Dos a?os despu¨¦s de Enron, el sistema no est¨¢ arreglado
Dos a?os despu¨¦s de descubrirse que Enron, una de las empresas m¨¢s admiradas de Estados Unidos, era un fraude, parece que finalmente los fiscales est¨¢n llegando a alguna parte. Andrew Fastow, antiguo director financiero de la empresa, y su mujer, Lea, supuestamente est¨¢n negociando la pena. El testimonio de Fastow probablemente permitir¨¢ presentar cargos contra otros ex ejecutivos de Enron. Pero ser¨ªa un gran error llegar a la conclusi¨®n de que el sistema funciona, porque no es as¨ª. Para empezar, los avances en la causa Enron son una especie de chiripa. Algo as¨ª como condenar a Al Capone por evasi¨®n de impuestos. Los cargos contra Lea Fastow no se centran en acuerdos empresariales dudosos; se centran en que no declar¨® las comisiones que recibi¨® de los participantes en dichos acuerdos. Y sigue sin estar claro si los principales ejecutivos de la empresa llegar¨¢n en alg¨²n momento a ser procesados.
Sigue sin estar claro si los principales ejecutivos de la empresa estadounidense llegar¨¢n en alg¨²n momento a ser procesados
Lo que es m¨¢s importante, desde el punto de vista pol¨ªtico posiblemente haya expirado ya la ley de prescripciones. Las personalidades pol¨ªticas m¨¢s implicadas en el esc¨¢ndalo de Enron -el ex secretario del Ej¨¦rcito Thomas White y el ex senador Phil Gramm- ya no ocupan sus cargos. La guerra y el mercado en alza han desviado, al menos por el momento, la atenci¨®n sobre la actuaci¨®n de otros pol¨ªticos cuya deferencia con las exigencias empresariales ayud¨® e incit¨® a Enron y a otros malhechores empresariales. Y eso es una calamidad. La oleada de esc¨¢ndalos fue posible, si no causada, por una clima pol¨ªtico en el que los directivos empresariales consegu¨ªan pr¨¢cticamente todo lo que quer¨ªan. Dado que los pol¨ªticos que cumpl¨ªan sus ¨®rdenes no han pagado precio alguno, ese clima no ha cambiado.
Una biograf¨ªa de Lea Fastow publicada en noviembre por Business Week nos recordaba, entre otras cosas, lo importante que fue el permisivo ambiente pol¨ªtico para la creciente sensaci¨®n que la empresa ten¨ªa de que pod¨ªa hacer pr¨¢cticamente lo que le viniera en gana. Uno de sus primeros tratos m¨¢s notorios implic¨® la creaci¨®n de elaboradas exenciones fiscales. Fue evidente desde el principio que este tipo de exenci¨®n era una estafa, y el Departamento del Tesoro intent¨® prohibir esta maniobra en 1994, pero el Congreso se neg¨® a intervenir. En 1998, el Tesoro prob¨® una nueva t¨¢ctica, y consigui¨® que el Internal Revenue Service
[IRS, la agencia tributaria estado-unidense] rechazara la exenci¨®n fiscal de Enron, aunque luego se retract¨® ante una inmensa campa?a de presi¨®n. ?Han cambiado las cosas? No. En octubre, el IRS tuvo que desdecirse y retirar su objeci¨®n a otra estafa clara, la deducci¨®n en la cuota del synfuel (un tipo de gas natural). El organismo niega haber cedido ante presiones pol¨ªticas. Ya.
Mientras tanto, ?qu¨¦ hay de las opciones de compra de acciones? Pr¨¢cticamente todos los an¨¢lisis sobre la propagaci¨®n de los fraudes contables hacen hincapi¨¦ en el papel desvirtuador de las enormes concesiones de opciones a los altos ejecutivos, que daban a los de dentro un incentivo para hacer todo lo necesario para empujar hacia arriba el precio de las acciones. (La fijaci¨®n con el precio de las acciones desempe?¨® un papel central en el esc¨¢ndalo de Enron). Puede que las empresas hubieran emitido menos opciones, y el fraude contable hubiera resultado menos problem¨¢tico, si las normas de contabilidad hubieran exigido que las empresas contabilizaran la emisi¨®n de opciones de compra de acciones como gasto, en lugar de pretender que por alguna raz¨®n eran gratis. Pero en 1994, cuando el Comit¨¦ para la Normalizaci¨®n de la Contabilidad Financiera intent¨® establecer una norma al respecto, las empresas que emit¨ªan grandes cantidades de opciones organizaron una campa?a de presi¨®n. Y los pol¨ªticos -de ambos partidos- se apresuraron a ser ¨²tiles. El senador Joseph Lieberman tom¨® la delantera: present¨® una resoluci¨®n contra el cambio, la resoluci¨®n se aprob¨® con 88 votos a favor y 9 en contra, y el comit¨¦ se ech¨® atr¨¢s.
As¨ª que, ahora que est¨¢ claro que las opciones fueron el gran motivador del fraude empresarial, ?ha hecho algo el Congreso para exigir que su emisi¨®n se contabilice como gasto? No. De hecho, los pol¨ªticos que dirigieron la campa?a contra la reforma en 1994 no han cedido. "La mejor comparaci¨®n que se me ocurre es la que usa la NRA (asociaci¨®n del rifle estadounidense) respecto a las armas de fuego: que las armas no matan a la gente, sino los criminales", dijo Lieberman en el programa Frontline de PBS. "El problema de Enron no fueron las opciones; fue la forma en la que los ejecutivos de Enron vendieron sus opciones". El jueves, el general Wesley Clark apareci¨® con Sherron Watkins, el que dio la alarma sobre la situaci¨®n de Enron, y prometi¨® medidas duras contra las exenciones fiscales. Howard Dean tambi¨¦n ha hecho de las medidas firmes contra las exenciones fiscales un elemento esencial de su campa?a. Si ¨¦stos u otros candidatos consiguieran realmente convertir este abuso empresarial en un importante tema de la campa?a electoral, quiz¨¢ veamos por fin una verdadera reforma. Pero ahora mismo, dos a?os despu¨¦s de que Enron se viniera abajo, nos vemos obligados a decir que el sistema sigue averiado.
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