Bush lanza su campa?a electoral con una defensa de la guerra contra el terrorismo
"EE UU jam¨¢s pedir¨¢ autorizaci¨®n a nadie para defenderse", afirm¨® el presidente
La econom¨ªa va mejor y Estados Unidos avanza en la guerra contra el terrorismo. ?se fue el doble mensaje del discurso sobre el estado de la Uni¨®n con el que el presidente George W. Bush delimit¨® en la noche del martes las dos grandes l¨ªneas de su campa?a electoral, destinada a conseguir la reelecci¨®n el pr¨®ximo 2 de noviembre. En su tercer discurso solemne al pa¨ªs, Bush quiso reivindicar ¨¦xitos y colocarse como el hombre imprescindible para mantener el rumbo "sin caer en la peligrosa ilusi¨®n de que la amenaza ha concluido".
Tres a?os despu¨¦s de haber llegado a la Casa Blanca y marcado por la crisis econ¨®mica, los atentados del 11-S y la guerra de Irak, Bush asegur¨® a los estadounidenses que "el mundo va a mejor" gracias a su resoluci¨®n y al liderazgo de EE UU. "Pero no hemos llegado hasta aqu¨ª, pasando por la tragedia, el sacrificio y la guerra, para vacilar y dejar la tarea a medias". La idea que presidir¨¢ buena parte de su campa?a, frente a cualquier candidato dem¨®crata, es que no hay otra pol¨ªtica m¨¢s que la actual: "Podemos ir hacia delante con confianza y determinaci¨®n o podemos volver a la peligrosa ilusi¨®n de que los terroristas ya no est¨¢n conspirando y que los reg¨ªmenes sin ley ya no nos amenazan. Podemos mantener el crecimiento econ¨®mico y las reformas en educaci¨®n y Medicare [seguro m¨¦dico para personas mayores] o podemos volver a las viejas pol¨ªticas y a los viejos enfrentamientos".
Ante la atenta mirada de uno de los invitados de la noche, Adnan Pachachi, antiguo exiliado iraqu¨ª y presidente en funciones del Consejo Provisional, Bush celebr¨® la detenci¨®n de Sadam Husein y, a pesar de que no se han encontrado armas de destrucci¨®n masiva en Irak -una de las razones esgrimidas por ¨¦l mismo para ir a la guerra en su anterior discurso sobre el estado de la Uni¨®n- sigui¨® justificando la decisi¨®n: "Si no hubi¨¦ramos actuado, el programa de armas del dictador se habr¨ªa mantenido hasta hoy". Bush acentu¨® en esta ocasi¨®n que los iraqu¨ªes estaban libres del "yugo" de Sadam y dedic¨® a sus rivales dem¨®cratas, que a pesar de haber apoyado -casi todos- la guerra le reprochan duramente el destrozo de la diplomacia internacional y el mal manejo de la posguerra, el listado de los 34 pa¨ªses que cooperan con EE UU en la coalici¨®n. Adem¨¢s, lanz¨® este mensaje, tambi¨¦n de clara factura electoral: "EE UU jam¨¢s pedir¨¢ autorizaci¨®n a nadie para defender a sus ciudadanos". Bush, que mantuvo un silencio absoluto sobre los m¨¢s de 500 soldados muertos y los cientos de heridos en Irak, sobre Osama Bin Laden y el conflicto entre israel¨ªes y palestinos, celebr¨® el compromiso de Libia de abandonar su programa nuclear y dijo que Corea del Norte tiene que hacer lo mismo.
En cuanto pudo -el discurso dur¨® 54 minutos-, el presidente pas¨® a los asuntos de pol¨ªtica nacional. Bush justific¨® los recortes de impuestos y dijo que estaban en la base de la recuperaci¨®n econ¨®mica. Y reiter¨® una de sus ideas centrales: hacerlos permanentes por ley. "Si el Congreso no act¨²a, los estadounidenses corren el riesgo de que les suban los impuestos. Para que se mantenga el crecimiento, los recortes aprobados deber¨ªan ser definitivos". El presidente reiter¨® su intenci¨®n de cambiar las leyes de inmigraci¨®n para legalizar temporalmente a los sin papeles y habl¨® adem¨¢s, con vaguedad, de recortar el d¨¦ficit, de incentivos para rebajar costes de seguro m¨¦dico y facilitar el acceso de las familias a la cobertura, de la necesaria reforma de las pensiones de la Seguridad Social y de planes para la creaci¨®n de nuevos empleos. Desde que ¨¦l lleg¨® a la Casa Blanca se han perdido 2,5 millones de puestos de trabajo.
Las reacciones de la sesi¨®n conjunta de la C¨¢mara y el Senado ilustraron bien la polarizaci¨®n en la que vive la clase pol¨ªtica, acentuada por la campa?a electoral. Un discurso sobre el estado de la Uni¨®n es un ejercicio de unidad por parte del presidente y de respaldo y cortes¨ªa pol¨ªtica por parte de la oposici¨®n, con sus excepciones y matices. Pero el martes por la noche no hubo ninguna celebraci¨®n unitaria en el Capitolio: los congresistas dem¨®cratas se mantuvieron en silencio en numerosas ocasiones o batieron con desgana las manos en las 71 veces que Bush fue interrumpido por aplausos. Sus rostros -el senador Ted Kennedy negaba continuamente con la cabeza con expresi¨®n sombr¨ªa-, en los momentos de exaltaci¨®n presidencial o al escuchar la propuesta sobre los recortes fiscales, eran m¨¢s bien de circunstancias. Y aplaudieron ellos solos, sorprendiendo a los republicanos, cuando Bush dijo que la Ley Patri¨®tica -aprobada tras el 11-S y que recorta los derechos civiles y las garant¨ªas democr¨¢ticas en la lucha contra el terrorismo- expiraba el a?o que viene. Naturalmente, cuando Bush acab¨® la frase y pidi¨® la renovaci¨®n del mandato de la Ley Patri¨®tica, los republicanos se lanzaron a aplaudir.
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