Se dice que no es el final
En Washington, la "guerra contra el terror" posterior al 11-S ha terminado. Y otra acaba de empezar.
Se acab¨®: Washington ya no est¨¢ en guerra. ?Pero no acaba de decirnos todo lo contrario el presidente Bush en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n? Pues s¨ª. Afirm¨® categ¨®ricamente que la guerra contin¨²a; y demostr¨® que se ha terminado. La guerra contra el terror, del 11 de septiembre de 2001 al 20 de enero de 2004. RIP.
Con esto no quiero decir que la lucha contra el terrorismo internacional, los Estados proscritos y la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva no vaya a seguir siendo una de las prioridades en la pol¨ªtica exterior de EE UU durante un tiempo. Seguramente lo ser¨¢. No quiero decir que Bush no vaya a intentar presentarse a las elecciones como comandante en jefe de un pa¨ªs en guerra. Seguramente lo har¨¢. A lo que me refiero es a que la sensaci¨®n psicol¨®gica real de estar en guerra se ha desvanecido incluso en Washington, donde m¨¢s fuerte era, y, a no ser que se produzca otro atentado terrorista en suelo estadounidense, va a seguir desvaneci¨¦ndose. "Los asesinatos han seguido", dijo Bush, "en Bali, Yakarta, Casablanca, Riad, Mombasa, Jerusal¨¦n, Estambul y Bagdad". Bueno, pues no vayamos de vacaciones a esos sitios.
Si los dem¨®cratas presentan a Kerry, veterano de Vietnam, o al general Clark podr¨¢n tener casi la misma credibilidad en asuntos de seguridad nacional
No se puede disparar contra el miedo. Sin embargo, ahora sabemos cu¨¢l es el final de la "guerra contra el terror": la proclamaci¨®n de Bush de que contin¨²a
?Y qu¨¦ ocurre con Oriente Pr¨®ximo en general? Sigue siendo un caos. ?A qui¨¦n afecta de manera m¨¢s directa ese caos? A Europa
Pruebas endebles
En consecuencia, la pol¨ªtica exterior est¨¢ volviendo a deslizarse hacia su lugar habitual entre las prioridades de Estados Unidos, el segundo, tercero o cuarto. La verdadera "guerra" estadounidense de este a?o va a ser la guerra electoral, y ¨¦sa se perder¨¢ o se ganar¨¢ en funci¨®n de la econom¨ªa, la educaci¨®n, la sanidad y los "valores familiares". Irak, donde pr¨¢cticamente todos los d¨ªas mueren soldados norteamericanos, no es una baza que vaya a ganar unas elecciones. Las endebles pruebas sobre "actividades de programas relacionados con armas de destrucci¨®n masiva" (una de las primeras candidatas a la expresi¨®n m¨¢s ambigua del a?o) no parecen capaces de poner los pelos de punta a los votantes. Dem¨®cratas y republicanos estar¨¢n de acuerdo en la necesidad de mantener una actitud dura frente a la lucha contra el terrorismo internacional. Si los dem¨®cratas presentan a John Kerry, veterano de Vietnam, o al general Wesley Clark, podr¨¢n tener casi la misma credibilidad en asuntos de seguridad nacional.
Un elemento que lo deja claro es la forma de ordenar los temas. El discurso del a?o pasado sobre el estado de la Uni¨®n, en preparaci¨®n para la guerra de Irak, comenz¨® con varias p¨¢ginas sobre la econom¨ªa, la educaci¨®n y la sanidad, y luego pas¨® al asunto que importaba verdaderamente, la guerra. El de este a?o empez¨® con la sonora declaraci¨®n de que "hay cientos de miles de soldados estadounidenses desplegados en todo el mundo para luchar contra el terror", y sigui¨® hablando de seguridad nacional durante tres p¨¢ginas, pero luego pas¨® a la sanidad, la educaci¨®n y la econom¨ªa. La parte m¨¢s importante, al final.
Siempre fue dif¨ªcil imaginar c¨®mo iba a terminar la "guerra contra el terror". No parec¨ªa previsible un momento concreto en el que el presidente se vistiera de piloto, aterrizara en un portaaviones y declarase que las "operaciones de combate" se hab¨ªan terminado, como hizo tras el derrocamiento de Sadam. No se puede hacer eso con una guerra de dimensi¨®n mundial, sin plazo fijo y contra un sustantivo abstracto. No se puede capturar a un sustantivo abstracto. No se puede disparar contra el miedo. Sin embargo, ahora sabemos cu¨¢l es el final de la "guerra contra el terror": la sonora proclamaci¨®n del presidente de que contin¨²a. Cuando se declar¨® que la guerra en Irak hab¨ªa terminado, continu¨®; la "guerra contra el terror" llega a su fin cuando se proclama que va a continuar.
