La guerrilla atl¨¢ntica
La fatua lanzada por Condoleeza Rice -"perdonar a Rusia, ignorar a Alemania y castigar a Francia"- ha servido de manual de instrucciones de la pol¨ªtica exterior norteamericana. Su aplicaci¨®n m¨¢s visible ha sido la total exclusi¨®n de las empresas francesas de los contratos de reconstrucci¨®n de Irak. Bush, en su conferencia de prensa del 15 de diciembre pasado, revindic¨® esta pol¨ªtica de repudio encargando a su colaborador m¨¢s pugnaz, Paul Wolfowitz, la distribuci¨®n de los fondos de la ayuda americana en Irak. El resultado ha sido que los 19.000 millones de d¨®lares que totalizan los 26 grandes contratos adjudicados hasta ahora han ido a parar a las empresas afines al clan del presidente, la mayor¨ªa soporte financiero decisivo para la campa?a electoral del candidato Bush. Durante todo el mes de enero, una interminable letan¨ªa de quejas / protestas contra las venganzas de Bush han llenado los medios de comunicaci¨®n franceses. Ahora bien, m¨¢s all¨¢ de la peripecia medi¨¢tica existen las determinaciones geopol¨ªticas efectivas y el prop¨®sito de EE UU de extender y confirmar su hegemon¨ªa.
Y as¨ª, el mayor logro inicial de la guerra de Irak para Norteam¨¦rica, sin olvidar las otras ventajas pol¨ªticas y econ¨®micas, es haber expulsado de dicho pa¨ªs a Francia que, con la gesti¨®n desde 1996 del programa Petr¨®leo por Alimentos, confiado al Banco BNP, hab¨ªa conseguido consolidar la posici¨®n de las petroleras francesas y se hab¨ªa convertido en su primer proveedor, suministrando el 20% de las importaciones iraqu¨ªes. En la econom¨ªa actual, en particular en EE UU, la importancia de la industria militar es decisiva y de aqu¨ª la necesidad de controlar ese ¨¢mbito. Por ello la ¨¢spera lucha para conservar el predominio en los programas de armamento y los abultados presupuestos militares USA, sin olvidar las maniobras para obstaculizar los proyectos armament¨ªsticos europeos, en particular franceses, entre ellos el boicot del avi¨®n de combate franc¨¦s Rafale oponi¨¦ndole el programa F-35, antes llamado Joint Strike Fighter. Los dos casos m¨¢s significativos son Galileo e ITER. En el primero se trata de crear una estructura de sat¨¦lites de cobertura planetaria que permita a los pa¨ªses europeos disponer de un sistema aut¨®nomo de observaci¨®n y de informaci¨®n, fundamental para la comunicaci¨®n y la defensa. EE UU, que es la ¨²nica potencia que tiene en marcha un sistema de este tipo, el GPS, se obstina en su posici¨®n monopolista y lucha por todos los medios contra Galileo. Respecto del proyecto de reactor de fusi¨®n termonuclear ITER, despu¨¦s de un comienzo en que los pa¨ªses m¨¢s avanzados iban a desarrollarlo conjuntamente -su presupuesto supera los 30.000 millones de d¨®lares-, EE UU decide aliarse con Jap¨®n para instalarlo en Corea del Sur y emplea a fondo su diplomacia frente a la iniciativa europea de situarlo en Cadarache (sureste franc¨¦s), que re¨²ne las condiciones ideales tanto naturales como t¨¦cnicas y cient¨ªficas. Menci¨®n especial merece el caso de Halliburton, empresa de la que fue muchos a?os responsable el vicepresidente Dick Cheney. Esta empresa, que contribuy¨® de manera sustancial a la financiaci¨®n de la primera campa?a electoral de Bush, ha firmado contratos en Irak por un valor pr¨®ximo a los 16.000 millones de d¨®lares y ha sido acusada por el Pent¨¢gono, en virtud de una comprobaci¨®n hecha por sus servicios, de haber sobrefacturado por un importe de 120 millones de d¨®lares en la peque?a parte realizada. Halliburton est¨¢ acusada tambi¨¦n de corrupci¨®n en un contrato de gas en Nigeria, por el pago de una comisi¨®n de 180 millones de d¨®lares. El juez franc¨¦s Renaud van Ruymbeck se interesa por la intervenci¨®n de Dick Cheney en dicha operaci¨®n.
Todos estos casos, y los que se quedan en el tintero -la bendici¨®n del antiguo terrorismo libio, la lucha sorda por el mercado de los lanzadores de sat¨¦lites, el desahucio del cuartel general europeo, Kyoto, los convenios mundiales rechazados, la impugnaci¨®n de la Corte Penal Internacional, etc¨¦tera-, son datos que prueban que las diferencias entre Europa y EE UU no son fen¨®menos de coyuntura, sino componentes de la guerrilla atl¨¢ntica que produce la realidad imperial.
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