Cort¨¢zar ¨ªntimo
El inicio del a?o internacional de Julio Cort¨¢zar en febrero, con motivo del 20? aniversario de su muerte, nos traer¨¢ numerosas remembranzas de uno de los autores m¨¢s c¨¦lebres del llamado boom latinoamericano, pero ninguna tan in¨¦dita como la que revela su nutrida correspondencia con la que durante a?os fuera una de sus relaciones m¨¢s cercanas, Isel Rivero, que sale por primera vez a la luz en este reportaje.
Osita, Osezna, Oseznita, Isel¨ªsima son apodos con los que Julio Cort¨¢zar iniciaba sus cartas a la que fuera su amiga del alma Isel Rivero. Cartas en las que el escritor argentino se revela como una persona de una ternura alegre y exquisita; plagadas de neologismos, juegos de palabras, poemas visuales, dibujos, y que nos muestran muchos aspectos in¨¦ditos de su persona. Porque Cort¨¢zar, aun siendo uno de los escritores m¨¢s estudiados por las universidades de medio mundo, y acostumbrado a dar la cara en todo tipo de actos que tuvieran por objetivo la condena de las dictaduras del continente latinoamericano, era, como lo recuerda Isel Rivero, "un hombre reservado y t¨ªmido en lo personal".
Adem¨¢s de la literatura, tambi¨¦n les uni¨® la pasi¨®n por viajar, y sobre todo por viajar de una cierta manera que Isel describe "como exploradores"
"Me voy a Barcelona para quedarme hasta fin de a?o con Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa y, espero, Carlos Franqui, entre otros cronopios", escribe en diciembre de 1970
De algunos escritores habla con verdadera fascinaci¨®n, como de Robert Graves, a quien visita en Mallorca: "Est¨¢ muy viejo, pero lleno de malicia..."
La nutrida correspondencia se extiende a lo largo de seis a?os, de 1970 a 1976, tantos como los que dur¨® la estrecha amistad entre la poeta cubana y el escritor argentino. Julio Cort¨¢zar e Isel Rivero se conocieron en 1969 en Viena, ciudad a la que el escritor argentino acudi¨® a trabajar como traductor para una conferencia de la Agencia Internacional de Energ¨ªa At¨®mica y donde Isel Rivero trabajaba como funcionaria de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), puesto en el que Isel empezaba una larga carrera como funcionaria en organismos internacionales que la llevar¨ªa a ?frica, Estados Unidos y finalmente Espa?a, donde se ha jubilado recientemente como representante de la ONU en nuestro pa¨ªs.
Isel ten¨ªa entonces 27 a?os, y el escritor, con 58 a?os, estaba separ¨¢ndose de su primera mujer. "Cort¨¢zar me fascin¨® desde el primer momento. Era una persona entra?able, con mucho sentido del humor y cult¨ªsimo. Tanto pod¨ªa hablarte de m¨²sica como de historia, pintura o literatura".
Cort¨¢zar, como reconoce ¨¦l mismo en sus cartas, qued¨® fascinado por la poes¨ªa de Isel, de la que escribe: "Nadie podr¨ªa escribirla como t¨², pero muchos podr¨ªamos firmarla". No s¨®lo le anima constantemente a escribir, tambi¨¦n hace numerosas gestiones con F¨¦lix Grande, en la editorial Ocnos, y Cristina Peri Rossi, en Lumen, para que su amiga sea publicada. Una aspiraci¨®n que, precisamente, culmina estos d¨ªas con la edici¨®n de una antolog¨ªa que recoge toda la obra de Isel Rivero hasta la fecha en Relato del horizonte, publicado por Endymion.
Encuentros l¨²dicos
Adem¨¢s de la literatura, tambi¨¦n les uni¨® la pasi¨®n por viajar, y sobre todo por viajar de una cierta manera que Isel describe "como exploradores". "Ten¨ªamos la fantas¨ªa de que ¨¦ramos Stanley y Livingstone en Europa". De forma que a su m¨ªtica Volkswagen Camping, con la que recorren los castillos de Baviera, Cort¨¢zar le pondr¨ªa el nombre de Fafner, el m¨ªtico drag¨®n de la ¨®pera Sigfrido, en honor a Wagner, al que ambos admiran.
