El bienestar del euro
Los Gobiernos de Aznar han vivido ocho a?os de crecimiento marcados por la moneda ¨²nica, el equilibrio presupuestario y las ayudas de la UE, aunque la inflaci¨®n, la precariedad en el empleo y el precio de la vivienda siguen siendo un lastre
Victorioso, aunque sin mayor¨ªa absoluta, Aznar confi¨® a su viejo compa?ero de fatigas Rodrigo Rato los destinos econ¨®micos del pa¨ªs nada formar Gobienro en 1996. Y Rato, un hombre bregado en la oposici¨®n parlamentaria desde los tiempos de AP, lleg¨® con much¨ªsimas ganas. Comenz¨® con la econom¨ªa ya encauzada por su antecesor, el socialista y hoy comisario europeo Pedro Solbes, y con la misma obsesi¨®n: incorporar a Espa?a a la moneda ¨²nica europea. Para ello hab¨ªa que cumplir los criterios de Maastricht, firmados en 1992, y ser muy rigurosos. Lo consigui¨®. Espa?a estuvo entre los alumnos m¨¢s aplicados. Adem¨¢s de crecer muy por encima de la media europea incluso en los a?os de crisis (en 2003 lo hizo un 2,3% cuando Alemania y Francia rozaron la recesi¨®n), redujo el d¨¦ficit p¨²blico a menos del 3% del PIB y la deuda a menos del 60% mientras lograba controlar la inflaci¨®n, que se desmandar¨ªa en los a?os siguientes.
Fueron unos logros que han seguido mejorando (y explot¨¢ndose publicitariamente) hasta llegar al d¨¦ficit cero con el que Aznar se despide de estas dos legislaturas y en el que, adem¨¢s del rigor presupuestario, han tenido mucho que ver las ayudas comunitarias, que alcanzan el 1% del PIB anual (unos 8.000 millones de euros). Tambi¨¦n ha habido una notable mejora en materia laboral, con un paro ligeramente por encima del 11% de la poblaci¨®n activa frente al 22,9% de final de 1995 y la creaci¨®n de 4,5 millones de empleos. El acercamiento a la media europea (en torno al 8%) ha sido evidente, aunque el ritmo se ha estancado en los dos ¨²ltimos a?os y la calidad del empleo deja mucho que desear por su precariedad (los contratos temporales superan el 32%) y por la alta siniestralidad (una media de entre cuatro y cinco muertes diarias por accidentes laborales). El empleo es hoy, con la inflaci¨®n -tras Maastricht se dispar¨® hasta el 4% y ha terminado 2003 en el 2,6%- y la vivienda, el problema estructural m¨¢s grave de la econom¨ªa espa?ola.
En este periodo, la m¨¢quina econ¨®mica ha estado a pleno rendimiento, centrada en las directrices de Bruselas. Primero, la incorporaci¨®n al euro; despu¨¦s, cumplimiento del Pacto de Estabilidad (d¨¦ficit, deuda e inflaci¨®n), y, por ¨²ltimo, la Cumbre de Lisboa (mayor crecimiento y pleno empleo en 2010).
El inicio del PP fue de rompe y rasga. Hizo lo que todo el mundo esperaba que hiciera. M¨¢s all¨¢ del obligatorio rigor en el cumplimiento de Maastricht, el Gobierno de Aznar se afan¨® en tomar el control de todos los resortes econ¨®micos del pa¨ªs. Concedi¨® las presidencias de las todav¨ªa empresas p¨²blicas a personas de su m¨¢xima confianza para que terminaran la privatizaci¨®n y se quedaran al frente una vez finalizadas. S¨®lo dos semanas despu¨¦s de formar Gobierno, Francisco Gonz¨¢lez, propietario de una sociedad de Bolsa, asumi¨® la presidencia de Argentaria. Un mes m¨¢s tarde, Juan Villalonga, compa?ero de pupitre de Aznar, se hac¨ªa cargo de Telef¨®nica; Alfonso Cortina hac¨ªa lo propio en Repsol, y C¨¦sar Alierta llegaba a Tabacalera. En septiembre tocaba el turno a Miguel Blesa, compa?ero de Aznar como inspector de Hacienda, en Caja Madrid, y a Xabier Irala en Iberia. Ya entrado 2003, el ex ministro Mart¨ªn Villa llegar¨ªa a Endesa. Todo quedaba bien atado.
