Juntos para conjurar la nostalgia
La poblaci¨®n inmigrante se agrupa seg¨²n su nacionalidad en distintos barrios de Bilbao para evitar el desarraigo
Un estudio sobre inmigraci¨®n elaborado por la profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) Cristina Blanco revela que los inmigrantes prefieren residir en barrios donde puedan convivir con personas de su misma nacionalidad y evitar as¨ª el temido desarraigo. En Vizcaya, donde residen m¨¢s de la mitad de los 38.000 extranjeros que recalan en Euskadi, los enclaves naturales son los barrios bilba¨ªnos de Bilbao La Vieja, Deusto y Abando. "Es una manera de sentirse arropado y de mantener un grado de sociabilidad alto", indica Blanco.
Los magreb¨ªes y los chinos residen en San Francisco y el centro de la ciudad, respectivamente, y los colombianos se decantan por Deusto. El resto, minoritario, est¨¢ m¨¢s disperso, explica la soci¨®loga. El peligro de esta atomizaci¨®n puede llevar al aislamiento, a la transformaci¨®n de un barrio en gueto. Por eso, Blanco solicita atenci¨®n para que este muro de nacionalidades no termine de levantarse.
Redouan El Afaki tiene 23 a?os, es marroqu¨ª y desde hace un a?o y dos meses vive en el barrio bilba¨ªno de San Francisco a donde lleg¨® buscando una vida mejor. En la zona se concentra el 26% de los inmigrantes que recala en la capital vasca. De ellos, el 40% procede de pa¨ªses africanos. Tras la barra del bar Oasis Marrakech, con voces ¨¢rabes de fondo, Redouan cuenta su historia. "Nac¨ª en Fnedak, un pueblo muy peque?o cercano a Ceuta. Empec¨¦ a trabajar como alba?il a los 16 a?os pero buscaba un futuro, as¨ª que me vine a Bilbao donde viv¨ªa mi hermana", comenta. El viaje lo hizo en barco, donde conoci¨® a un chico de Madrid. Con ¨¦l entr¨® en Espa?a sin problemas, aunque atenazado por el miedo. Lo primero que le sorprendi¨® fueron las carreteras y los coches. A veces paseaba por la calle y notaba que algunas personas le miraban como a un marciano. "Una vez, en un bar, alguien me dijo 'no quiero verte aqu¨ª'. En otra ocasi¨®n, una mujer apart¨® el bolso cuando me vio y le contest¨¦: 'Se?ora, tranquila. ?Tengo cara de ir a robar?', agrega. Ahora tiene una novia espa?ola. Sin embargo, los recuerdos le embargan. Echa de menos el mar, sus amigos, sus partidos de f¨²tbol. Y tambi¨¦n a su madre. Es la nostalgia del inmigrante.
Xiao Rong-Zhu, de 40 a?os, y su esposa Thi Pong Hoang, de 37, nacidos en China y Vietnam, respectivamente, est¨¢n asentados desde hace m¨¢s de una d¨¦cada en el Pa¨ªs Vasco, donde han nacido dos de sus tres hijas. Como el 45% de los asi¨¢ticos, vive en la zona de Abando, donde han comprado una vivienda a golpe de cr¨¦dito hipotecario. Con apenas doce a?os, Thi Phong abandon¨® Vietnam con sus padres y abuelos, en un avi¨®n repleto de refugiados pol¨ªticos. ?l ten¨ªa 21 cuando se march¨® de su pueblo. Ambos se encontraron a?os despu¨¦s, cuando ¨¦l la contrat¨® para trabajar en uno de los primeros restaurantes que abrieron en Espa?a.
Los dos poseen la nacionalidad espa?ola y las ni?as estudian en un colegio de monjas y s¨®lo tienen de chinas los rasgos. Sin embargo, la familia mantiene las tradiciones. La mujer es como un cascabel que no cesa ni cuando recuerda el dolor de los primeros a?os de inmigrante. "Mis abuelos sufrieron mucho y al final tuvieron que regresar a Vietnam. La vida de los inmigrantes es muy dif¨ªcil. y eso que cuando llegamos nosotros se les ayudaba mucho m¨¢s que ahora. Los chinos somos muy trabajadores pero queremos disfrutar. Los espa?oles saben vivir bien y nosotros ya somos espa?oles".
Richar Iban Gordillo lleva ocho de sus 28 a?os lejos de Ecuador. Sabe lo que es dormir en el Metro de Madrid, aceptar trabajos que espa?oles rechazan y padecer la discriminaci¨®n. Su esposa, Miriam Ortiz, de 27, colombiana, limpia casas y ambos trabajan a turnos en una tienda de chucher¨ªas en Deusto, donde tambi¨¦n residen, como el 23% de los suramericanos. "Perdemos mucho, los padres se hacen viejitos y no les vemos. Nos relacionamos entre nosotros para esquivar la nostalgia". Por eso sue?an con regresar a Ecuador con su hijo espa?ol de 8 a?os.
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