A su primer encuentro en Viena seguir¨¢n muchos m¨¢s en distintas ciudades donde planificaban encontrarse, como Siena, Florencia, Venecia, M¨²nich, as¨ª como el intercambio de visitas en Par¨ªs y Viena, donde cada uno reside. Y a todos ellos antecede y sigue una nutrida correspondencia plagada de comentarios sobre los lugares que juntos han visitado o han de visitar. "?Cu¨¢ndo te veo, cu¨¢ndo jugaremos de nuevo a tantas cosas?", le escribe Cort¨¢zar, recordando el car¨¢cter l¨²dico de sus encuentros.
"Soy feliz como un rel¨¢mpago en el trigo", dice en otra carta. Pero pocas veces habla de su estado de ¨¢nimo. M¨¢s preocupado parece por cuanto acontece a su amiga, pregunt¨¢ndole en cada carta por su vida, sus poes¨ªas, ofreci¨¦ndole su ayuda, agradeci¨¦ndole cada detalle o regalo recibido. Porque era por esa ¨¦poca en la que la globalizaci¨®n todav¨ªa no hab¨ªa uniformizado el consumo, y recibir tabaco holand¨¦s o un disco de Viena en Par¨ªs pod¨ªa tener todav¨ªa algo de ex¨®tico. As¨ª que el intercambio de peque?os regalos ser¨¢ un leit motiv constante en su relaci¨®n, como dejan constancia sus cartas.
"Los regalos llegaron, y las sales afrodisiacas hacen de mis ba?os una amenaza p¨²blica constante, de la que habr¨¢s de responder si un d¨ªa tanta espuma dorada llega hasta Notre Dame y la derriba entre alaridos de los catec¨²menos y las sirenas de la polic¨ªa", le escribe Cort¨¢zar. Vemos tambi¨¦n al propio escritor, a lo largo de dos o tres cartas, preocupado por encontrar en Par¨ªs el secador de lechuga que ha prometido enviarle a su amiga a Viena. "Compart¨ªamos el gusto por la cocina, a la que tom¨¢bamos por otro terreno de exploraci¨®n", recuerda Isel.
Afici¨®n al jazz
El intercambio de discos y las referencias a la m¨²sica son constantes, sobre todo su afici¨®n al jazz, que le llevar¨¢ a tocar la trompeta y a considerar a Sachtmo (Louis Armstrong) como alguien determinante en su vida. Aunque tambi¨¦n tiene palabras de condena para Yoko Ono, "la jodida japonesa que no s¨¦ por qu¨¦ te gusta tanto. Yo te agradezco mucho el disco, pero no veo por qu¨¦ la gratitud debe incluir la mentira, ?verdad? (...). Esa nena no tiene ning¨²n talento, sus canciones son en general muy latosas y chatas, aparte de que su voz, antes de la invenci¨®n del micr¨®fono, habr¨ªa pertenecido a la categor¨ªa de las cosas inexistentes".
"Julio era alguien muy generoso, siempre se prestaba a ayudar a todo el mundo, y nunca le o¨ª hablar mal de ning¨²n escritor; ni de Borges, a pesar de sus ideas pol¨ªticas. De ¨¦l dec¨ªa: 'Es de derechas, pero un viejito fascinante", asegura Isel.
Tambi¨¦n en sus cartas, Cort¨¢zar habla mucho de otros escritores a los que lee, con los que se encuentra. "Me voy el 24 a Barcelona para quedarme hasta fin de a?o con Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa y, espero, Carlos Franqui, entre otros cronopios", escribe en diciembre de 1970. Eran tiempos en los que Carlos Barral reun¨ªa en torno a su editorial lo m¨¢s granado de los escritores espa?oles y latinoamericanos, lo que llevar¨¢ a Cort¨¢zar de nuevo a Barcelona en la primavera de 1972 para hacer de jurado del Premio Barral: "Aunque odio ser jurado, hab¨ªa que darle una mano a Barral, que tiene toda clase de dificultades desde que se separ¨® del grupo de Seix", escribe el 20 de junio de 1972.