Quiso tambi¨¦n el PP tirar de la manta. Y lo hizo precipitadamente, porque se equivoc¨®. Desde los cuarteles de Rato, la noticia se vendi¨® como el gran esc¨¢ndalo de los gobiernos socialistas; pero result¨® un fiasco. Seg¨²n el nuevo Gobierno, el PSOE hab¨ªa perdonado una deuda fiscal de 200.000 millones de pesetas a sus "amiguetes", en palabras de Aznar. Los amiguetes no aparecieron, a pesar de las pesquisas nocturnas en la sede de la Agencia Tributaria, y el episodio cost¨® las cabezas de los dos principales responsables, Jes¨²s Bermejo y Pilar Valiente, una mujer que a?os despu¨¦s ser¨ªa nombrada presidenta de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores en sustituci¨®n Juan Fern¨¢ndez-Armesto, pero que no llegar¨ªa a cumplir un a?o por el esc¨¢ndalo Gescartera.
Al margen del superministro Rato, Aznar llev¨® a su lado a Jos¨¦ Barea al frente de la Oficina de Control Presupuestario. La reaparici¨®n del veterano profesor, alto cargo con UCD, fue sonada. En teor¨ªa hab¨ªa llegado a Moncloa para asegurar m¨¢s el control de las cuentas del Reino. Pero s¨®lo dur¨® dos a?os (hasta julio de 1998), posiblemente porque no ten¨ªa reparos en criticar la pol¨ªtica econ¨®mica y, sobre todo, por la profusi¨®n con que los socialistas bland¨ªan los papeles confidenciales de su oficina. Barea ha sido despu¨¦s uno de los m¨¢s duros, no s¨®lo por descalificar el d¨¦ficit cero, sino por decir que existe un d¨¦ficit oculto. Referencia que tambi¨¦n hace Miguel ?ngel Garc¨ªa, jefe del Gabinete T¨¦cnico de CC OO, para quien existe un m¨ªnimo de 1,5% del PIB sin cuantificar que provendr¨ªa de saldos no declarados en el Presupuesto, como el Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF), am¨¦n de RTVE.
Lo que no se puede negar es el crecimiento constante de la econom¨ªa. As¨ª lo reconoce Garc¨ªa: "El balance de las grandes cifras es bastante satisfactorio, eso no se puede ocultar, tanto en creaci¨®n de riqueza como de empleo". Pero no todo son luces: "Detr¨¢s de estos datos, que se manejan con excesiva autocomplacencia, se ocultan problemas que pueden poner en peligro la capacidad de crecimiento, sobre todo por la desequilibrada distribuci¨®n de la renta que se ha hecho con las reformas fiscales". En parecidos t¨¦rminos se expresa C¨¢ndido M¨¦ndez, secretario general de UGT, para quien no se da la importancia debida a los procesos de devaluaci¨®n que sufri¨® la peseta entre 1992 y 1994 a la hora de calificar el milagro espa?ol. El economista Guillermo de la Dehesa destaca: "Es importante se?alar que Espa?a ha mantenido tasas diferenciales muy altas pese al auge de la econom¨ªa en todo el mundo".
Es verdad que en el activo del Gobierno han tenido que ver muchos factores externos. Por un lado, la entrada en el euro ha permitido disfrutar de unos tipos de inter¨¦s al 2%, hist¨®ricamente bajos y desconocidos en Espa?a, "a pesar de lo que correspond¨ªa con una inflaci¨®n tan alta, ya que lleva los tipos reales a ser negativos", a juicio de Garc¨ªa. Para M¨¦ndez, hay varios "factores irrepetibles" que explican el fuerte crecimiento: "Las privatizaciones, que no se podr¨¢n volver a realizar; las bajadas de tipos; el impulso del ladrillo en la burbuja inmobiliaria o la inyecci¨®n de mano de obra barata inmigrante". "Este modelo tiene los pies de barro y los d¨ªas contados en el marco de una UE de 25 pa¨ªses", enfatiza.
