Matem¨¢ticas
Desde que se inici¨® la transici¨®n democr¨¢tica en Espa?a hubo dos frentes pol¨ªticos. Por una parte se debat¨ªa el eterno enfrentamiento entre las tesis progresistas y las posiciones conservadoras. Por otra se manifestaba la contraposici¨®n entre la periferia y la concepci¨®n centralista.
Las tendencias centr¨ªfugas desde el siglo XIX tuvieron en Catalu?a su baluarte m¨¢s s¨®lido. M¨¢s tarde lleg¨® el atrincheramiento de las distintas corrientes centr¨ªpetas, de las que en fecha reciente el presidente extreme?o Rodr¨ªguez Ibarra ha dado una buena muestra al menospreciar, desde el principal partido de la oposici¨®n, a los representantes de las fuerzas pol¨ªticas nacionalistas y muy especialmente de las minoritarias. Los ha acusado, nada m¨¢s ni nada menos, de mercantilizar su estrategia pol¨ªtica. A modo de pedig¨¹e?os y sacaperras, como si su partido, en m¨¢s de una ocasi¨®n, no hubiera salvado el cuello por su intervenci¨®n.
Ahora deber¨ªan estar de moda las matem¨¢ticas para poder entender el cisma creciente entre centralistas y nacionalismos. Desde el desembarco de Pasqual Maragall en la Generalitat de Catalunya a la grupa de Esquerra Republicana, los catalanes y los dem¨¢s han empezado a practicar la aritm¨¦tica. Los vascos tienen una arraigada vocaci¨®n independentista y los catalanes comienzan a plantearse la modificaci¨®n del Estatuto, la puesta en marcha de su propia agencia tributaria, la divisi¨®n de Catalu?a en ocho provincias, junto con otras reivindicaciones que estremecen las estructuras del Estado. Para consolidarlo har¨¢ falta el consenso con la mayor¨ªa de los ciudadanos y el respaldo de bastantes comunidades aut¨®nomas, territorios en algunos casos preteridos y ninguneados en la l¨ªnea que tan claramente ha expresado Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra.
Y un buen ejercicio matem¨¢tico tendr¨¢n que hacer los ciudadanos al considerar qu¨¦ ocurrir¨ªa si el Pa¨ªs Vasco se convirtiera en pa¨ªs libre asociado y arrastrara en su secesi¨®n a Catalu?a. Se podr¨ªa imaginar qu¨¦ pasar¨ªa si progresaran las tesis de Pasqual Maragall sobre el consorcio de todas las autonom¨ªas que formaron parte de la antigua Corona de Arag¨®n que ya funcion¨® con sus fueros, leyes privativas y hacienda propia, para constituir una confederaci¨®n, que ya en su tiempo experiment¨® la animadversi¨®n de Castilla. En la hip¨®tesis de que se pudieran sumar los recursos de vascos, catalanes, valencianos, bale¨¢ricos y aragoneses, y segregarlos del conjunto de Espa?a, m¨¢s de uno se pondr¨ªa a temblar.
A los valencianos nos conviene que sepamos lo que nos va a costar en 2010, por ejemplo, ir a Madrid en AVE, cuando ahora un trayecto de ida y vuelta en Alaris ya vale 90 euros con tres horas y media de trayecto. Y si queremos practicar la aritm¨¦tica, tendremos que saber de d¨®nde vamos a sacar el dinero necesario para afrontar los fastos que se anuncian para la Copa del Am¨¦rica de 2007. Adem¨¢s de tener muy claro que para llevar a cabo obras y gastos extraordinarios habremos de renunciar a otras inversiones en servicios tan fundamentales como la sanidad, la seguridad, la ense?anza y la calidad de vida. Las matem¨¢ticas ayudan a ver las cosas m¨¢s claras, aunque tan s¨®lo sea practic¨¢ndolas al nivel m¨¢s elemental.
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