De algunos escritores habla con verdadera fascinaci¨®n, como de Robert Graves, a quien visita en la primavera de 1972 en Mallorca: "Est¨¢ muy viejo, pero lleno de malicia... Como no le dieron el Nobel habla mal de todo el mundo; dice que Neruda es un asco y que Borges lo hace dormir de pie, todo eso con una chispita de broma en los ojos; un viejo encantador, y para m¨ª, siempre, el hombre que escribi¨® I, Claudius y tanto poema memorable. Ha decidido que Dei¨¤ es uno de los tres lugares "onf¨¢licos" del mundo, con Delfos... Curiosamente, Dei¨¤ se parece mucho a Delfos... El lugar es muy m¨¢gico". El escritor cuenta en la misma carta sus experiencias en el ambiente de hippies del que se rodeaba Graves: "Aqu¨ª todos mis amigos fuman diversas drogas a cual m¨¢s violenta, y se pasan horas contando sus diversos trips, que en muchos casos son extraordinarios. Todos escriben, pintan, nadan, hacen el amor como leopardos, se pelean y despelean, y son una colonia con la que me entiendo bien".
Lo que no quiere decir que fuera un incondicional de los c¨ªrculos literarios. "Vuelvo de M¨¦xico", escribe el 4 de abril de 1975, "y si casi no vi a gentes como Octavio Paz o Juan Rulfo; en cambio, discut¨ª horas y horas con estudiantes el problema chileno y el cubano, y creo que fue mejor. Cada d¨ªa siento m¨¢s que los 'intelectuales' se aferran a sus caducos privilegios y que pocos de ellos encuentran la manera de no perderse como intelectuales a la vez que hacen algo positivo en otro plano".
Cort¨¢zar desconf¨ªa de la fama. En noviembre de 1970 cuenta c¨®mo ha sido su experiencia de Chile y Argentina, donde ya es un autor muy conocido: "Fue bello y horrible a la vez, me sent¨ª a la fuerza ese otro que soy all¨¢, el autor c¨¦-le-bre, el tipo que no puede salir a la calle sin que se le echen encima para pedirle aut¨®grafos -el quinto Beatle, qu¨¦ horror-. Par¨ªs es de nuevo una isla, el anonimato maravilloso, pero ahora s¨¦, por razones muy serias, que deber¨¦ volver a la Argentina a pasar por lo menos dos meses DANDO LA CARA, es decir, aceptando entrevistas, mesas redondas, ayudando a los m¨ªos en su lucha contra los gorilas. Y ser¨¢ duro, y saldr¨¦ perdiendo en m¨ª mismo lo que acaso haga ganar en otros terrenos". En la misma carta se refiere a su paso por Chile como "un nuevo cap¨ªtulo del acoso, del amor barato del p¨²blico".
"Circo del deber pol¨ªtico"
Si no hubiera sido por su solidaridad con las izquierdas de Latinoam¨¦rica y eso que ¨¦l llama "circo del deber pol¨ªtico", dif¨ªcilmente le habr¨ªamos visto tomando la palabra ante un micr¨®fono, reconoce el mismo Cort¨¢zar antes de ese viaje a Santiago, donde va, en octubre de 1970, a la toma de posesi¨®n de Allende invitado por la Sociedad de Escritores de Chile: "Es una solidaridad pol¨ªtica que creo fundamental en mi caso, en la medida en que ese gobierno es (o trata de ser) el primer gobierno de l¨ªnea socialista en el Cono Sur... Personalmente odio cada vez m¨¢s la pol¨ªtica, pero tambi¨¦n a los gorilas y a los americanos; ya ves, Isel, que no tengo otra opci¨®n salvo la de meterme en mi casa (y que sigan los genocidios, etc., el viejo sistema del avestruz)".
Lo que m¨¢s sorprende a d¨ªa de hoy es ver c¨®mo un autor que era considerado ya la figura m¨¢s destacada del boom latinoamericano se ve¨ªa obligado a ganarse la vida haciendo traducciones y buscando trabajos como "revisor" de textos en organismos internacionales como la UNIDO, la Atomic Agency o la Unesco. A pesar de su fama, en este aspecto no se diferenciaba mucho de Isel: "Ambos ten¨ªamos que escribir por las noches o en los trenes. Aprovech¨¢bamos tambi¨¦n nuestros viajes para escribir", recuerda la poeta cubana.
