A prop¨®sito del A?o del Dise?o
Acaba de despedirse el A?o del Dise?o, un a?o lleno de acontecimientos y celebraciones. Ser¨ªa un buen momento para que alguien hiciera un balance de este magno evento. Eso s¨ª, algo m¨¢s serio que ese ¨²ltimo acto, Farts de disseny, que cerraba el ciclo. Por mi parte, desde la barrera, har¨¦ dos breves observaciones. La primera, que no se ha destacado el papel decisivo -esencial- que la Agrupaci¨®n de Dise?adores Industriales del FAD (ADIFAD tuvo en el devenir de nuestro dise?o objetual. Si bien el centenario del FAD era una buena ocasi¨®n para celebrar este A?o del Dise?o, la ADIFAD hab¨ªa de estar en el centro de este acontecimiento. ?Era su a?o! No podemos olvidar que fue la ADIFAD la que, al insertarse en el FAD en 1960, abri¨® el camino al dise?o que hoy tenemos y que, de paso, sac¨® al FAD del estado de letargo en que se hallaba sumido tras pasados a?os de gloria. Fue ese injerto de nueva savia, aportado por la ADIFAD, lo que revitaliz¨® a un FAD en plena decadencia. Si el FAD sigue hoy tan boyante es porque en un momento hist¨®rico la ADIFAD tom¨® el poder de ese FAD vegetativo y lo dot¨® del dinamismo y empuje que desde entonces ha tenido.
Mi otra observaci¨®n se refiere al propio significado que ha ido adquiriendo el t¨¦rmino dise?o en nuestro pa¨ªs, que hoy para muchos parece definir un tipo de obras divertidas, llamativas, que se adornan con los tics de la moda y poco m¨¢s, cosas a las que no hay que pedirles mucha practicidad. Un significado que en nada es el que habr¨ªa de ser. Si bien es cierto que un buen dise?o ha de ser novedoso y como tal puede sorprendernos e incluso divertirnos al verlo y utilizarlo, eso no es lo esencial. Lo esencial es que lo que aporte mejore el uso de las cosas que utilizamos. Este A?o del Dise?o era una ocasi¨®n ¨²nica para enmendar err¨®neas interpretaciones y reenfocar su significado. No ha sido as¨ª. Muchos de los acontecimientos organizados, por no decir la mayor¨ªa, no han apostado por una orientaci¨®n aleccionadora.
Este a?o no ha sido finalmente m¨¢s que una larga y opulenta primavera como las de anta?o. Se han invertido muchos esfuerzos y medios para servirnos m¨¢s de lo mismo.
Y esto que, de entrada, todo apuntaba bien. La acertada elecci¨®n del simple y eficaz clip y las dos exposiciones de
Pantone hac¨ªan presagiar que ¨¦sta iba ser la l¨ªnea conceptual que seguir, mostrando que el dise?o es algo esencial para la mejora de la calidad de vida, que no es un mero divertimento estil¨ªstico que crea cosas divertidas que se venden en boutiques especializadas, sino que est¨¢ en la esencia misma de las cosas m¨¢s humildes, para facilitarnos la vida, como lo hace ese simple clip. No ha sido as¨ª. En un mundo en el que los problemas ambientales y de convivencia exigen que las cosas que usamos ayuden a mejorar nuestra relaci¨®n con el medio ambiente y a controlar la cultura material, debemos m¨¢s que nunca reivindicar ese sentido serio que encierra esta noble actividad creativa. Como un ac¨¦rrimo defensor de un modo exigente de entender el dise?o, he de confesar que lamento esta ocasi¨®n perdida.
Andr¨¦ Ricard es dise?ador.
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