Es una bonanza que se basa en el consumo, la inversi¨®n y la creaci¨®n de empleo, potenciados por los bajos tipos. En este buen panorama, De la Dehesa y los sindicatos ponen un pero, la baja productividad. "A¨²n hay espacio para mejorar y crecer, por ejemplo por la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo, pero hacerlo sin productividad no tiene futuro". Y los sindicatos hacen hincapi¨¦ en la falta de una pol¨ªtica industrial y de I+D para la que poco ha servido el Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa que se invent¨® Josep Piqu¨¦.
Un verdadero reto al que Fernando Fern¨¢ndez, rector de Universidad Europea, a?ade la necesidad de desregular m¨¢s la econom¨ªa. "Ha sido insuficiente, no se entiende que se sigan fijando las tarifas el¨¦ctricas o telef¨®nicas por entes reguladores", afirma. Fern¨¢ndez alaba "el gran ¨¦xito" del PP de "convertir el equilibrio presupuestario en el centro del debate pol¨ªtico y de creerse que Espa?a pod¨ªa entrar en Europa, de lo que deriv¨® tener una pol¨ªtica fiscal especialmente austera". Y pide avanzar en la reforma laboral. "Se ha creado un mercado de trabajo dual que plantea problemas de crecimiento y productividad, la manera de acabar es plantearse los costes de despido y no tanto penalizar el empleo temporal".
El Gobierno ha disfrutado de una actitud muy positiva por parte de los agentes sociales, que se han mostrado muy contenidos en las reivindicaciones salariales (nunca alejadas del aumento del ?PC) y muy dialogantes en la consolidaci¨®n del sistema de pensiones. Si el PP quiere presumir en este terreno, los sindicatos pueden sacar m¨¢s pecho porque su aportaci¨®n ha permitido generar mayor estabilidad. Los primeros cuatro a?os han sido los menos conflictivos de la democracia, con unas centrales que se entendieron muy bien con el primer ministro de Trabajo, Javier Arenas, y que no tardaron en firmar un acuerdo de pensiones.
Las cosas siguieron bien con Manuel Pimentel, quien dar¨ªa la espantada por la Ley de Extranjer¨ªa y por como se hab¨ªa gobernado desde el PP el conflicto racista de El Ejido. Pero se deterioraron cuando el PP quiso imponer una reforma laboral, el conocido decretazo, que acab¨® con la huelga general del 20 de junio de 2002. Ese encontronazo se solvent¨® con la salida de Juan Carlos Aparicio de Trabajo y su sustituci¨®n por Eduardo Zaplana, quien se encarg¨® de dar marcha atr¨¢s en casi toda la reforma, cuyos principales objetivos eran abaratar el despido (con los salarios de tramitaci¨®n), exigir condiciones estrictas para no retirar el subsidio de paro y una desaparici¨®n paulatina del Plan de Empleo Rural (PER) de los jornaleros de Andaluc¨ªa y Extremadura.
Tres reformas fiscales para recaudar m¨¢s
El PP ha realizado tres reformas fiscales durante su mandato. La primera, nada m¨¢s comenzar a gobernar, consisti¨® en que las plusval¨ªas pasaron a tributar al 20%, en lugar de a la tarifa general del IRPF. La segunda no se abord¨® hasta pasada la mitad de la primera legislatura y consisti¨® en que el tipo m¨¢ximo del IRPF baj¨® del 56% al 48% y el m¨ªnimo, del 20% al 18%. Los tramos quedaron seis sobre los diez que hab¨ªa hasta ent¨®nces. Se estableci¨® un m¨ªnimo familiar exento, se recort¨® la deducci¨®n por vivienda y desapareci¨® la correspondiente a gastos de enfermedad. Para las plusval¨ªas, el tipo baj¨® al 18%.
La tercera reforma se aplic¨® en las retenciones del IRPF en 2003 y tendr¨¢ efecto en la declaraci¨®n que se presentar¨¢ este a?o. En este caso, los tramos se quedaron en cinco con un tipo m¨¢ximo del 45% y un m¨ªnimo del 15%, el mismo tipo que se aplica a las plusval¨ªas. Durante todos estos a?os, la tarifa del IRPF no se ha actualizado con la inflaci¨®n, lo que se ha comido buena parte del ahorro para los contribuyentes.
