Con di¨¢logo y negociaci¨®n
A lo largo de la historia, una de las formas habituales de resolver los problemas de escasez en la distribuci¨®n del agua ha sido sido mediante trasvases. El Acueducto de Segovia o el Canal de Castilla son claros ejemplos de ello, como tambi¨¦n lo son, en la actualidad, las conducciones para el abastecimiento a grandes ciudades espa?olas, como Madrid, Bilbao, Tarragona, etc., y multitud de grandes canales para riego y conexiones entre r¨ªos distribuidas por toda la geograf¨ªa peninsular.
Sin embargo, como se?alara Freud, la capacidad para resolver pac¨ªficamente los conflictos por el agua constituye un buen indicador del grado de madurez alcanzado por los pueblos y, posiblemente por ello, en la Espa?a actual, cuando las conducciones rebasan las divisorias de aguas entre cuencas o demarcaciones hidrogr¨¢ficas, suelen surgir serios conflictos y grandes rechazos, a pesar de que nuestra Constituci¨®n consagra con reiteraci¨®n el principio de solidaridad entre regiones.
En el trasvase del Ebro no se deber¨ªan cometer los mismos errores que en el del Tajo-Segura
De ah¨ª que, entre las cuestiones que requieren de los gobernantes di¨¢logo y capacidad de negociaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de la coyuntural fuerza de los votos, se encuentra la del reparto y distribuci¨®n del agua dulce, que en nuestro pa¨ªs se instrumenta mediante la planificaci¨®n hidrol¨®gica.
Lamentablemente, hemos asistido en los tres ¨²ltimos a?os a un proceso de creciente desencuentro pol¨ªtico y territorial en relaci¨®n al trasvase del Ebro de la Ley del Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN), aprobada sin consenso en las Cortes, rechazado por amplios sectores ciudadanos y pol¨ªticos, que todav¨ªa tardar¨¢, en el mejor de los casos, en recibir el benepl¨¢cito y una declaraci¨®n de impacto ambiental de la UE.
La experiencia del trasvase Tajo-Segura, tras un cuarto de siglo de funcionamiento, deber¨ªa haber aportado conocimientos suficientes para evitar cometer ahora, con el PHN y el trasvase del Ebro, los mismos errores y tropezar en las mismas piedras.
El Tajo-Segura ha sido pieza fundamental e imprescindible para sacar del subdesarrollo y la marginaci¨®n, aprovechando la integraci¨®n europea, a buena parte del territorio seco y ¨¢rido del sureste, que incluye el sur de Alicante, la regi¨®n de Murcia y el levante almeriense, as¨ª como para ir aproximando a sus habitantes en renta y calidad de vida a la media nacional.
Pero tambi¨¦n han tenido que pagar un costoso tributo, de incomprensi¨®n y permanente incertidumbre, por el autoritarismo y la imposici¨®n imperantes en los a?os de su aprobaci¨®n y construcci¨®n. Y adem¨¢s, las sucesivas restricciones que la Ley del Aprovechamiento conjunto Tajo-Segura ha venido sufriendo para parchear sin ¨¦xito los agravios de su origen. Los mil hect¨®metros ofertados en dos fases se han quedado, en el mejor de los casos, en apenas la mitad, y en los a?os secos, tan abundantes en el sureste espa?ol, en la tercera parte o menos. Sin embargo, el Acueducto Tajo-Segura (ATS) tiene una capacidad de conducci¨®n de 33 metros c¨²bicos / segundo, equivalentes a mil hect¨®metros al a?o, adem¨¢s de tener su origen a cota m¨¢s elevada que la del embalse de recepci¨®n en la cuenca del Segura, por lo que buena parte del trabajo de conducci¨®n lo realiza, sin costes energ¨¦ticos, la ley de la gravedad.
Habr¨ªa sido deseable y razonable, sin duda, que el PHN desarrollara las previsiones de la ley del Tajo-Segura, en vigor, para aproximarse a los mil hect¨®metros c¨²bicos ofertados por ley. Varias alternativas, no estudiadas con rigor, al existir una decisi¨®n pol¨ªtica previamente adoptada, podr¨ªan consolidar y redotar el ATS a bajo coste y con garant¨ªas de las que hoy carece el trasvase Tajo-Segura y que el PHN no le da.
Se prefiere, como es sabido, continuar apostando por una soluci¨®n desde el Ebro, necesariamente mucho m¨¢s costosa, salvo para Castell¨®n, porque el destino del agua trasvasada estar¨¢ a una cota 500 metros m¨¢s elevada que el origen, el recorrido es muy largo y adem¨¢s los t¨²neles, tramos enterrados y medidas correctoras y preventivas, necesarias para la compatibilidad ambiental, supondr¨¢n costes del agua muy superiores a los previstos inicialmente, ya de por s¨ª elevados. Todo ello sin contar las futuras limitaciones, que surgir¨¢n a posteriori, bien como reacci¨®n compensadora de la falta de consenso actual, o simplemente consecuencia de un mejor conocimiento de los balances h¨ªdricos.
Por otra parte, mientras para Baleares se ha optado con decisi¨®n por la desalaci¨®n, mediante la construcci¨®n simult¨¢nea de cuatro nuevas grandes desaladoras y Canarias se ha convertido en l¨ªder tecnol¨®gico de la ¨®smosis inversa, en el Segura se retrasan hasta el hast¨ªo los proyectos p¨²blicos en curso, se obstaculizan los nuevos de iniciativa privada y se niega la evidencia de que en Murcia y Almer¨ªa la desalaci¨®n de agua de mar constituye una alternativa solvente, competitiva en costes, para la soluci¨®n de los problemas de escasez de agua a corto y medio plazo, que es preciso tomar seriamente en consideraci¨®n.
El pasado verano, algo m¨¢s de doscientos mil ciudadanos murcianos soportaron durante varios meses, y despu¨¦s de veinte a?os de garant¨ªa h¨ªdrica, unas infamantes restricciones en el suministro de agua potable, mientras continuaban en el ostracismo sin poder funcionar las desaladoras sacadas a contrataci¨®n siete a?os antes. Y el pr¨®ximo verano a¨²n podr¨ªa ser peor.
Con o sin trasvase del Ebro, que en todo caso es soluci¨®n a largo plazo, las desaladoras de agua de mar resultan imprescindibles para la gesti¨®n de la demanda en el sureste peninsular, al garantizar nuevos aportes todos los meses del a?o. Por el contrario, cualquier nuevo recurso superficial procedente de trasvases estar¨¢ sujeto a la falta de garant¨ªas impuestas por las sequ¨ªas c¨ªclicas y el cambio clim¨¢tico, cada vez m¨¢s perceptible.
Antonio Le¨®n Mart¨ªnez-Campos es profesor de Investigaci¨®n del Centro de Edafolog¨ªa y Biolog¨ªa Aplicada del Segura (CSIC). Murcia.
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