Por supuesto, utilizo "guerra contra el terror" en un sentido bastante especial, el del principio fundamental y b¨¢sico del programa de la Casa Blanca. Al fin y al cabo, ¨¦se ha sido siempre el ¨²nico significado claro y concreto del t¨¦rmino. Nunca ha sido como la II Guerra Mundial, contra la Alemania de Hitler, ni la guerra fr¨ªa, contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ?D¨®nde vive el terror? ?Cu¨¢l es su capital? ?Qui¨¦n dirige su ej¨¦rcito? Los atentados terroristas de 2001 cambiaron definitivamente la forma de pensar de los Gobiernos sobre muchos problemas del mundo. Aumentaron nuestra sensaci¨®n de inseguridad, nuestras medidas de seguridad y, de forma m¨¢s incompleta, nuestra determinaci¨®n de abordar las causas fundamentales de esa inseguridad (causas como la falta de un acuerdo de paz equitativo entre Israel y Palestina, cuya ausencia se hizo notar en la alocuci¨®n presidencial de este a?o electoral). Ahora bien, ?pasar¨¢ la primera d¨¦cada del siglo XXI a la historia mundial como la de la guerra contra el terror? Creo que no. M¨¢s bien, creo que habr¨¢ un cap¨ªtulo en la historia de Estados Unidos titulado La guerra contra el terror, y es muy posible que las fechas que inserten los futuros historiadores sean "2001-2004".
Es un pron¨®stico arriesgado, lo s¨¦; otro gran atentado en suelo estadounidense, y resultar¨ªa rid¨ªculo. Pero siempre tenemos que trabajar con conjeturas basadas en informaciones. Si mi hip¨®tesis es acertada, surgir¨ªa una pregunta interesante: ?d¨®nde nos dejar¨ªa eso al resto, especialmente Europa? Hay una respuesta vulgar: consolando al ni?o que berrea. Nunca me ha parecido que lo m¨¢s peligroso de la pol¨ªtica estadounidense bajo el mando de Bush fuera a consistir en arrasar el mundo, derrocar a un dictador tras otro y ocupar un pa¨ªs tras otro, para cumplir un programa neoconservador de "revoluci¨®n desde arriba". Lo m¨¢s peligroso siempre ha sido que EE UU comenzara una intervenci¨®n y luego, absorbido por los problemas internos, se retirara a su "enorme despreocupaci¨®n" y dejara el trabajo exterior a medio hacer.
Un pa¨ªs enloquecido
Durante los dos a?os posteriores a los atentados del 11 de septiembre, EE UU enloqueci¨®, y hasta cierto punto es comprensible. Su actitud llen¨® de miedo a terroristas y dictadores, pero tambi¨¦n a muchos aliados y amigos de los norteamericanos. Los neoconservadores disfrutaron de un breve y embriagador periodo de supremac¨ªa a la hora de establecer las prioridades. Pero se acab¨®. ?ltimamente no se oye mucho eso de "pr¨®xima parada, Siria". En Irak, EE UU aspira a contar con lo que Bush llama "la transici¨®n hacia la plena soberan¨ªa iraqu¨ª" a finales de junio.
?Y qu¨¦ ocurre con Oriente Pr¨®ximo en general? Sigue siendo un caos. ?A qui¨¦n afecta de manera m¨¢s directa ese caos? A Europa. No es que Estados Unidos vaya a desentenderse por las buenas; las cosas nunca son tan dr¨¢sticas. Hacia la mitad del discurso sobre el estado de la Uni¨®n hab¨ªa un breve fragmento que reforzaba el mensaje transmitido por Bush el pasado mes de noviembre en el sal¨®n de banquetes de Londres. Estados Unidos, repiti¨®, va a continuar con una "audaz estrategia de libertad" en Oriente Pr¨®ximo. Pero a?adi¨® una propuesta concreta: duplicar el presupuesto del Fondo Nacional para la Democracia y dedicarlo a desarrollar "elecciones libres, mercados libres, prensa libre y sindicatos libres en Oriente Pr¨®ximo". Eso es dinamita.
He visto los resultados obtenidos por el Fondo Nacional para la Democracia, junto con la Fundaci¨®n Westminster para la Democracia, inglesa, y otras organizaciones parecidas, no gubernamentales y mixtas, en Europa del Este y los Balcanes. Sin su labor es posible que Milosevic no hubiera ca¨ªdo derrocado por una revoluci¨®n en Serbia. Si a ello se a?ade que las clases dirigentes ¨¢rabes, corruptas y llenas de petr¨®leo, ya no cuentan con el apoyo incondicional de Washington, podemos disponernos a ver fuegos artificiales. No fuegos artificiales del Ej¨¦rcito estadounidense, guiados por l¨¢ser desde el cielo, sino fuegos artificiales ¨¢rabes, de emancipaci¨®n, procedentes del suelo. Tengo la impresi¨®n de que el hecho de que esta ayuda a los aspirantes a dem¨®cratas est¨¦ "contaminada" por su vinculaci¨®n a Estados Unidos -el ocupante neoimperialista de las tierras ¨¢rabes- humedecer¨¢ la llama, pero no la apagar¨¢.
En Europa debemos aclarar con urgencia cu¨¢l es nuestra postura ante este proceso, imprevisible, pero, en principio, enormemente deseable. Puede que EE UU sea el que encienda la llama, pero nosotros vamos a notar el calor, entre otras cosas, a trav¨¦s de nuestras poblaciones musulmanas. Y al final tambi¨¦n podremos ser los m¨¢s beneficiados. La "guerra contra el terror" de Washington, comenzada el 11-S de 2001, ha terminado, seguramente. La campa?a para lograr la libertad en Oriente Pr¨®ximo acaba de empezar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.