Las dificultades que encuentra para desempe?ar actividades que redondean hoy la profesi¨®n e ingresos de escritor, como es el dar cursos y conferencias, est¨¢n en otra carta: "Estoy tapado por el trabajo que supondr¨¢ mi visita a Oklahoma, donde adem¨¢s de dos conferencias tengo que intervenir en cinco reuniones con estudiantes, cada una sobre un libro m¨ªo. Nada de esto es broma, y me paso el d¨ªa leyendo y trabajando sobre el asunto, porque yo no tengo ideas, sino imaginaci¨®n, y armar una conferencia o una exposici¨®n sobre un tema me cuesta horrores".
Pero tampoco escribir era siempre tan f¨¢cil como podr¨ªa suponerse para ¨¦l. "Trabajo como un forzado... escribo poco y sue?o mucho", dice en enero de 1972 refiri¨¦ndose a la dif¨ªcil "tarea de terminar una novela dos veces interrumpida". "S¨¦ por amarga experiencia de ¨¦pocas de pozo", escribe en octubre del mismo a?o, cuando est¨¢ corrigiendo ya las pruebas de lo que ser¨¢ El libro de Manuel.
Cort¨¢zar, que por esa ¨¦poca ya ha publicado su novela m¨¢s importante, Rayuela, adem¨¢s de otras como Modelo para Armar y buena parte de sus cuentos, se refiere en varias cartas a El libro de Manuel, al que inicialmente da el t¨ªtulo provisional de El aler¨®n, y en las que se muestra interesado por conocer el parecer de Isel.
"Siempre le hab¨ªa dicho que ten¨ªa que desnudarse m¨¢s y poner en su literatura m¨¢s de sus experiencias ¨ªntimas. Cuando le dije 'lo has logrado', se puso muy contento", se?ala Isel.
En septiembre de 1973, Cort¨¢zar le escribe: "Me conmueve mucho, cr¨¦eme, lo que me dices de Manuel. T¨² sabes ver tantas cosas que se les escapan a otros, especialmente a los wise men". Val¨ªa la pena haber escrito el libro para alguien como t¨²".
Los eternos sectarios
No parece confiar mucho, sin embargo, en la recepci¨®n que la novela tendr¨¢ en Argentina, donde supone que "va a desencadenar un doble y previsible ataque de los eternos sectarios de izquierda y de derecha; los primeros entender¨¢n que no soy 'respetuoso' al escribir sobre cuestiones pol¨ªticas, y los segundos lamentar¨¢n que haya dejado de inventar ficciones puramente fant¨¢sticas. Por eso quiero estar all¨ª, pero volver¨¦, sin duda, a wider and a sadder man, pero eso es la regla del juego".
Lo que m¨¢s interesar¨¢ a los estudiosos, sin embargo, es conocer a trav¨¦s de sus cartas c¨®mo se corresponde el mundo personal con el mundo literario de Cort¨¢zar y qu¨¦ aspectos de su vida traslada a la literatura. As¨ª, por ejemplo, nos encontramos que la camioneta, los viajes y el cari?oso mote de Osa que dedica a Isel est¨¢n transferidos al personaje femenino de Los autonautas de la cosmopista. ?l mismo revela en otra carta que uno de sus cuentos, Lugar llamado Kindberg, aparecido en el volumen que lleva por t¨ªtulo Octaedro, est¨¢ inspirado en su relaci¨®n con Isel: "Dime enseguida si te lleg¨® o no; si alguien quer¨ªa yo que lo recibiera antes que nadie eras t¨², Osezna, puesto que hay ah¨ª un cuento que te guarda enterita, con miel y piel y pelusitas y gru?idos y fuego en la chimenea y vino blanco". En otra carta le dice a prop¨®sito del mismo cuento: "Mi cuento es cruel y penoso para m¨ª, en la medida en que me identifico con Marcelo como identifico a la chica chilena contigo".
