Nocturno
Dentro del no muy amplio repertorio de obras para clarinete y piano, el veterano Karl Leister -solista de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn hasta hace diez a?os- escogi¨® un grupo de ellas te?ido por la melancol¨ªa o, si se quiere, por una cierta nocturnidad: desde la inicial Fantas¨ªa del compositor dan¨¦s Niels Gade hasta la p¨¢gina de Max Reger que dio como propina. Una atm¨®sfera oto?al, ¨ªntima y suave, pareci¨® envolver el transcurso de la sesi¨®n. Bien es cierto que el clarinete, cuando se toca con delicadeza y se controla el brillo algo ¨¢spero de su registro agudo, facilita la inmersi¨®n en esos climas. Por eso, casi parece redundante indicar que el Nocturno de Chopin que Ferenc Bognar interpret¨® en solitario le puso al programa la guinda m¨¢s apropiada.
Ciclo de C¨¢mara y Solistas
Karl Leister (clarinete) y Ferenc Bognar (piano). Obras de Gade, Brahms, Schumann y Chopin. Palau de la M¨²sica. Valencia, 27 de enero de 2004
En toda la velada fue constante la atenci¨®n extrema con que Leister traz¨® los reguladores din¨¢micos, eliminando cualquier tipo de brusquedad, as¨ª como la capacidad para homogeneizar las transiciones desde el registro grave (quiz¨¢ el m¨¢s suave y conmovedor) hasta el peligroso agudo, sin perder nunca ese timbre aterciopelado que se convierte en el resorte m¨¢s seductor del instrumento. El equilibrio con el piano estuvo bien conseguido en la obra de Gade y en la Romanza de Schumann, mientras que, en la Fantas¨ªa de este ¨²ltimo, el clarinete result¨® m¨¢s tapado de la cuenta. Los pianos, en la sala Rodrigo, cobran a veces un protagonismo que no conviene al resto de instrumentos: son cuestiones ac¨²sticas, pero los int¨¦rpretes deber¨ªan tenerlas en cuenta.
El pianista h¨²ngaro toc¨® en solitario, adem¨¢s del Nocturno de Chopin, tres de las seis Piezas para piano que conforman el op. 118 de Brahms. No fueron lo mejor del programa. El exceso de pedal y la pulsaci¨®n poco n¨ªtida, sobre todo en los pasajes de acordes, afearon un fraseo que -eso s¨ª- se planteaba bellamente libre y con vuelo expresivo. En Chopin, por el contrario, Bognar se mostr¨® due?o de la m¨²sica, sin apuros en los aspectos t¨¦cnicos y desgranando la pieza con un rubato generoso.
La Sonata n¨²m. 2 de Brahms fue el broche adecuado para la sesi¨®n: dif¨ªcilmente puede concebirse una obra m¨¢s nocturnal y melanc¨®lica, si utilizamos esos adjetivos con las connotaciones menos cursis. Los pasajes r¨¢pidos y en forte siguieron exhibiendo, pese a todo, los puntos d¨¦biles del pianista. El clarinete, aqu¨ª, y no s¨®lo aqu¨ª, acus¨® el peso de los a?os (la columna de aire no se regula con la misma facilidad a cualquier edad, aunque Leister dio abundantes pruebas de firmeza). Pero la m¨²sica -¨¦sta es una de las obras m¨¢s hermosas que se han escrito nunca para clarinete y piano- no result¨® traicionada. Y parece claro que es eso lo que, de verdad, importa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.