Grandes versiones

No alcanza el segundo concierto bartokiano la belleza definitiva del m¨¢s frecuentado de los tres que compuso el gran h¨²ngaro, pero posee impulso vivificante, admirable continuidad y riqueza de ideas en un cuadro general que acepta muchas herencias. Cualidades todas con las que se identifica un int¨¦rprete de alto porte virtuosista y refinada sensibilidad.

Escuchar la m¨²sica de Bartok expuesta con la naturalidad, la acentuaci¨®n, la imaginaci¨®n y la sobriedad propias de Ranki fue una experiencia renovada de placer est¨¦tico a cuya comunicativa y dominadora expresi¨®n contribuy¨® notablemente la Orquesta de Valencia en todas sus secciones y en su coherencia de conjunto.

Pero todav¨ªa obtuvo ejecuci¨®n m¨¢s esplendorosa la formaci¨®n que hoy pilota G¨®mez Mart¨ªnez, en la Sinfon¨ªa n¨²mero 10 de Shostak¨®vich. Se trata de una larga y morosa meditaci¨®n sobre su propia personalidad basada en un dise?o de cuatro notas representativas del nombre Shostak¨®vich. Como es habitual en el cantor de los bosques y la ¨¦pica de su pa¨ªs, el trabajo sinf¨®nico, tan brillante e incluso espectacular, recoge estados an¨ªmicos del momento y evocaciones de los a?os de juventud con simplicidad y elocuencia pero sin exceso verbal.

Todo ray¨® a gran altura pues el director milan¨¦s Carlo Rizzi -un todoterreno en el concierto y la ¨®pera- habla con afectividad y vigor y acusa muchos datos de su formaci¨®n con el legendario Franco Ferrara. As¨ª, pese a la longitud de la partitura, el p¨²blico recibi¨® con inter¨¦s el mensaje vivo o desolado, alternativo de expansi¨®n y concentraci¨®n, y premi¨® la versi¨®n con largas ovaciones. Muchas de ellas iban dirigidas a la orquesta valenciana por la nivelada categor¨ªa de su hacer, esmaltada por momentos sol¨ªsticos tan valiosos como los de la concertino Anabel Garc¨ªa del Castillo o del percusionista Javier Eguilor (en Bartok).