El intercambio de manuscritos y cr¨ªticas llevar¨¢ tambi¨¦n a que Cort¨¢zar env¨ªe a Isel un relato que hoy permanece in¨¦dito, al menos en Espa?a, en junio de 1971, con el t¨ªtulo de Prosa del observatorio, y en el que se contrapone la experiencia que tienen de su mundo las anguilas del mar del Norte con la visi¨®n que nos ofrece del universo el observatorio astron¨®mico construido en Jaipur por Jai Singh, una muestra de esa "realidad m¨¢gica" que no es otra que la particular mirada literaria que caracteriza al escritor.
Crompromiso pol¨ªtico
ES EL COMPROMISO POL?TICO lo que ocupa gran parte del tiempo y las preocupaciones del escritor, sobre todo a partir del golpe contra Allende en Chile.
Cort¨¢zar recibe y ayuda a exiliados chilenos que llegan a Par¨ªs. Viaja constantemente a Argentina, Chile, Ecuador, Per¨², Brasil, Cuba. Da conferencias, cursillos, uno de ellos en Cuba, previsto en diciembre de 1971, "para hacer un seminario sobre el cuento, paralelo a otro que har¨¢ Vargas Llosa sobre la novela. Los dos aceptamos esa invitaci¨®n porque es lo mejor que podemos darle a la revoluci¨®n". Eran tiempos en los que Cuba todav¨ªa suscitaba el apoyo de la mayor parte de intelectuales, a pesar de contar ya con poetas represaliados.
No es que Cort¨¢zar careciese de dudas sobre el rumbo que estaba tomando la revoluci¨®n cubana: "Necesito tiempo para analizar, prever, decantar... los bur¨®cratas y los resentidos y los mediocres se atrincheran y un buen d¨ªa son ellos los que mandan la parada... todo me obliga a pensar que jam¨¢s volver¨¦ a poner los pies en el caimancito que tanto amo", escribe al regreso de uno de sus viajes a la isla en mayo de 1971. Pero siempre termina reconcili¨¢ndose con Cuba: "El lado negativo se hace sentir fuertemente (militarizaci¨®n, lucha contra la imaginaci¨®n, cansancio de los que podr¨ªan decir y hacer, subdesarrollo inevitable en materias morales, etc¨¦tera), pero a la vez sigue habiendo lo otro, esa vitalidad fabulosa que permite "echar p'alante" frente a cosas que hubieran acabado con otros procesos an¨¢logos, la innegable honradez y buena voluntad de muchos de los que siguen cerca de Fidel... Frente a lo que est¨¢ ocurriendo en Brasil, en Uruguay y en la Argentina, tu isla me sigue pareciendo un ejemplo inquebrantable de tentativa hacia la luz, aunque, como es sabido..., cuanto m¨¢s fuerte es la luz, m¨¢s duras y ¨¢speras y negras son las sombras", escribe en 1972.
Se trata de una posici¨®n pol¨ªtica con la que est¨¢ en desacuerdo Isel Rivero, quien, a pesar de destacar como joven promesa de la poes¨ªa cubana, hab¨ªa escogido el camino del exilio. "Eso fue motivo de divergencia y termin¨® por distanciarnos, especialmente despu¨¦s del caso del poeta Padilla", reconoce Isel.
El mismo Cort¨¢zar es consciente de esas divergencias cuando acusa a su amiga en una de sus cartas: "Siento que los ¨¢rboles no te dejan ver el bosque, en todo caso en lo que se refiere a tu pa¨ªs: sin la revoluci¨®n cubana, con todos sus defectos y falencias y tonter¨ªas y machismos baratos y lo que quieras, no podr¨ªamos ni siquiera abrir la boca en Am¨¦rica Latina... y aunque puedo coincidir con vos en que las cosas que me muestras son malas y condenables y hay que condenarlas..., creo tambi¨¦n que t¨² y muchas otras personas honestas e inteligentes har¨ªan mejor en arrimar el hombro a lo positivo, que es mucho y visible, en vez de mostrarse hipersensibilizados a lo negativo".
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