Lecciones de Parmalat
A medida que el caso Parmalat se va agravando, suicidios incluidos, y el agujero de la compa?¨ªa crece -ahora se aproxima a los 14.000 millones de euros-, aparece mejor definida la trama de sociedades instrumentales, fraudes, compras ficticias de activos financieros, fondos inexistentes y falsificaciones contables perpetrada por los principales propietarios del grupo l¨¢cteo, la familia Tanzi. Calisto Tanzi, presidente de la compa?¨ªa, y su contable, Fausto Tonna, est¨¢n acusados, al parecer con pruebas muy s¨®lidas, de haber vaciado las arcas de la compa?¨ªa mediante maniobras fraudulentas durante los ¨²ltimos 15 a?os. Es obligado preguntarse d¨®nde estaban y qu¨¦ han hecho las autoridades financieras y contables que deb¨ªan haber prevenido y corregido la descomunal estafa.
Las diferencias con el caso Enron son reveladoras.La compa?¨ªa estadounidense respond¨ªa al modelo de mercado anglosaj¨®n, con una propiedad fragmentada, con fuerte participaci¨®n de inversores institucionales, dominada por un cuadro de directivos responsables absolutos de la gesti¨®n y una bater¨ªa de selectos controles exteriores, con la SEC y los auditores de la compa?¨ªa a la cabeza. El fraude de Enron y de otras empresas similares demostr¨® las debilidades del sistema estadounidense e impuls¨® una reforma muy severa de los controles de la transparencia empresarial.
Parmalat responde a claves distintas. La propiedad aparec¨ªa concentrada en manos de los Tanzi; los inversores institucionales, capaces de ejercer una vigilancia estricta del negocio, brillaban por su ausencia y la propiedad ejerc¨ªa las tareas de gesti¨®n. Parmalat responde al modelo de la Europa continental, en el que la propiedad ten¨ªa hasta ahora las manos libres para orientar la gesti¨®n en beneficio de sus intereses. Las pr¨¢cticas de Tanzi y sus directivos responden a la pulsi¨®n de utilizar a la empresa como un instrumento propio, desviando fondos de la compa?¨ªa hacia cuentas personales, concediendo cr¨¦ditos desde la matriz a empresas de la familia, agrupando p¨¦rdidas en filiales y falsificando la contabilidad. El cuadro de irregularidades que se van conociendo es prueba de que la concentraci¨®n de la propiedad a la europea tampoco es garant¨ªa contra la conducta abusiva de los gestores.
Parece que los problemas financieros de Parmalat est¨¢n en v¨ªas de soluci¨®n mediante la intervenci¨®n p¨²blica y la solicitud de cr¨¦ditos concertados para mantener el funcionamiento de la empresa. Pero queda por resolver el m¨¢s dif¨ªcil: recuperar la confianza de los inversores en las empresas del continente. Para ello resulta imperativo endurecer las condiciones de control externo, que es el que realizan las empresas de auditor¨ªa, e imponer normas de alt¨ªsima transparencia a las relaciones entre los intereses de la propiedad y de la empresa. No es una tarea f¨¢cil ni tampoco breve.
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