Los mensajes del Gobierno del PP en todas las ocasiones han consistido en una rebaja de los impuestos. Algo que para Miguel ?ngel Garc¨ªa (CC OO) es falso, "porque han aumentado 2,3 puntos en t¨¦rminos de PIB". Adem¨¢s. la presi¨®n fiscal se ha ido elevando paulatinamente hasta alcanzar el 35,9% del PIB, aunque el Ejecutivo dice que esa mayor recaudaci¨®n se debe m¨¢s a la buena salud de la econom¨ªa que a sus ansias recaudatorias. Los ingresos no financieros del Estado por impuestos han crecido notablamente, pasando de los 87.295 millones recaudados en 1996 a los m¨¢s de 110.000 millones en 2003.
33.500 millones de euros en privatizaciones
Las privatizaciones fueron iniciadas por el PSOE como una medida de racionalidad econ¨®mica. Espa?a contaba con un parque empresarial p¨²blico procedente de la etapa franquista que abarcaba todos los sectores imaginables, desde las tiendas de muebles hasta la miner¨ªa. Muchas de esas empresas hab¨ªan acabado en manos estatales -a trav¨¦s del Instituto Nacional de Industria (INI) y la Direcci¨®n del Patrimonio del Estado o directamente de algunos ministerios- antes de echar el cierre y originar problemas sociales. As¨ª que las privatizaciones comenzaron en los a?os ochenta a toda mecha. Pero al PSOE se le acab¨® el tiempo y cuando el PP gan¨® las elecciones de 1996 le dio todav¨ªa m¨¢s.
Tras las privatizaciones, las empresas consolidaron la expansi¨®n en Latinoam¨¦rica adquiriendo grupos de primera l¨ªnea, principalmente en petr¨®leo (Repsol adquiri¨® la argentina YPF que le permiti¨® meterse entre las 10 m¨¢s grandes del sector) y en el¨¦ctrico.
En total, durante las dos legislaturas del PP los ingresos obtenidos por las privatizaciones han alcanzado los 33.500 millones de euros, que se han destinado en gran parte a sufragar gastos y p¨¦rdidas incurridas por otras empresas p¨²blicas. Es decir, un alivio para sustentar las cuentas p¨²blicas del Gobierno y que, como subraya C¨¢ndido M¨¦ndez, un factor irrepetible. No habr¨¢ otra oportunidad de ingresar esa cantidad tan enorme como tampoco lo habr¨¢ cuando se ampl¨ªe la UE al Este y se reduzcan los fondos estructurales.
La vivienda, de necesidad a lujo
El sector de la construcci¨®n ha sido el motor de la econom¨ªa espa?ola y, en gran parte, el que ha permitido crecer por encima de la media europea. Pero ese boom constructor, en el que tambi¨¦n han tenido que ver los bajos tipos de inter¨¦s, ha tenido efectos perversos sobre la gran mayor¨ªa de las nuevas familias que han intentado acceder a un piso. El crecimiento de los precios ha sido explosivo. Desde finales de 1996 hasta el tercer trimestre del a?o pasado, el precio del metro cuadrado se ha incrementado un 115% hasta situarse en 1.450,6 euros. El problema se agrava a¨²n m¨¢s en las grandes capitales como Madrid, Barcelona y las capitales vascas, donde llega a superar los 2.000 euros.
Ese encarecimiento de los precios ha originado que el esfuerzo que deben hacer las familias para comprar un piso crezca hasta niveles asfixiantes, y ya represente el 42% del total de la renta familiar, con grandes diferencias regionales (60,2% en Madrid frente al 22% de Extremadura).
Paralelamente, y en direcci¨®n contraria, las viviendas de protecci¨®n oficial (VPO) que debe promover la Administraci¨®n para las menores rentas ha ca¨ªdo en p¨¬cado, pasando de las 66.072 de 1995 a las 42.000 previstas para este a?o. Este descenso contrasta con la promesa electoral del PP de poner en el mercado 420.000 VPO en los pr¨®ximo cuatro a?os.
El Gobierno se ha escudado en la bajada de los tipos de inter¨¦s y la mejora de la renta para explicar esta escalada y niega que exista una burbuja inmobiliaria de la que algunos ya comienzan a advertir. Y es que los ciudadanos tienen hipotecas por 500.000 millones de euros, la cifra m¨¢s elevada de la historia.
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