirigente que se quedaba "de guardia"- y su ejercicio del mando mezclaba autoridad y autoritarismo. En 1999, en el congreso en el que fue relevado, Aznar dijo en la despedida que ?lvarez-Cascos hab¨ªa sido "el general secretario". Una responsabilidad a la que le llegaba su fin, tras una intensa d¨¦cada.
Al poco de comenzar ese periodo, ?lvarez-Cascos fue uno de los dirigentes que m¨¢s se movilizaron para que las aguas turbulentas del caso Naseiro -presunta financiaci¨®n irregular del PP a trav¨¦s del cobro de comisiones a empresas en la Comunidad Valenciana- no hicieran naufragar al PP reci¨¦n fundado, e incluso asumi¨® las funciones de tesorero nacional del partido.
Cuatro a?os despu¨¦s, cuando los populares viv¨ªan con indignaci¨®n la derrota de 1993, que no esperaban, ?lvarez-Cascos asumi¨® un papel muy relevante en el despliegue del PP para conseguir que los implicados en los delitos de los GAL contasen lo que sab¨ªan. Los populares confiaban en que esas revelaciones resultar¨ªan electoralmente demoledoras para el PSOE. El secretario general del PP se entrevist¨® en diciembre de 1994 con Jorge Manrique, abogado de los ex polic¨ªas Jos¨¦ Amedo y Michel Dom¨ªnguez, en el despacho del director de El Mundo, Pedro J. Ram¨ªrez. Un mes despu¨¦s, advirti¨® p¨²blicamente a los condenados por los GAL y que deseaban el indulto que "s¨®lo hay salidas con honor desde la verdad. (...) Ninguna decisi¨®n pol¨ªtica est¨¢ justificada si es para ocultar la verdad".
En esas fechas, ?lvarez-Cascos mostraba un enorme inter¨¦s por temas relacionados con el Ministerio del Interior. Incluso cuando fue nombrado vicepresidente primero del Gobierno, exterioriz¨® el llamativo deseo de tener bajo su control al Cesid, hasta entonces dependiente de Defensa, e incluso de convertirse en coordinador de los servicios de informaci¨®n del Estado. Aznar no accedi¨®.
Nada m¨¢s tomar posesi¨®n en mayo de 1996, ?lvarez-Cascos se convirti¨® en el ariete m¨¢s visible y agresivo de la campa?a de acoso contra el Grupo PRISA que despleg¨® el Gobierno. En su intento de acabar con las transmisiones de partidos de f¨²tbol mediante pago -una importante fuente de ingresos entonces de Canal Plus- lleg¨® a proclamar que ese deporte era "de inter¨¦s general". Es decir, equiparable a las pensiones, la educaci¨®n o la sanidad. En esa ¨¦poca, febrero de 1997, bajo su mandato como secretario general del Partido Popular, el PP transmiti¨® a sus sedes un argumentario en el que se?alaba que el Gobierno "defiende el f¨²tbol abierto, sin pago, en beneficio de todos los ciudadanos, especialmente de aquellos menos favorecidos", y citaba a este respecto a "pensionistas, parados y trabajadores con salarios m¨¢s modestos".
El cambio de circunstancias en ese y otros importantes asuntos en los que se implic¨® de manera muy personal le han dejado descolocado de forma ostensible, aunque su tarea respondiese inicialmente a encargos que hab¨ªa recibido. Destacados dirigentes del Partido Nacionalista Vasco sostienen todav¨ªa hoy que el ministro del PP que mejor les ha tratado ha sido ?lvarez-Cascos. Disciplinado siempre con los encargos de Aznar, cuando en 1996 el PP se qued¨® muy lejos de la mayor¨ªa absoluta, tendi¨® puentes de di¨¢logo con el PNV, hasta el punto de lograr su colaboraci¨®n en el Parlamento y de entablar, ¨¦l, una cierta confianza personal con Xavier Arzalluz. (Como el entonces presidente del PNV le coment¨® que en su huerta no crec¨ªan las camelias le envi¨® desde la casa de su padre, en Luarca, unos plantones de camelias rojas y blancas..., para que con el c¨¦sped formasen los colores de la ikurri?a).
?lvarez-Cascos tiene a gala la coherencia en sus planteamientos pol¨ªticos y la eficacia en su gesti¨®n. Pero la realidad es m¨¢s prosaica. El PP se opone -y ¨¦l no ha dicho lo contrario- a que su candidato a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, debata en televisi¨®n, cara a cara, con el candidato socialista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, e incluso aduce que el debate deber¨ªa incluir a otros candidatos. En mayo de 1993, ?lvarez-Cascos exig¨ªa un debate, mano a mano, de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Felipe Gonz¨¢lez, y rechazaba que participasen tambi¨¦n Julio Anguita (IU) o Miquel Roca (CiU): "Yo creo que los debates con m¨¢s de dos candidatos no son clarificadores sino que generan confusi¨®n y especialmente permiten al que no tiene opci¨®n de gobernar jugar con ventaja".
Su gesti¨®n en la cat¨¢strofe del Prestige y en la construcci¨®n del AVE Madrid-Barcelona han dejado mellada, en la ¨²ltima etapa, su credencial de ejecutivo eficiente. No acudi¨® a Galicia cuando se produjo el naufragio. Visit¨® A Coru?a 32 d¨ªas despu¨¦s del accidente. Y cuando lo hizo defendi¨® que su "¨®ptima" reacci¨®n evit¨® una "cat¨¢strofe inimaginable". Ese mismo d¨ªa Rajoy reconoc¨ªa en Faro de Vigo: "En este desastre, los gallegos han estado mucho mejor que los dirigentes pol¨ªticos, inclu¨ªdo el Gobierno".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.